sábado, 29 de junio de 2019

Domingo XIII del T. O.- C



DOMINGO XIII DEL T. ORDINARIO - C

EL SEÑOR ES MI LOTE Y MI HEREDAD

Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.


                    Jesús inicia un camino en fidelidad y obediencia al Padre, mediante un amor entregado y servicial a los hombres, sus hermanos. Camino que le conducirá hasta su muerte y resurrección. Y, Cristo Jesús, nos invita a hacer ese mismo camino en su seguimiento, a vivir su misma vocación de generosidad y entrega a la obra salvadora de Dios, con la que se verificará la implantación de su Reinado, de justicia y de paz, para toda la humanidad.

                 Seguir a Jesús, viviendo su misma vida de amor y de donación, es tarea difícil, comprometida, y comporta valor y riesgo. Así lo fue, también, para el profeta Eliseo, cuando tuvo que dejarlo todo para seguir a Elías, el profeta. Pero, el desprendimiento, siempre es fuente de gozo y de felicidad, para el que quiere poner únicamente en Dios su mirada y todo su amor, viviendo solo para Él, hasta poseerlo como el único bien de su vida y de su alma.

                    El salmo 15, canta la vocación de quien tiene su mirada puesta únicamente en Dios, porque, en seguirle sólo a él, encuentra su plenitud y felicidad:

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti,
yo digo al Señor: “Tú eres mi bien”.
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en su mano.

                   Este poema, uno de los más preciosos del salterio, pertenece al grupo de los salmos de “confianza individual”. El salmista, encuentra en Yahveh, en su amor y cercanía, la fuerza y seguridad para afrontar todo lo demás. Así, su gozo es, sentirse llamado al fiel cumplimiento de su Alianza, y su único bien, el más preciado de todos, es, poder bendecirle, ensalzarlo y alabarlo por toda la vida:

Bendeciré al Seño que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.

                    La confianza que tiene el salmista en Yahveh, llena su propio ser de alegría y de júbilo, pues, ya nada podrá separarlo del gozo de poseerle, y de hacer de su vida, una esperanzada y gozosa entrega de oración y de alabanza:

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
 y mi carne descansa serena:
porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

                    La cercanía en el seguimiento del Señor Yahveh, instruye al orante en los aconteceres de la vida. Su alegría no perecerá, sino que será eterna, como una participación gloriosa en la fiesta de la eternidad celestial.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.

                    Y, nada más grande y digno para un cristiano, que sentirse llamado por Cristo Jesús a participar de su misión redentora y salvadora, encomendada por el Padre, y sentirse, como el mismo Jesús, “ungido del Señor”, destinado a testimoniar, con su vida, la grandeza y magnitud de su gloria.

                    Contamos, además, con la fuerza de la comida eucarística de Jesús; con el alimento de su cuerpo y de su sangre entregados y compartidos. Manjar, que es fuerza y energía, que nos acompaña en su seguimiento y nos conduce a vivirlo con radicalidad y hasta con heroísmo, si es preciso, como nos lo indica Jesús en el evangelio:

                    -“EL QUE ECHA MANO AL ARADO Y SIGUE MIRANDO ATRÁS, NO VALE PARA EL REINO DE DIOS”

                    Es también, La Eucaristía, dulzura y consuelo que, nos anima y descansa, en las dificultades y que, nos hace ya pregustar las delicias del banquete eterno, del Reino de los cielos, que, el Padre, nos tiene preparado, para quienes, con generosidad, seguimos a Jesús con el testimonio y la entrega de nuestras vidas.

viernes, 28 de junio de 2019

Solemnidad de San Pedro y San Pablo



SAN  PEDRO  Y  SAN  PABLO

EL ANGEL DEL SEÑOR
LIBRA A LOS QUE TEMEN A DIOS

                  Por Mª Adelina Climent Cortés O.P. 


                  En la solemnidad de SAN PEDRO Y SAN PABLO, el salmo 33 recoge y expresa los sentimientos de alabanza y gratitud de los dos apóstoles.  Pablo dice: “El Señor me libró de la boca  del león”  y,  Pedro,   liberado  por el ángel del Señor mientras La Iglesia oraba por él, afirma: “El Señor ha  enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos”

                  El salmo 33, es un  himno de alabanza y de acción de gracias, sentimientos que brotan del corazón de un orante desde su pobreza  y humildad, y que, en su sufrimiento y desamparo, pero llevado de una fe increbantable en la bondad de Yahveh, ha experimentado la liberación y la salvación.

