domingo, 28 de junio de 2015

San Pedro y San Pablo



 SAN PEDRO Y SAN PABLO


EL ANGEL DEL SEÑOR
LIBRA A LOS QUE TEMEN A DIOS

Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P
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                  En la solemnidad de SAN PEDRO Y SAN PABLO, el salmo 33 recoge y expresa los sentimientos de alabanza y gratitud de los dos apóstoles.  Pablo dice: “El Señor me libró de la boca del león “ y,  Pedro,   liberado  por el ángel del Señor mientras la Iglesia oraba por él, afirma: “El Señor ha  enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos”

                  El salmo 33, es un  himno de alabanza y de acción de gracias, sentimientos que brotan del corazón de un orante desde su pobreza  y humildad, y que, en su sufrimiento y desamparo, pero llevado de una fe increbantable en la bondad de Yahveh, ha experimentado la liberación y la salvación.

Bendigo al Señor en todo momento
su  alabanza está siempre en mi boca
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

                 El salmista,  después de invitar a los sencillos, a los que son y piensan como él,  a escuchar y alegrarse en la alabanza al Señor, les persuade a que se unan  a esta adoración divina, ya que, Yahveh, atiende a cuantos le invocan, porque, es el Dios que siempre libera, sana y restablece.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor y me respondió,
me libró de todas mis ansias.
 
                  Pero,  no solo el Señor escucha y acoge al que le invoca, sino que, además,  alabarle y  contemplarle, es quedar radiantes ante él, repletos de luz y de hermosura, participar de su belleza  y de su vida, quedar divinizados:
                 
Contempladlo y quedaréis radiantes,
vuestro  rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias

                 Más, también, Yahveh,  envía a sus ángeles, mensajeros divinos, para que realicen su voluntad en favor de los hombres; así de bueno y amable es el Señor con los que sinceramente le buscan:                      

El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved que bueno es el Señor;
dichoso el que se acoge  a él.

                    Recordamos, también, en las lecturas bíblicas de esta celebración, la confesión sublime y admirable de Pedro: “TÚ ERES EL MESÏAS EL HIJO DE DIOS VIVO“, después de haber preguntado Jesús: - Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Y el testimonio valiente y sincero de Pablo confesando: “EL SEÑOR ME AYUDÓ Y ME DIO FUERZAS PARA ANUNCIAR ÍNTEGRO EL MENSAJE, DE MODO QUE LO OYERAN TODOS LOS GENTILES”.
           
                    También, Cristo Jesús, NUESTRO SEÑOR y ejemplo de vida  para todos los cristianos, en la angustía y soledad de Getsemaní, fue liberado por el PADRE, durante  una oración profunda y confiada en la que, quedó confortado con la presencia de un ángel del cielo. Así  pudo consumar su entrega hasta la muerte, fuente de salvación y de gloria para todos nosotros.

                     Y, de igual manera, todos nosotros, si de verdad sabemos acogernos al Señor, desde una fe profunda, sincera y amorosa, en las necesidades y  aprietos que siempre nos acechan,  tendremos la dicha de sabernos protegido y acogidos por Dios, nuestro Señor. Y gozaremos de la felicidad de reconocer y confesar  su bondad salvadora, que ha de movernos a una contínua alabanza de contemplación y de acción de gracias en la que,  quedaremos radiantes, al participar de su misma vida y gloria 

sábado, 27 de junio de 2015

Domingo XIII- B


DOMINGO XIII DEL T. ORDINARIO – B

TE ENSALZARÉ, SEÑOR, PORQUE ME HAS LIBRADO


Por M ª Adelina Climent Corté  O.P.


                    Celebramos y ensalzamos al Dios de la VIDA, al Señor que embellece todo lo creado con su luz esplendorosa llenándolo todo de inmortal claridad. Porque su Reino es VIDA. Con su Espíritu, dador de Vida, renueva todo lo creado, llenándolo de amor, bondad y esperanza, de gozosa eternidad. Y, le aclamamos y bendecimos, en esta Eucaristía dominical, cantando con júbilo y agradecimiento el salmo 29.

