viernes, 29 de junio de 2018

S. Pedro y S. Pablo


SAN  PEDRO  Y  SAN  PABLO

EL  ÁNGEL  DEL  SEÑOR
LIBRA  A  LOS  QUE  TEMEN  A  DIOS

Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P
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                  En la solemnidad de SAN PEDRO Y SAN PABLO, el salmo 33 recoge y expresa los sentimientos de alabanza y gratitud de los dos apóstoles.  Pablo dice: “El Señor me libró de la boca  del león”  y,  Pedro,   liberado  por el ángel del Señor mientras La Iglesia oraba por él, afirma: “El Señor ha  enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos”

                  El salmo 33, es un  himno de alabanza y de acción de gracias, sentimientos que brotan del corazón de un orante desde su pobreza  y humildad, y que, en su sufrimiento y desamparo, pero llevado de una fe inquebrantable en la bondad de Yahveh, ha experimentado la liberación y la salvación.

Bendigo al Señor en todo momento
su  alabanza está siempre en mi boca
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

                 El salmista,  después de invitar a los sencillos, a los que son y piensan como él,  a escuchar y alegrarse en la alabanza al Señor, les persuade a que se unan  a esta adoración divina, ya que, Yahveh, atiende a cuantos le invocan, porque, es el Dios que siempre libera, sana y restablece.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor y me respondió,
me libró de todas mis ansias.
 
                  Pero,  no solo el Señor escucha y acoge al que le invoca, sino que, además,  alabarle y  contemplarle, es quedar radiantes ante él, repletos de luz y de hermosura, participar de su belleza  y de su vida, quedar divinizados:
                 
Contempladlo y quedaréis radiantes,
vuestro  rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias

                 Más, también, Yahveh,  envía a sus ángeles, mensajeros divinos, para que realicen su voluntad en favor de los hombres. Así de bueno y amable es el Señor con los que sinceramente le buscan:                       

El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved que bueno es el Señor;
dichoso el que se acoge  a él.

                    Recordamos, también, en las lecturas bíblicas de esta celebración, la confesión sublime y admirable de Pedro: “TÚ ERES EL MESÏAS EL HIJO DE DIOS VIVO“, después de haber preguntado Jesús: - Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Y el testimonio valiente y sincero de Pablo confesando: “EL SEÑOR ME AYUDÓ Y ME DIO FUERZAS  PARA  ANUNCIAR  ÍNTEGRO  EL  MENSAJE, DE  MODO  QUE  LO OYERAN  TODOS  LOS GENTILES”.
           
                    También, Cristo Jesús, NUESTRO SEÑOR y ejemplo de vida  para todos los cristianos, en la angustia y soledad de Getsemaní, fue liberado por el PADRE, durante  una oración profunda y confiada en la que, quedó confortado con la presencia de un ángel del cielo. Así  pudo consumar su entrega hasta la muerte, fuente de salvación y de gloria para todos nosotros.


                     Y, de igual manera, todos nosotros, si de verdad sabemos acogernos al Señor, desde una fe profunda, sincera y amorosa, en las necesidades y  aprietos que siempre nos acechan,  tendremos la dicha de sabernos protegido y acogidos por Dios, nuestro Señor. Y gozaremos de la felicidad de reconocer y confesar  su bondad salvadora, que ha de movernos a una continua alabanza de contemplación y de acción de gracias en la que,  quedaremos radiantes, al participar de su misma vida y gloria.

viernes, 22 de junio de 2018

Natividad de S. Juan Bta.

NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA

TE DOY GRACIAS, SEÑOR,
PORQUE ME HAS ESCOGIDO PORTENTOSAMENTE

Por M. Adelina Climent Cortés  O. P

                    Dios, que en su onmisciencia lo conoce, lo abarca y lo penetra todo. El que,  con su presencia, está en todo lugar y tiempo, también da vida y sostiene a los hombres, a todos los seres humanos, a los que, nos mira,  sin cansarse, con cariño y amor, pues somos hechura suya, fruto de sus manos bondadosas y creadoras, y que, por estar inmersos en su Luz, sabe nuestro nombre y conoce todos nuestros pensamientos, palabras, deseos y acciones, de manera que, en Él “vivimos, nos movemos y somos”.