Bendigo al Señor en todo momento
su  alabanza está siempre en mi boca
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

                 El salmista,  después de invitar a los sencillos, a los que son y piensan como él,  a escuchar y alegrarse en la alabanza al Señor, les persuade a que se unan  a esta adoración divina, ya que, Yahveh, atiende a cuantos le invocan, porque, es el Dios que siempre libera, sana y restablece.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor y me respondió,
me libró de todas mis ansias.
 
                  Pero,  no solo el Señor escucha y acoge al que le invoca, sino que, además,  alabarle y  contemplarle, es quedar radiantes ante él, repletos de luz y de hermosura, participar de su belleza  y de su vida, quedar divinizados:
                 
Contempladlo y quedaréis radiantes,
vuestro  rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias

                 Más, también, Yahveh,  envía a sus ángeles, mensajeros divinos, para que realicen su voluntad en favor de los hombres. Así de bueno y amable es el Señor con los que sinceramente le buscan:                       

El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved que bueno es el Señor;
dichoso el que se acoge  a él.

                    Recordamos, también, en las lecturas bíblicas de esta celebración, la confesión sublime y admirable de Pedro: “TÚ ERES EL MESÏAS EL HIJO DE DIOS VIVO“, después de haber preguntado Jesús: - Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Y el testimonio valiente y sincero de Pablo confesando: “EL SEÑOR ME AYUDÓ Y ME DIO FUERZAS PARA ANUNCIAR ÍNTEGRO EL MENSAJE, DE MODO QUE LO OYERAN TODOS LOS GENTILES”.
           
                    También, Cristo Jesús, NUESTRO SEÑOR y ejemplo de vida  para todos los cristianos, en la angustía y soledad de Getsemaní, fue liberado por el PADRE, durante  una oración profunda y confiada en la que, quedó confortado con la presencia de un ángel del cielo. Así  pudo consumar su entrega hasta la muerte, fuente de salvación y de gloria para todos nosotros.

                     Y, de igual manera, todos nosotros, si de verdad sabemos acogernos al Señor, desde una fe profunda, sincera y amorosa, en las necesidades y  aprietos que siempre nos acechan,  tendremos la dicha de sabernos protegido y acogidos por Dios, nuestro Señor. Y gozaremos de la felicidad de reconocer y confesar  su bondad salvadora, que ha de movernos a una contínua alabanza de contemplación y de acción de gracias en la que,  quedaremos radiantes, al participar de su misma vida y gloria.

jueves, 27 de junio de 2019

Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús- C



EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS – C

EL SEÑOR ES MI PASTOR, NADA ME FALTA

Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.


                    Con alegría, fiesta y gozo, celebramos la solemnidad del SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS. Y. lo hacemos,  porque este Corazón, el de Jesús, supera en bondad y en amor, a todos los corazones de los hombres... Es un corazón grande, inmenso, sin fondo. Todo un gran misterio, que contiene  el  amor tierno y sin medida,  entregado y fecundo de Dios. Es  el mismo CORAZÓN DE DIOS viviendo en su muy querido y amando HIJO, CRISTO JESÚS; el único corazón con capacidad  de acoger  a toda la humanidad y envolverla  en su entrañable misericordia.

                    Un corazón tan dilatado y tan repleto de amor, como el de Dios y el de su hijo Jesucristo, nadie lo puede tener; es único: “Cristo murió por nosotros cuando éramos aún pecadores: así demuestra Dios el amor que nos tiene” (Rm 5,8)  y nadie “podrá separarnos de ese amor de Dios manifestado por Cristo Jesús Señor nuestro” (Rm 8,39)

                    La liturgia de hoy, canta la grandeza inmensa del CORAZÓN DE JESÚS, con la imagen del BUEN PASTOR; que, solo vive para sus ovejas  y  desea el bien  y la  felicidad de cada una de ellas. Que busca a la que se halla perdida y, al encontrarla,  la carga dulcemente sobre sus hombros hasta dejarla cuidadosamente  en el redil. Y,  nosotros, cantamos la bondad de  este   tierno y amoroso corazón, contemplando el poema 22: el Salmo del Buen Pastor,  aplicado a Jesucristo nuestro guía y Señor:

El Señor es mi pastor,
nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.