                    Este salmo, de la época anterior al exílio, es un canto de acción de gracias, individual, a Yahveh, con una ferviente invitación a su alabanza, pues, siempre otorga favores y bienes al que con fe le implora. Generosidad, que redunda también, en su propia gloria, como así lo cree el fiel yahvista, que se reconoce salvado por Él del gran apuro que ferozmente le atormentaba o de la enfermedad grave, que sin remedio padecía

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.

                    Y, a dar gracias a su Santo Nombre, alabándole con gozosa música, es a lo que invita el salmista, al reconocer, que siempre es sublime  su comportamiento con los que, estando en gran peligro le buscan humildemente. Y, además, tan sublime es su bondad, que su enfado con los culpables dura muy poco, es insignificante, y, en cambio, su misericordia y compasión duran siempre, por toda la vida. También, es tanta su ternura y tan conmovedor su consuelo, que, consigue aliviar con rapidez la tristeza y el sufrimiento de los que lloran,  haciendo brotar, en sus rostros, la sonrisa  y el júbilo

Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante,
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto,
por la mañana el júbilo.

                    Más, el orante insiste de nuevo, pidiendo a Yahveh, su auxilio y salvación,  y, como buscando, también, una plena seguridad, en el que, por su  misericordia y bondad, lo llena todo de esperanza, ya que, se ha sentido liberado de los enemigos que le acosaban o de la muerte que le amenazaba. Prometiendo a su Dios darle siempre y en todo momento gracias sin fin, la gloria que por su generosidad tiene merecida

Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas,
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.

                    Ocurre siempre así. Nuestro Dios, nos conduce por el camino del bien y de la Vida. Lo afirma también, la primera lectura bíblica de la Eucaristía, tomada del libro de la Sabiduría: La muerte no viene de Dios porque El es fuente de bien y de Vida: “DIOS NO HIZO LA MUERTE, NI SE RECREA EN LA DESTRUCCIÖN DE LOS VIVIENTES  Si por la envidia del diablo, entró la muerte en el mundo” LA JUSTICIA DE DIOS ES INMORTAL, lo llena todo  de  esperanza y salvación.

                    Más aún, Jesús venció la muerte crucificado en la Cruz, para  hacernos  inmortales por su entrega y Amor, dándonos la Vida Nueva del Reino. Vivió entre los hombres haciendo el bien, sanando y dando vida y consuelo. Y, porque la fe da la Vida y la acrecienta, Jesús en el Evangelio nos lo asegura resucitando a la Hija de Jairo, el jefe de la sinagoga, después de pedirle este, de rodillas, que se estaba muriendo. Ya muerta la niña, Jesús dijo al padre: “NO TEMAS BASTA QUE TENGAS FE” y después, cogiendo a la niña de la mano le dijo: “CONTIGO HABLO, NIÑA, LEVÁNTATE”.

                    También, cuando se dirigía a casa de Jairo, acompañado de una muchedumbre de gente,  se le acercó una mujer que padecía mucho tiempo flujo de sangre, pensando  que con solo tocarle se curaría, Jesús le dijo: “HIJA TU FE TE HA CURADO, VETE EN PAZ Y CON SALUD”.

                    Y, ahora, Jesús, también sigue saliendo por nuestros caminos cotidianos dándonos seguridad y Vida, sobre todo a los que tenemos fe en aquel a quien ÉL llama Padre. Y, más aún, todos nosotros con la fe que nos infunde el Espíritu Santo, podemos sanar y aliviar muchas situaciones dolorosas y dificultosas, no dejando que los signos de destrucción y de muerte, los odios y el pecado, acompañen el caminar de nuestro mundo.