                    A este Dios, que con tanta bondad y desvelo nos ama, nos cuida y protege, le alabamos y ensalzamos cantando el salmo 138 –considerado como uno de los himnos más hermosos del Antiguo testamento- con el que, le manifestamos,  nuestra total gratitud y  pertenencia.

“Te doy gracias, Señor, porque me has escogido portentosamente”

                    Es lo mismo que confiesa el salmista, desde una fe honda y confiada en Yahveh, su Dios, al que reconoce  pertenecerle totalmente, pues, se sabe protegido por su amor desde el seno materno y amparado por su Espíritu, que le va conduciendo con paso firme y seguro, en  su vivir cotidiano: 

Señor, tú me sondeas y me conoces:
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.

                    Pero, el salmista, no se cansa de dar gracias a Yahveh, su Dios, que, en su sabiduría, ha creado  todas sus obras y, de manera más sublime aún, a todas sus criaturas:

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno,
porque son admirables tus obras.

                    Y, puesto que Yahveh, escoge y crea de manera tan admirable  y sobrecogedora a cada uno de los humanos, deduce el salmista, que, la protección de sus manos salvadoras no ha de faltarle nunca y que,  por su parte,   ha de corresponderle debidamente, es decir, viviendo sólo para Él, reconociendo que en todo momento le pertenece, y, trabajando para que, su causa, sea reconocida y estimada por los demás. 

Conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.
Cuando, en lo oculto, me iba formando
y entretejiendo en lo profundo de la tierra.

                    Y, de manera parecida al salmista, cuenta, el profeta Isaías, su elección por parte de Dios: “Estaba yo en el vientre y el Señor me llamó en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre” Para, después, añadir la llamada que le hizo: “Es poco que seas mi siervo: “Te hago luz de las naciones, para que, mi salvación, alcance hasta el confín de la tierra”.

                    También, por idénticos motivos, celebramos hoy, al más grande de los nacidos de mujer y, al mayor de los profetas, JUAN EL BAUTISTA, el que, fue elegido por Dios portentosamente, de manera que, su nacimiento, fue motivo de gozo y alegría, no solo para sus padres, sino también  para muchos,  puesto que, su misión, sería mostrar al CORDERO QUE QUITA EL PECADO DEL MUNDO.

                    Pero, no solo JUAN EL BAUTISTA y los profetas importantes dentro de la historia de la salvación, sino que, también, todo hombre: varón o hembra, hemos sido elegidos y formados por Dios, desde el seno materno, para ser hijos suyos y  vivir como tales. Y, por nuestra parte, de igual modo, hemos de corresponder a esta elección y llamada, con nuestro testimonio de vida, anunciando la luz de la salvación que ha despuntado en su Hijo Jesucristo, el Señor, con nuestra entrega y en su total seguimiento, de manera que, también, podamos cantar con gozoso entusiasmo y junto  con el salmista:


“TE DOY GRACIAS, SEÑOR, PORQUE ME HAS ESCOGIDO
PORTENTOSAMENTE Y PORQUE SON ADMIRABLES TUS OBRAS”.

sábado, 16 de junio de 2018

Domingo XI del T.O.- B


DOMINGO XI  DEL T. O. - B

ES BUENO DAR GRACIAS AL SEÑOR

Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.