                    Con Jesús, todo lo tenemos y nada nos puede faltar. El que se recuesta y descansa en su corazón,  se siente tan recuperado, tan nuevo, tan feliz, que vive saciándose de sus delicias, refrescándose de la hondura de su amor, y bebiendo del agua fresca que brota de su corazón, por lo  que ya  refrigerado, puede  pregustar la plenitud  de  la vida eterna.

                    Su pastoreo, el de Señor,  es delicioso, amable y gozoso, como suave y dulce es su nombre: JESÚS.  Su cercanía siempre recupera, allana lo escabroso, llena de luz la  oscuridad; su mirada y su voz sosiegan, hablan de paz; su diestra acoge y deleita como un abrazo de amor: 

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara cayado me sosiegan
         
                    Jesús, prepara para nosotros, y a la vista de nuestros enemigos, una mesa suculenta, adornada y cubierta  con  mantel blanco  almidonado,  sobre el que está  el manjar eucarístico, SU CUERPO Y SU SANGRE, en el pan entregado y compartido y en el vino sobre la copa que rebosa vida y salvación; signo y precio de su NUEVA Y ETERNA ALIANZA. Alimento de vida eterna, que nos recupera, fortalece y diviniza. Es la misma  Vida Nueva  que crea unidad y  comunión en el cielo, entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo:

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

                    Caminar con Jesús, nuestro guía y BUEN PASTOR, es tan sublime y consuela tanto, que ya no puede haber otro bien,  superior a éste, en la vida.  Su misericordia nos acompaña y protege,  su bondad nos va transformando, hasta hacernos semejante a Él; nos va divinizando... Es vivir ya la dicha del cielo en  plenitud, porque allí nada tendrá fin; porque Dios solo es principio generador de vida nueva y de felicidad, en alabanza interminable, en bendición perenne, en fusión de amor inacabable:

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. Amén.

martes, 25 de junio de 2019

Solemnidad de S. Juan Bautista



NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA

TE DOY GRACIAS, SEÑOR,
PORQUE ME HAS ESCOGIDO PORTENTOSAMENTE

Por M. Adelina Climent Cortés  O. P

                    Dios, que en su onmisciencia lo conoce, lo abarca y lo penetra todo. El que,  con su presencia, está en todo lugar y tiempo, también da vida y sostiene a los hombres, a todos los seres humanos, a los que, nos mira,  sin cansarse, con cariño y amor, pues somos hechura suya, fruto de sus manos bondadosas y creadoras, y que, por estar inmersos en su Luz, sabe nuestro nombre y conoce todos nuestros pensamientos, palabras, deseos y acciones, de manera que, en Él “vivimos, nos movemos y somos”.

                    A este Dios, que con tanta bondad y desvelo nos ama, nos cuida y protege, le alabamos y ensalzamos cantando el salmo 138 –considerado como uno de los himnos más hermosos del Antiguo testamento- con el que, le manifestamos,  nuestra total gratitud y  pertenencia.

“Te doy gracias, Señor, porque me has escogido portentosamente”

                    Es lo mismo que confiesa el salmista, desde una fe honda y confiada en Yahveh, su Dios, al que reconoce  pertenecerle totalmente, pues, se sabe protegido por su amor desde el seno materno y amparado por su Espíritu, que le va conduciendo con paso firme y seguro, en  su vivir cotidiano: 

Señor, tú me sondeas y me conoces:
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.

                    Pero, el salmista, no se cansa de dar gracias a Yahveh, su Dios, que, en su sabiduría, ha creado  todas sus obras y, de manera más sublime aún, a todas sus criaturas:

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno,
porque son admirables tus obras.

                    Y, puesto que Yahveh, escoge y crea de manera tan admirable  y sobrecogedora a cada uno de los humanos, deduce el salmista, que, la protección de sus manos salvadoras no ha de faltarle nunca y que,  por su parte,   ha de corresponderle debidamente, es decir, viviendo sólo para Él, reconociendo que en todo momento le pertenece, y, trabajando para que, su causa, sea reconocida y estimada por los demás. 

Conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.
Cuando, en lo oculto, me iba formando
y entretejiendo en lo profundo de la tierra.

                    Y, de manera parecida al salmista, cuenta, el profeta Isaías, su elección por parte de Dios: “Estaba yo en el vientre y el Señor me llamó en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre” Para, después, añadir la llamada que le hizo: “Es poco que seas mi siervo: “Te hago luz de las naciones, para que, mi salvación, alcance hasta el confín de la tierra”.