                    Sembremos, pues, ilusión y esperanza, vida y amor por doquier, para que, pronto, para nosotros y para todos los hombres, sea realidad LA TIERRA NUEVA Y EL CIELO NUEVO QUE, TANTO ANHELAMOS.

miércoles, 24 de junio de 2015

Solemnidad de la Natividad de S. Juan Bta.


NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA


TE DOY GRACIAS, SEÑOR,
PORQUE ME HAS ESCOGIDO PORTENTOSAMENTE

Por M. Adelina Climent Cortés  O. P

                    Dios, que en su onmisciencia lo conoce, lo abarca y lo penetra todo. El que,  con su presencia, está en todo lugar y tiempo, también da vida y sostiene a los hombres, a todos los seres humanos, a los que, nos mira,  sin cansarse, con cariño y amor, pues somos hechura suya, fruto de sus manos bondadosas y creadoras, y que, por estar inmersos en su Luz, sabe nuestro nombre y conoce todos nuestros pensamientos, palabras, deseos y acciones, de manera que, en Él “vivimos, nos movemos y somos”.

                    A este Dios, que con tanta bondad y desvelo nos ama, nos cuida y protege, le alabamos y ensalzamos cantando el salmo 138 –considerado como uno de los himnos más hermosos del Antiguo testamento- con el que, le manifestamos,  nuestra total gratitud y  pertenencia.

“Te doy gracias, Señor, porque me has escogido portentosamente”

                    Es lo mismo que confiesa el salmista, desde una fe honda y confiada en Yahveh, su Dios, al que reconoce  pertenecerle totalmente, pues, se sabe protegido por su amor desde el seno materno y amparado por su Espíritu, que le va conduciendo con paso firme y seguro, en  su vivir cotidiano: 

Señor, tú me sondeas y me conoces:
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.

                    Pero, el salmista, no se cansa de dar gracias a Yahveh, su Dios, que, en su sabiduría, ha creado  todas sus obras y,. de manera más sublime aún, a todas sus criaturas:

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno,
porque son admirables tus obras.

                    Y, puesto que Yahveh, escoge y crea de manera tan admirable  y sobrecogedora a cada uno de los humanos, deduce el salmista, que, la protección de sus manos salvadoras no ha de faltarle nunca y que,  por su parte,   ha de corresponderle debidamente, es decir, viviendo sólo para Él, reconociendo que en todo momento le pertenece, y, trabajando para que, su causa, sea reconocida y estimada por los demás. 

Conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.
Cuando, en lo oculto, me iba formando
y entretejiendo en lo profundo de la tierra.

                    Y, de manera parecida al salmista, cuenta, el profeta Isaías, su elección por parte de Dios: “Estaba yo en el vientre y el Señor me llamó en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre” Para, después, añadir la llamada que le hizo: “Es poco que seas mi siervo: “Te hago luz de las naciones, para que, mi salvación, alcance hasta el confín de la tierra”.

                    También, por idénticos motivos, celebramos hoy, al más grande de los nacidos de mujer y, al mayor de los profetas, JUAN EL BAUTISTA, el que, fue elegido por Dios portentosamente, de manera que, su nacimiento, fue motivo de gozo y alegría, no solo para sus padres, sino también  para muchos,  puesto que, su misión, sería mostrar al CORDERO QUE QUITA EL PECADO DEL MUNDO.

                    Pero, no solo JUAN EL BAUTISTA y los profetas importantes dentro de la historia de la salvación, sino que, también, todo hombre: varón o hembra, hemos sido elegidos y formados por Dios, desde el seno materno, para ser hijos suyos y  vivir como tales. Y, por nuestra parte, de igual modo, hemos de corresponder a esta elección y llamada, con nuestro testimonio de vida, anunciando la luz de la salvación que ha despuntado en su Hijo Jesucristo, el Señor, con nuestra entrega y en su total seguimiento, de manera que, también, podamos cantar con gozoso entusiasmo y junto  con el salmista:


                    “TE DOY GRACIAS, SEÑOR, PORQUE ME HAS ESCOGIDO
PORTENTOSAMENTE Y PORQUE SON ADMIRABLES TUS OBRAS”. 

sábado, 20 de junio de 2015

Domingo XII del Tiempo Ordinario- B


DOMINGO XII DEL T. ORDINARIO - B


DAD GRACIAS AL SEÑOR,
PORQUE ES ETERNA SU MISERICORDIA

Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.