                    Ser agradecidos es un don de Dios y cuando el Señor nos inunda de gracias y bienes es un deber reconocerlo con agradecimiento. Hoy las lecturas bíblicas de La Eucaristía lo indican, y el salmo 91, lo canta con entusiasmo: “Es bueno darte gracias, Señor”. LA PALABRA DE DIOS nos habla del crecimiento del REINO, que será y que está ya presente. Que se ha manifestado concretamente en JESUCRISTO, pero que, siempre crece, misteriosamente, por su propia fuerza y con la pequeña y humilde aportación de cada uno de nosotros, hasta que,  todo lo creado sea redimido y se manifieste maravillosamente la fiel y amorosa presencia del DIOS CON NOSOTROS.

                     El salmo, con el que aclamamos, en La Eucaristía, al Rey y Señor de todo lo creado, tiene su origen en el posexílio. Es un Himno gozoso y  de acción de  gracias,   con un hondo sentido contemplativo y de amorosa y prolongada alabanza, (durante el día y la noche), a Yahveh, en el Templo Santo: oasis de su ternura, bondad y bendición para todo el que le busca. Contiene, además, rasgos sapienzales.

                      Comienza el himno dando gracias a Yahveh y proclamando, con exquisita y sonora música, la alabanza contemplativa a su Santo Nombre, pues siempre y en todo momento protege y es fiel a su amor para con todo su pueblo:

Es bueno dar gracias al Señor
Y tañer para tu nombre, oh Altísimo;
Proclamar por la mañana tu misericordia
Y por la noche tu fidelidad.

                      El salmista hace una reflexión sapienzal sobre lo que es el justo que confía siempre en el Señor y es fiel a su amor: Con la fuerza divina que surge de la amistad y adhesión a Él, y que, se  acrecienta y fortalece cuando se le invoca en los atrios de su santo templo, llega a ser una señal luminosa, por su firmeza y altura y por su  hermosura  y esbeltez, capaz de embellecer, junto con todo lo creado, la gloria y majestad del Dios Soberano:

El justo crecerá como la palmera,
Se alzará como cedro del Líbano.
Plantado en la casa del Señor,
Crecerá en los atrios de nuestro Dios.

                    Hasta en la vejez,  el justo conservará su pujanza y hermosura; la firmeza, el vigor y la frescura de su verdura y lozanía, de manera que siempre podrá proclamar con gozo y entusiasmo la bondad y santidad de su Dios Yahveh, que llena todo el universo con su amor y presencia:

En la vejez seguirá dando fruto
Y estará  lozano y frondoso,
Para proclamar que el Señor es justo,
Que en mi roca no existe la maldad.

                    También, el Profeta Ezequiel nos habla de un renacer mesíánico, del esperado descendiente de David, diciéndonos que: será el cedro noble que ofrezca universal apoyo y esperanza a toda La Humanidad, por su energía transformadora y salvadora, y que irá llevando a plenitud todo lo creado hasta consolidar y hacer visible el REINADO DE DIOS entre nosotros.
                   
                    Y JESÚS, EL MESÍAS SALVADOR, nos habla también en el Evangelio del REINO: que tiene un dinamismo propio imposible de detener, y que progresa sin cesar a través de las dificultades y circunstancias de la vida cotidiana, pues su comienzo garantiza ya su plenitud: “La semilla germina y va creciendo sin que el hombre  que la sembró sepa cómo”.

                    Y en  otra parábola nos dice, que “el REINO es como un grano de mostaza, que siendo la semilla más pequeña brota y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas”. Dándonos a entender que lo pequeño y sencillo, todo lo creado, contribuye a acrecentarlo y hacerlo visible y, que, nuestras propias acciones, por insignificantes que sean, pueden y deben ayudar a su total y pleno crecimiento,

                    También, EL REINO DE DIOS, que está entre nosotros, penetra nuestro interior para divinizarlo, siendo LA EUCARISTÍA, sobre todo, la que siembra en nosotros, por el Amor de Jesucristo y la energía de su Palabra, la semilla de LA VIDA ETERNA.