                    También, por idénticos motivos, celebramos hoy, al más grande de los nacidos de mujer y, al mayor de los profetas, JUAN EL BAUTISTA, el que, fue elegido por Dios portentosamente, de manera que, su nacimiento, fue motivo de gozo y alegría, no solo para sus padres, sino también  para muchos,  puesto que, su misión, sería mostrar al CORDERO QUE QUITA EL PECADO DEL MUNDO.

                    Pero, no solo JUAN EL BAUTISTA y los profetas importantes dentro de la historia de la salvación, sino que, también, todo hombre: varón o hembra, hemos sido elegidos y formados por Dios, desde el seno materno, para ser hijos suyos y  vivir como tales. Y, por nuestra parte, de igual modo, hemos de corresponder a esta elección y llamada, con nuestro testimonio de vida, anunciando la luz de la salvación que ha despuntado en su Hijo Jesucristo, el Señor, con nuestra entrega y en su total seguimiento, de manera que, también, podamos cantar con gozoso entusiasmo y junto  con el salmista:

“TE DOY GRACIAS, SEÑOR, PORQUE ME HAS ESCOGIDO
PORTENTOSAMENTE Y PORQUE SON ADMIRABLES TUS OBRAS”.

viernes, 21 de junio de 2019

Corpus Cristi- Solemnidad- C



SANTÍSIMO CUERPO 
Y SANGRE DE CRISTO - C


TÚ ERES SACERDOTE ETERNO
SEGÚN EL ORDEN DE MELQUISEDEC

Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.

                    Celebramos, hacemos fiesta y adoramos EL CUERPO Y LA SANGRE DEL SEÑOR, en el Pan y el Vino, alimento eucarístico,  ofrecido en la cena de despedida de Jesús, en la que quedó constituido SUMO Y ETERNO SACERDOTE  de LA NUEVA y definitiva ALIANZA. Pan y Vino, manjar eucarístico, que, Cristo Jesús,  nos da  como alimento de vida eterna;  como signo de su vida compartida y entregada por nosotros en su muerte y resurrección; y como memorial que nos mandó  continuar celebrando, a  fin de perpetuar su presencia salvadora y fraterna entre nosotros. Es el Pan y el Vino eucarístico, anunciado por Jesús, como promesa y signo,  en el episodio de la multiplicación de los panes y los peces, cuando todos los presentes pudieron comer hasta saciarse y sobró. Y, es el Pan y el Vino eucarístico, realidad plena del  pan y el vino que, como figura, ofreció Melquisedec, rey de Jerusalén y también sacerdote, a Abrahán, como signo de paz y de bendición.

                    Con el salmo 109,  cantamos y proclamamos la grandeza y excelsitud del SACERDOCIO DE JESUCRISTO, que, en el Pan y el Vino consagrados, se ofreció por nuestros pecados en un solo y único sacrificio, obrando la salvación de los hombres y la glorificación de Dios; y, que, estando junto al Padre,  intercede por todos los que viven.

                    Este salmo, es uno de los poemas  reales, que tiene “como fondo espiritual el mesianismo davídico” Lo  cantaban los israelitas, al nuevo rey, en la fiesta de su entronización. El poema está compuesto, por un oráculo divino que proclama un profeta, con tres afirmaciones. En la primera, el oráculo anuncia solemnemente la entronización del Rey, el sometimiento de sus enemigos y el éxito en todas las empresas que ha de llevar a cabo:

Oráculo del Señor a mi Señor:
“Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
 estrado de tus pies”.

Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

                    La segunda parte del oráculo, canta y celebra la adopción divina del proclamado  rey, investido para ser el representante de Yahveh en la tierra:

“Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora”.

                    Y, finalmente, se menciona el privilegio sacerdotal del que gozaban los antiguos reyes de Jerusalén, anteriores a David:

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
“Tú eres sacerdote eterno,
según el orden de Melquisedec”.


                    Solemnidad y fiesta grande, con alegría desbordante, esta, del CUERPO y la SANGRE de CRISTO JESÚS, en la que, adoramos su PRESENCIA REAL en el Pan y el Vino consagrados, fuera de la mesa eucarística y como una prolongación de esta. Y, en la que, agradecidos, acogemos esta Presencia Real, como un Don inmenso de Dios a toda la humanidad, de manera que, la abundancia de gracia de este ADMIRABLE SACRAMENTO nos lleve a  la posesión de la vida celestial donde gustaremos y participaremos del banquete eterno del Reino.