                    Con gozo y agradecimiento, celebramos y alabamos a Dios, origen y sostén de todo lo creado, como dueño y soberano único del mundo, Señor de la naturaleza y de todas las cosas. A este, nuestro Dios, que se nos da a conocer en sus obras, siempre salvadoras, y que, de manera tan amorosa se nos hace presente y camina entre nosotros, cantamos el salmo 106, un himno de acción de gracias y de alabanza,  que sabe recoger la alegría jubilosa de Israel al sentirse liberado y protegido por la bondad y fidelidad de su Dios, Yahveh, en los momentos mas difíciles y hostiles de su Historia. Los indicios del salmo apuntan al período posterior al exílio de Babilonia.

                    Si en  la totalidad del salmo aparece la acción benéfica y salvadora de Dios, en diferentes situaciones de la historia de Israel, en los versos que hoy meditamos y contemplamos, el salmista, en una liturgia comunitaria canta, desde una fe viva y agradecida, el gozo de saberse rescatados y liberados por la fuerza amorosa del Dios, Yahveh, a la vez que invita, a su reconocimiento y alabanza:

(Los hijos de Israel) entraron en naves por el mar,
comerciando por las aguas inmensas.
Contemplaron las obras de Dios,
sus maravillas en el océano.

                    Sabiendo que, históricamente, Israel no ha sido un pueblo dado a la navegación,  el salmista, evocando una “teofanía”, manifestación de la presencia y del poder de Dios,  pretende ensalzar la divinidad de Yahveh, que, con su poder, salva siempre a los que confían y se acogen a su misericordia, narrando una historia en la que, los marinos van a la deriva, para demostrar así, que solo Dios es el único que puede poner límites a la arrogancia del mar: “Hasta aquí llegarás y no pasarás” (Job, 38): 

Él habló y levantó un viento tormentoso,
que alzaba las olas a lo alto;
subían al cielo, bajaban al abismo,
el estómago revuelto por el mare

                    Los versos que siguen pueden ser, asomo y adelanto de lo que hizo Cristo Jesús,  ante el temor y la súplica de sus discípulos, durante la recia tormenta que amenazaba hundir la barca en la que pescaban, provocando el miedo y el terror en los  que navegaban con el Maestro; por lo que “JESÚS SE PUSO EN PIE, INCREPÓ AL VIENTO Y DIJO AL LAGO: SILENCIO CÁLLATE”. (Mc 4, 35-40)

Pero gritaron al Señor en su angustia
y los arrancó de la tribulación.
Apaciguó la tormenta en suave brisa,
y enmudecieron las olas del mar.

                    Ante la grandeza y soberanía del Dios, Yahveh,  se canta, de manera  jubilosa y agradecida el poder de su misericordia, que en toda ocasión libera a Israel, hasta conducirle amorosamente al puerto seguro de la salvación

Se alegraron de aquella bonanza,
y él los condujo al ansiado puerto.
Den gracias al Señor por su misericordia,
por las maravillas que hace con los hombres.

                    También, Jesús, Palabra creadora del Padre, al acallar, con su eficacia, el viento huracanado del mar, sé, autorrevela en su divinidad, mostrando en él la misma fuerza benéfica y liberadora de Dios: - ¿PERO QUIÉN ES ÉSTE? ¡HASTA EL VIENTO Y LAS AGUAS LE OBEDECEN!