                    Más, para que nuestra capacidad de respuesta al REINO sea eficaz y, como el Señor espera de nosotros, hemos de pedir su constante ayuda, que podría ser rezando esta humilde oración: “Haz, Señor, que la simiente del Reino, que con nuestro trabajo hemos sembrado hoy, crezca y germine para la cosecha de LA VIDA ETERNA. Amén.

sábado, 9 de junio de 2018

Domingo X del T.O.-B


DOMINGO X DEL T. ORDINARIO - B

DESDE LO HONDO A TÍ GRITO, SEÑOR

Por Mª Adelina Climent Cortés  O. P.


                    El Señor, en el que creemos y al que amamos, es un Dios que perdona siempre con generosidad, que se goza en disimular nuestras culpas y borrar nuestros pecados, que es fiel como nadie y que siempre nos mira con cariño y gratitud.

                    También, nosotros, correspondiendo a su gran misericordia y lealtad que definen tanto su manera de ser y de comportarse, generando siempre consuelo y esperanza, debemos bendecirle, con sincero agradecimiento, cantando el salmo 129.

                    Este salmo, tan conocido, rezado, y apreciado, tiene su origen en el período posterior al exilio de Babilonia.

                    Al poema, se le puede interpretar, como un reclamo vivo y profundo al Dios que perdona siempre y con gratuidad;  o como una súplica al Señor que, por su bondad, es confesado y amado por el fiel israelita y  todo el pueblo, pues, se le puede invocar con confianza, y, es digno de ser creído en todo momento.

                     Siempre que confesamos a Dios con sinceridad, buscando su amor y perdón o deseando contemplar su rostro, nuestra oración brota desde el interior de nuestro ser con fuerza y vehemencia: como queriendo conseguir de Él lo que tanto nos interesa y deseamos:

Desde lo hondo a ti grito, Señor:
Señor, escucha mi voz;
estén tus oído atentos
a la voz de mi súplica.

                     El orante salmista, está persuadido de que, sin el  perdón de Yahveh y sin la confianza en su inmensa bondad, el hombre no puede subsistir; ya que es incapaz, por si mismo, de superar su egoísmo y su inclinación al mal. Por lo que, este Dios, merece tanto ser admirado y  respetado:

Si llevas cuenta de los delitos, Señor
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón
y así infundes respeto.

                    Por eso quiere, el orante, reavivar su esperanza, fruto de su fe en el Dios, que siempre escucha y complace. El único que puede colmar los deseos de luz y verdad de su alma y de toda la existencia humana,  haciendo que, en la noche de la culpa brille la claridad radiante de su Palabra:

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.

                    Y no solo el orante, también es todo Israel el que espera su salvación, como  el centinela la aurora, sabiendo que, solo el Mesías Redentor, puede hacer realidad La Nueva Alianza querida y anunciada por los profetas. La Vida Nueva, que llevará a plenitud CRISTO JESÚS, EL MESÍAS SALVADOR, que sin ser conocido era ya  esperado:

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

                    Efectivamente, es Cristo Jesús, el que realizará La Nueva Alianza y la llevará a plenitud con su entrega amorosa, redimiendo el universo con su muerte y resurrección y haciendo  amanecer el día sin ocaso, la aurora luciente de la mañana. Lo que experimenta, también, el pecador, cuando se siente acogido y perdonado por el Dios, que lo llena todo con su misericordia infinita.

                    Pero, hemos de querer ese perdón amoroso de Dios y procurarlo con todo el corazón. Así lo insinúa Jesús en el evangelio de este domingo, cuando nos asegura que, quien blasfema contra el ESPÍRITU SANTO no tendrá perdón jamás: CARGARÁ CON SU PECADO PARA SIEMPRE. Indicando, que, este pecado no tiene perdón, precisamente, porque no hay arrepentimiento en el que lo comete, ni generosa voluntad de sincera conversión.