                    Y, esta PRSENCIA REAL, solemne y festiva  de CRISTO JESÚS, en su CUERPO Y SU SANGRE, que hoy se alza majestuosa en las iglesias y en las calles de los pueblos, nos llena  de bendiciones que han de ayudarnos a vivir nuestra vida cristiana como la vivió Jesús, amándonos con su mismo amor, y, sabiéndonos además, en  comunión con Él y con el Padre.

                     También, esta PRESENCIA EUCARÍSTICA, nos habla de plenitud de vida, de bondad y de amor; de la paz que hemos de hacer posible en nuestro mundo, y, de verdadera fraternidad y  solidaridad con los más pobres y marginados, de manera que a nadie falte nunca el pan de cada día, que Jesús multiplicó, para que lo pudieran comer todos, ya que, hoy, es, por excelencia, LA FIESTA DEL AMOR ENTREGADO Y COMPARTIDO. EL DÍA DE LA CARIDAD.

viernes, 14 de junio de 2019

Solemnidad de la Santísima Trinidad - C



SANTÍSIMA TRINIDAD - C

SEÑOR, DUEÑO NUESTRO,
QUE ADMIRABLE ES TU NOMBRE EN TODA LA TIERRA

Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.


                    El nombre de nuestro Dios, que tanto nos ama, y al que debemos amar sobre todas las cosas, es PADRE, HIJO y ESPÍRITU SANTO, pues, se nos ha revelado y revela en la plenitud de su ser personal, como PADRE, que, con su sabiduría y verdad engendra al HIJO, Palabra encarnada, con la que crea y vivifica todo el universo; y, como ESPÍRITU de Amor, que plenifica lo creado, llevando a cabo su gran obra de salvación y santificación. Y, a este DIOS, UNO y TRINO, contemplamos y aclamamos hoy, de manera solemne y festiva, con el salmo 8, que, con características de himno, canta con gozo y  agradecimiento la majestad del Dios, Yahveh, en su creación, y la dignidad del hombre sobre todo lo creado:

¡Señor, dueño nuestro,
qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!

                    El yahvista, escritor, que sabe contemplar con asombro, la grandeza y majestad de Yahveh en la bellaza y armonía de todo lo creado, obra de su sabiduría y amor, se admira aún más, cuando descubre la encumbrada situación en que Dios ha colocado al hombre, al hacerlo a imagen y semejanza suya y, por lo tanto, superior a todo lo creado, ya que, tiene capacidad de conocer y amar, y de crecer y superarse hasta llegar a su meta definitiva, que es participar de la misma vida divina, y de su comunión de relación y amor. Admiración grande y profunda la del orante, que le lleva a preguntarse, con tanto interés, ¿por qué, Dios, así lo ha querido?

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
 le diste el mando sobre las obras de tus manos.

                    Así, pues, esta dignidad del hombre le viene del mismo Dios, pues, a diferencia del resto de lo creado, el ser del hombre es natural y sobrenatural, lo que le hace superior a las demás criaturas, y ser el centro del universo, hasta el punto de converger todo hacia él. También, porque el fin del hombre en esta vida es: amar, bendecir, y servir a Dios, por encima de todas las cosas:

 Todo lo sometiste bajo sus pies:
rebaño de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar.

                    Y, esta dignidad que tiene el hombre, es fruto del inmenso amor que el Padre nos tiene, hasta querer que Jesucristo, su Hijo, se hiciese hombre, semejante en todo a nosotros, menos en el pecado. Y, es Jesucristo, el que nos ha elevado, con su resurrección gloriosa, no sólo sobre el universo de todo lo creado, sino hasta el mismo Dios, para incorporarnos a su misma vida de conocimiento y amor; por lo que ya, desde ahora, en nuestra vida terrena, podemos experimentar su cercanía y entrar en diálogo continuo con Él. Y, porque hemos sido reengendrados en Cristo Jesús, que es nuestra cabeza, y en el Espíritu, que es nuestra alma, podemos rezar y llamar Padre, a Dios.