                    Y, de la misma manera que Cristo Jesús vivió, en su persona, el paso de la muerte a la vida en su pasión y resurrección, su pascua salvadora, de la que puede ser signo revelador toda tormenta huracanada, pues nos hace pasar del miedo y el pavor que produce, a la calma del gozo y la bonanza que da seguridad y felicidad, es decir salvación; también, para nosotros, ha de ser saludable vivir y experimentar la inmensa alegría que produce nuestra sincera conversión de  corazón, que nos hace pasar de la tristeza y esclavitud del pecado, al gozo  liberador del perdón y del amor de Dios.


                    Efectivamente, Cristo Jesús, con su vida y ejemplo, nos enseña a despertar siempre de nuestra insensatez y  letargo, con el fin de avivar nuestra fe y esperanza en la felicidad eterna, inaugurando de esta manera la nueva creación en la que pasamos a ser criaturas nuevas, verdaderos hijos de Dios, llamados a vivir eternamente en su comunión de amor.  

sábado, 13 de junio de 2015

Domingo XI- Tiempo Ordinario- B


DOMINGO  XI  DEL  TIEMPO  ORDINARIO

ES BUENO DAR GRACIAS AL SEÑOR

Por Mª Adelina Climent Cortés  O P.

        
                    Es bueno dar gracias al Señor, al Dios que guarda fielmente la alianza con Israel,  su pueblo, al que ama y protege en todo momento llevado de su gran misericordia y compasión. También hay que darle gracias, porque quiere nuestra rectitud, que busquemos siempre su justicia; pero, sobre todo hay que darle gracias, porque  desea nuestra sincera alabanza. Y, un salmo de oración, de acción de gracias y de alabanza, como es el 91, le cantamos hoy.

                    El salmo 91 es, además, un himno de gratitud a Yahvé con reflexiones sapienzales; y, también, es un “canto para el sábado” uno de los que rezaban los israelitas encargados de la liturgia y del servicio del templo. El salmista,  lo canta con entusiasmo y, con la alegría y el gozo que se experimenta cuando se vive en la cercanía de Dios y dedicados a su alabanza, desde el amanecer del día hasta su ocaso: 

Es bueno dar gracias al Señor,
y tañer para tu nombre, oh Altísimo;
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad.

                    El salmo, pasa a describir la recompensa que tendrán los justos, los que hacen de su vida una búsqueda en fidelidad al Dios de la Alianza, y, lo describe, con   imágenes vegetales muy expresivas. El que es justo crece y se perfecciona hasta alcanzar la santidad que Dios quiere para él:

El justo crecerá como palmera,
se alzará como cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios.

                    Y, como todo árbol cuidado y frondoso, no solo dará frutos en los años de apogeo y juventud, sino que, también, los dará  en la vejez, cuando toda obra buena y virtuosa lleva la dulzura y madurez de una vida experimentada y vivida junto a Dios, proclamando su justicia y su bondad:     

En la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso;
para proclamar que el Señor es justo
que en mi Roca no existe la maldad.


                    Más, el Justo por excelencia, para nosotros los creyentes, es Cristo Jesús, que, junto al Padre y cumpliendo siempre su voluntad, ha crecido y se ha fortalecido hasta dar su vida por amor en el árbol de la cruz, y en beneficio de todos los hombres. Es el fruto de la salvación ofrecido y entregado gratuitamente a la humanidad, ya que, todos podemos acogerlo y quedar salvos de nuestros egoísmos y pecados.


                    Y, también nosotros, los que queremos hacer de nuestra vida un seguimiento de Cristo Jesús, hemos de ser árboles sanos, altos y frondosos, cargados de frutos de buenas obras, para que, los que lo deseen, puedan descansar  a la sombra de nuestra santidad y saborearlos. Y, estos frutos deberán  ser los de Dios y los de su Reino:  amor, verdad, paz, paciencia, solidaridad, generosidad. A ello nos invitó Cristo Jesús, cuando dijo a los que le seguían: “sed santos como vuestro Padre celestial es santo” Y, sólo así, dando frutos de bondad y de amor, podremos hacer de nuestras vidas una oración de alabanza a Dios, del que procede toda santidad, proclamando y diciéndonos con entusiasmo: “Es bueno dar gracias al Señor”    

miércoles, 10 de junio de 2015

Sagrado corazón de Jesús- B


EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
  
 SACARÉIS AGUAS CON GOZO
DE LAS FUENTES DEL SALVADOR

Sor Mª Adelina Climent Cortés  O.P.