                    Agradezcamos a Jesús, en esta Eucaristía, el regalo mejor de su infinita bondad y  misericordia al invitarnos a su Mesa para comer su Santísimo Cuerpo, y la generosidad de su continuo perdón y cercanía, siéndole gratos en todo momento,  superando la inclinación al mal que hay en todo ser humano y ofreciéndole nuestro amor y fidelidad con la esperanza de gozar junto a Él en la felicidad del Paraíso Celeste. 

jueves, 7 de junio de 2018

Sagrado corazón-Solemnidad


EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - B

 SACARÉIS AGUAS CON GOZO

DE LAS FUENTES DEL SALVADOR


Sor Mª Adelina Climent Cortés  O.P.

      
                    Hermoso y profundo  día, el de La Solemnidad del SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, para cantar y alabar a Dios por su SALVACIÓN, fruto y expresión de su infinito Amor que, en su Hijo Unigénito, encarnado en el seno de María Virgen, se nos ha hecho humano,  cercano, y entregado hasta su muerte en Cruz, en remisión de nuestros pecados: verdadero y excelso DON de la misericordia entrañable de Dios Padre, para cada uno de sus hijos, los hombres, y para toda la humanidad, que lo recibe con agradecimiento.                                                                                        

                    La personificación de La Salvación de Dios es, pues,  JESUCRISTO, que, herido por nuestro amor y compadecido de nosotros, pudo decir: “CUANDO SEA ELEVADO EN LA CRUZ ATRAERÉ A TODOS A MÍ”. También leemos en el Evangelio de Juan: “viendo que había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados con la lanza le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua”. Y, en otra Escritura: “Mirarán al que atravesaron”, es decir, a CRISTO JESÚS, a quien Dios constituyó sacrificio de propiciación mediante la fe en su sangre.

                     Hoy, agradecidos, y en festiva y gozosa alabanza, celebramos, el Amor sublime y probado de Dios, en el CORAZÓN DE CRISTO JESÚS: AMOR DE LOS AMORES, entonando el cántico de la salvación, de Isaías 12, 2-6:
   
El Señor es mi Dios y salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor.
Él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación.

                      Las fuentes de la salvación, para los cristianos y, también, para todos los hombres, son las del CORAZÓN ABIERTO Y TRASPASADO DE JESÚS, caudaloso manantial de misericordia, de puro amor eclesial y sacramental, que limpia, perdona y regenera,  invitando a beber del torrente de sus delicias a todos los que estamos sedientos de justicia y de paz; es decir, de salvación: “El que tenga sed, que venga a mí, y que beba”. Todo un misterio de AMOR y de VIDA:   

Dad gracias al Señor
invocad su nombre
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso.

                       Cantar al Señor Yahveh con júbilo y agradecimiento, alabar siempre su gloria, anunciar su ternura paternal: hasta tener el corazón revuelto y las entrañas conmovidas ante la infidelidad de Israel, y pregonar su bondad y salvación, era lo que debía hacer el que se tenía por piadoso y fiel israelita:

Tañed para el Señor que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra,
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
“qué grande es en medio de ti
el santo de Israel”    

Este amor salvador de Dios, en La Nueva y Eterna Alianza, de la que emerge La Iglesia, nuestra Madre, se nos comunica a torrentes por el CORAZÖN ABIERTO DE CRISTO JESÚS,  que nos redime y salva  hasta sumergirnos en lo más profundo de su insondable Misterio de Amor y Conocimiento; pues, por su ESPÍRITU, podemos hacer nuestros su misma vida y sus propios sentimientos, que nos ayudan a vivir en comunión de vida y de amor con todos los hombres, nuestros hermanos, y poder llegar así  a la meta, según la plenitud total de Dios, en su VIDA TRINITARIA.

                    Y, porque Dios tiene un corazón grande en el que cabemos todos y en el que podemos saciar la sed de verdad y de infinitud que tenemos, hagamos de nuestro vivir, ya desde ahora, y para siempre, un continuo canto de júbilo y gratitud a su excelsa bondad y misericordia:

¡GLORIA A TI, SEÑOR, PORQUE, SIEMPRE, NOS AMAS CON MISERICORDIA Y NOS  SALVAS!