                    Este destino de vida en comunión con EL PADRE, EL HIJO Y EL ESPÍRITU SANTO, ha de capacitarnos, también, para vivir en comunión de vida y de amor, con todos nuestros hermanos, los hombres, iguales, y, al mismo tiempo, diferentes entre sí, pero unidos en la diversidad con la que hemos sido creados y que, nos caracteriza como personas. Y, vivir en comunión con los hermanos, se traduce en considerarnos unos a otros con amor y respeto, teniendo en cuenta la dignidad de cada uno, sus derechos personales, y la meta a la que todos los hombres estamos destinados: participar de la misma VIDA TRINITARIA DE DIOS, al que ya, desde ahora, tributamos: HONOR, GLORIA Y ALABANZA  por los siglos. Amen.

viernes, 7 de junio de 2019

Pentecostés



DOMINGO DE PENTECOSTÉS

  ENVÍA TU ESPÍRITU, SEÑOR,
Y REPUEBLA LA FAZ DE LA TIERRA

Por Mª Adelina Climent Cortés   O.P.


                    EL ESPÍRITU, del que tanto hablaba Jesús y que prometió enviarnos cuando se iba al Padre, está entre nosotros y lo llena todo de Vida y esplendor. Es el DON por excelencia de Dios, lo mejor que ha podido darnos, pues, es, su misma Vida, que se derrama en nosotros con sus diversas manifestaciones. Es La Nueva Ley. Es la nueva presencia del RESUCITADO, que, con vigor y fuerza, nos va transformando en auténticos hijos de Dios, y que, renovará toda la creación, para llenarla de frutos de Salvación y Vida Eterna. Este ESPIRITU, es, también, el amor entre el Padre y su Hijo Jesús, amor divino, que, en su fuerza expansiva y creativa, va purificando el nuestro, hasta hacerlo suyo, siempre que, entre nosotros nos amemos como hermanos.

                    La obra de este ESPÍRITU, TERCERA PERSONA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD y DADOR DE VIDA, la canta el salmo 103.  Un hermoso poema, en forma de himno, que describe, de manera bella y poética, la obra de la creación de Dios. Salmo que canta, además, el resurgir vital que brota, como fuerza arrolladora, de LA RESURRECCIÓN DE CRISTO JESÚS, convertido, por Dios Padre, en Cabeza de toda la humanidad, que ha de quedar incorporada y transformada en Él.

                    El salmista comienza el poema, invitándose a bendecir, personalmente, a Yahveh, pues, se siente impresionado y admirado, por la belleza de sus obras, fruto de su gran bondad y generosidad para con todos los hombres:

Bendice, alma mía, al Señor.
¡Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor;  
la tierra está llena de tus criaturas.
                 
                    Y, es tan grande, y llega a tanto la sabiduría de Yahveh, que, además de dar la vida a los seres, tiene el poder de conservarla, de acrecentarla, y de hacerla fecunda, porque, es un Dios que todo lo ama, y su amor, que es, su ESPÍRITU, lo vivifica, lo embellece y lo sostiene todo: 

Les retiras el aliento, y expiran,
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento y los creas,
y repueblas la faz de la tierra.
           
                    De nuevo, el salmista, prorrumpe en alabanzas al creador, con deseos de que, Yahveh, que tanto se goza contemplando la creación, la belleza de las obras de sus manos, se alegre, también, de su  alabanza, pues, al brotar de un espíritu lleno de fe, como es el suyo, ha de ser motivo de gozo para Él.

Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor.

                    Verdaderamente, también nosotros, igual que el salmista, hemos de alegrarnos con el Señor, después de bendecirlo y alabarlo, al contemplar sus obras, creadas para nuestro bien y felicidad. Maravillas, que, llenando el mundo, lo transforman en el Reinado de Dios. Por eso, para el que tiene fe, para el que vive en EL  ESPÍRITU DE JESÚS  y de él, ya no hay diferencia entre lo profano y lo religioso, porque todo es santo, ya que el amor de Dios lo sostiene todo y está en las cosas sustentándolas,  llenándolas  de salvación

                    Pidamos, pues, en esta SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS, que venga EL ESPIRITU sobre cada uno de los cristianos y de todos los hombres; que lo sepamos acoger con agradecimiento y amor; y para que, con su fuerza y poder, nos convierta en auténticos testigos de CRISTO RESUCITADO, el Señor de La Historia y de toda La Creación, y, así, su evangelio sea conocido y amado por todos los hombres:

ENVÍA TU ESPÍRITU, SEÑOR,
Y REPUEBLA LA FAZ DE LA TIERRA