NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA
TE DOY GRACIAS,
SEÑOR,
PORQUE ME HAS
ESCOGIDO PORTENTOSAMENTE
Por M. Adelina
Climent Cortés O. P
Dios, que en su onmisciencia lo conoce, lo abarca y lo penetra todo. El
que, con su presencia, está en todo
lugar y tiempo, también da vida y sostiene a los hombres, a todos los seres
humanos, a los que, nos mira, sin
cansarse, con cariño y amor, pues somos hechura suya, fruto de sus manos
bondadosas y creadoras, y que, por estar inmersos en su Luz, sabe nuestro
nombre y conoce todos nuestros pensamientos, palabras, deseos y acciones, de
manera que, en Él “vivimos, nos movemos y somos”.
A este Dios, que con tanta bondad y desvelo nos ama, nos cuida y
protege, le alabamos y ensalzamos cantando el salmo 138 –considerado como uno
de los himnos más hermosos del Antiguo testamento- con el que, le
manifestamos, nuestra total gratitud
y pertenencia.
“Te doy gracias,
Señor, porque me has escogido portentosamente”
Es lo mismo que confiesa el salmista, desde una fe honda y confiada en
Yahveh, su Dios, al que reconoce
pertenecerle totalmente, pues, se sabe protegido por su amor desde el
seno materno y amparado por su Espíritu, que le va conduciendo con paso firme y
seguro, en su vivir cotidiano:
Señor, tú me sondeas y me
conoces:
me conoces cuando me siento o me
levanto,
de lejos penetras mis
pensamientos;
distingues mi camino y mi
descanso,
todas mis sendas te son
familiares.
Pero, el salmista, no se cansa de dar gracias a Yahveh, su Dios, que, en
su sabiduría, ha creado todas sus obras
y, de manera más sublime aún, a todas sus criaturas:
Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno
materno,
porque son admirables tus obras.
Y, puesto que Yahveh, escoge y crea de
manera tan admirable y sobrecogedora a
cada uno de los humanos, deduce el salmista, que, la protección de sus manos
salvadoras no ha de faltarle nunca y que,
por su parte, ha de
corresponderle debidamente, es decir, viviendo sólo para Él, reconociendo que
en todo momento le pertenece, y, trabajando para que, su causa, sea reconocida
y estimada por los demás.
Conocías hasta el fondo de mi
alma,
no desconocías mis huesos.
Cuando, en lo oculto, me iba
formando
y entretejiendo en lo profundo
de la tierra.
Y, de manera parecida al salmista, cuenta, el profeta Isaías, su
elección por parte de Dios: “Estaba yo en el vientre y el Señor me llamó en las
entrañas maternas, y pronunció mi nombre” Para, después, añadir la llamada que
le hizo: “Es poco que seas mi siervo: “Te hago luz de las naciones, para que,
mi salvación, alcance hasta el confín de la tierra”.
También, por idénticos motivos, celebramos hoy, al más grande de los
nacidos de mujer y, al mayor de los profetas, JUAN EL BAUTISTA, el que, fue
elegido por Dios portentosamente, de manera que, su nacimiento, fue motivo de
gozo y alegría, no solo para sus padres, sino también para muchos, puesto que,
su misión, sería mostrar al CORDERO QUE QUITA EL PECADO DEL MUNDO.
Pero, no solo JUAN EL BAUTISTA y los profetas importantes dentro de la
historia de la salvación, sino que, también, todo hombre: varón o hembra, hemos
sido elegidos y formados por Dios, desde el seno materno, para ser hijos suyos
y vivir como tales. Y, por nuestra
parte, de igual modo, hemos de corresponder a esta elección y llamada, con
nuestro testimonio de vida, anunciando la luz de la salvación que ha despuntado
en su Hijo Jesucristo, el Señor, con nuestra entrega y en su total seguimiento,
de manera que, también, podamos cantar con gozoso entusiasmo y junto con el salmista:
“TE DOY GRACIAS, SEÑOR, PORQUE
ME HAS ESCOGIDO
PORTENTOSAMENTE Y PORQUE SON ADMIRABLES TUS OBRAS”.
PORTENTOSAMENTE Y PORQUE SON ADMIRABLES TUS OBRAS”.
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