      
                    Hermoso y profundo  día, el de la Solemnidad del SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, para cantar y alabar a Dios por su SALVACIÓN, fruto y expresión de su infinito Amor que, en su Hijo Unigénito, encarnado en el seno de María Virgen, se nos ha hecho humano,  cercano, y entregado hasta su muerte en Cruz, en remisión de nuestros pecados: verdadero y excelso DON de la misericordia entrañable de Dios Padre, para cada uno de sus hijos, los hombres, y para toda la humanidad, que lo recibe con agradecimiento.                                                                                        

                    La personificación de la Salvación de Dios es, pues,  JESUCRISTO, que, herido por nuestro amor y compadecido de nosotros, pudo decir: “CUANDO SEA ELEVADO EN LA CRUZ ATRAERÉ A TODOS A MÍ”. También leemos en el Evangelio de Juan: “viendo que había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados con la lanza le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua”. Y, en otra Escritura: “Mirarán al que atravesaron”, es decir, a CRISTO JESÚS, a quien Dios constituyó sacrificio de propiciación mediante la fe en su sangre.

                     Hoy, agradecidos, y en festiva y gozosa alabanza, celebramos, el Amor sublime y probado de Dios, en el CORAZÓN DE CRISTO JESÚS: AMOR DE LOS AMORES, entonando el cántico de la salvación, de Isaías 12, 2-6:
   
El Señor es mi Dios y salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor.
Él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación.

                      Las fuentes de la salvación, para los cristianos y, también, para todos los hombres, son las del CORAZÓN ABIERTO Y TRASPASADO DE JESÚS, caudaloso manantial de misericordia, de puro amor eclesial y sacramental, que limpia, perdona y regenera,  invitando a beber del torrente de sus delicias a todos los que estamos sedientos de justicia y de paz; es decir, de salvación: “El que tenga sed, que venga a mí, y que beba”. Todo un misterio de AMOR y de VIDA:   

Dad gracias al Señor
invocad su nombre
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso.

                       Cantar al Señor Yahveh con júbilo y agradecimiento, alabar siempre su gloria, anunciar su ternura paternal: hasta tener el corazón revuelto y las entrañas conmovidas ante la infidelidad de Israel, y pregonar su bondad y salvación, era lo que debía hacer el que se tenía por piadoso y fiel israelita:

Tañed para el Señor que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra,
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
“qué grande es en medio de ti
el santo de Israel”

Este amor salvador de Dios, en la Nueva y Eterna Alianza, de la que emerge la Iglesia, nuestra Madre, se nos comunica a torrentes por el CORAZÓN ABIERTO DE CRISTO JESÚS,  que nos redime y salva  hasta sumergirnos en lo más profundo de su insondable Misterio de Amor y Conocimiento; pues, por su ESPÍRITU, podemos hacer nuestros su misma vida y sus propios sentimientos, que nos ayudan a vivir en comunión de vida y de amor con todos los hombres, nuestros hermanos, y poder llegar así  a la meta, según la plenitud total de Dios, en su VIDA TRINITARIA.

                    Y, porque Dios tiene un corazón grande en el que cabemos todos y en el que podemos saciar la sed de verdad y de infinitud que tenemos, hagamos de nuestro vivir, ya desde ahora, y para siempre, un continuo canto de júbilo y gratitud a su excelsa bondad y misericordia:

¡GLORIA A TI, SEÑOR, PORQUE, SIEMPRE, NOS AMAS CON MISERICORDIA Y NOS  SALVAS!