¡TE ALABAMOS, TE BENDECIMOS, TE ADORAMOS, Y TE DAMOS GRACIAS!

sábado, 2 de junio de 2018

Corpus Cristi


SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO - B

ALZARÉ LA COPA DE LA SALVACIÓN


Por Mª Adelina Climent Cortés  O. P.


                  Celebramos, hoy, al Dios Amor y Don de Salvación, en el pan compartido, su cuerpo entregado, y en el vino nuevo, su sangre derramada como precio caro de nuestro rescate. Es la fiesta del CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO JESÚS. Memorial de su Muerte y Resurrección. Misterio y Sacramento de Comunión. Pan de Vida Eterna y alimento sabroso que nos nutre y nos incorpora al Señor y a los hermanos. Prodigio excelso, que hoy veneramos y adoramos con fervor, alegría y esplendor, con muestras de agradecimiento sin fin...

                  Con  el  salmo 115,  himno  de  acción  de  gracias  a Yahveh,   que,  en  esta solemnidad del CUERPO Y LA SANGRE DEL SEÑOR, forma parte de las lecturas bíblicas  de La  Eucarística, se señala  la excelsa  grandeza y virtud de La Sangre de Cristo Jesús, significada en la copa rebosante de vino sabroso, ofrecida y derramada en sacrificio de expiación: ”NOS HAS COMPRADO CON TU SANGRE PRECIOSA, SEÑOR” y también: “NOS AMÓ Y SE ENTREGÓ POR NOSOTROS”.

                El salmo 115, con sentido profético, canta la gran generosidad de amor y de entrega, de CRISTO JESÚS, valiéndose de una fórmula ritual existente y del  gesto que la acompaña, expresión de una ofrenda sacrificial. Verdadera alabanza espiritual,  la que brota de un corazón  sincero y comprometido, en gratitud  a Yahveh,  que siempre salva y regenera:

Alzaré la copa de la salvación
invocando tu nombre, Señor

                  El nombre del Señor, lo que mejor le define es: Amor, Bendición y Gratuidad, cualidades que se manifiestan en la entrega de su Hijo Cristo Jesús, el que, con  su sangre redentora sella el pacto de La Nueva y Eterna Alianza, y que,  anulando las anteriores, tiene virtud para liberarnos de toda esclavitud y  ahuyentar de nosotros, para siempre, la muerte y el pecado. Sangre de Cristo Jesús,  también resucitadora y vivificadora, ofrecida en un cáliz rebosante de vida y de espíritu, que nos va transformando en auténticos hijos de Dios Padre y en herederos de su reino glorioso:
                 
Alzaré la copa de la salvación
invocando tu nombre, Señor

                    En agradecimiento, por tanta entrega y generosidad por parte del Señor Yahveh, el salmista, quiere cumplir sus promesas en presencia de todo el pueblo, es decir, en una alabanza litúrgica,  pública y solemne, de manera, que puedan unírsele otros fieles, para tributarle el debido reconocimiento por los muchos beneficios  recibidos de su grandeza y bondad:

Alzaré la copa de la salvación
invocando tu nombre, señor


                    Y, en esta fiesta del CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO JESÚS, en la que, después de comerle y beberle en LA EUCARISTÍA, se dejará contemplar  en la HOSTIA SAGRADA, sobre el altar, y  en la procesión  por  las  calles engalanadas de la ciudad, para así recibir nuestra gratitud por su cercanía y amistad, por haber querido dársenos como posesión nuestra, de toda la comunidad eclesial, ofreciendo siempre su amor y salvación, dejemos, también, que al mismo tiempo, brote de nuestro interior, esta  profunda y sencilla oración del salmo:

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?

ALZARÉ LA COPA DE LA SALVACIÓN

INVOCANDO TU NOMBRE, SEÑOR.


AMÉN. ALELUYA.