¡TE ALABAMOS, TE BENDECIMOS, TE ADORAMOS, Y TE DAMOS GRACIAS!

sábado, 6 de junio de 2015

CUERPO Y SANGRE DE CRISTO - B


SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO - B



ALZARÉ LA COPA DE LA SALVACIÓN

Por Mª Adelina Climent Cortés  O. P.


                  Celebramos, hoy, al Dios Amor y Don de Salvación, en el pan compartido, su cuerpo entregado, y en el vino nuevo, su sangre derramada como precio caro de nuestro rescate. Es la fiesta del CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO JESÚS. Memorial de su Muerte y Resurrección. Misterio y Sacramento de Comunión. Pan de Vida Eterna y alimento sabroso que nos nutre y nos incorpora al Señor y a los hermanos. Prodigio excelso, que hoy veneramos y adoramos con fervor, alegría y esplendor, con muestras de agradecimiento sin fin...

                  Con  el  salmo 115,  himno  de  acción  de  gracias  a Yahveh,   que,  en  esta solemnidad del CUERPO Y SANGRE DEL SEÑOR, forma parte de las lecturas bíblicas  de la  Eucarística, se señala  la excelsa  grandeza y virtud de la Sangre de Cristo Jesús, significada en la copa rebosante de vino sabroso, ofrecida y derramada en sacrificio de expiación: ”NOS HAS COMPRADO CON TU SANGRE PRECIOSA, SEÑOR” y también: “NOS AMÓ Y SE ENTREGÓ POR NOSOTROS”.

                El salmo 115, con sentido profético, canta la gran generosidad de amor y de entrega, de CRISTO JESÚS, valiéndose de una fórmula ritual existente y del  gesto que la acompaña, expresión de una ofrenda sacrificial. Verdadera alabanza espiritual,  la que brota de un corazón  sincero y comprometido, en gratitud  a Yahveh,  que siempre salva y regenera:

Alzaré la copa de la salvación
invocando tu nombre, Señor

                  El nombre del Señor, lo que mejor le define es: Amor, Bendición y Gratuidad, cualidades que se manifiestan en la entrega de su Hijo Cristo Jesús, el que, con  su sangre redentora sella el pacto de la Nueva y Eterna Alianza, y que,  anulando las anteriores, tiene virtud para liberarnos de toda esclavitud y  ahuyentar de nosotros, para siempre, la muerte y el pecado. Sangre de Cristo Jesús,  también resucitadora y vivificadora, ofrecida en un cáliz rebosante de vida y de espíritu, que nos va transformando en auténticos hijos de Dios Padre y en herederos de su reino glorioso:
                 
Alzaré la copa de la salvación
invocando tu nombre, Señor

                    En agradecimiento, por tanta entrega y generosidad por parte del Señor Yahveh, el salmista, quiere cumplir sus promesas en presencia de todo el pueblo, es decir, en una alabanza litúrgica,  pública y solemne, de manera, que puedan unírsele otros fieles, para tributarle el debido reconocimiento por los muchos beneficios  recibidos de su grandeza y bondad:

Alzaré la copa de la salvación
invocando tu nombre, señor


                    Y, en esta fiesta del CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO JESÚS, en la que, después de comerle y beberle en LA EUCARISTÍA, se dejará contemplar  en la HOSTIA SAGRADA, sobre el altar, y  en la procesión  por  las  calles engalanadas de la ciudad, para así recibir nuestra gratitud por su cercanía y amistad, por haber querido dársenos como posesión nuestra, de toda la comunidad eclesial, ofreciendo siempre su amor y salvación, dejemos, también, que al mismo tiempo, brote de nuestro interior, esta  profunda y sencilla oración del salmo:

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?

ALZARÉ LA COPA DE LA SALVACIÓN
INVOCANDO TU NOMBRE, SEÑOR.


AMÉN. ALELUYA.