SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
DIOS, EN MARIA, HA HECHO MARAVILLAS
Por Mª Adelina Climent Cortés
O.P.
Es la fiesta entrañable de
MARÍA en su INMACULADA CONCEPCIÓN, predestinada por Dios desde la eternidad a
ser MADRE DEL REDENTOR, logrando dejar abierto, de este modo, un camino de
esperanza y optimismo a la creación
entera, que vive, deseosa y anhelante, la venida gloriosa del Salvador.
.
Verdaderamente, Dios se ha complacido en
María obrando en ella maravillas, y llenándola de su Gracia, es decir,
enriqueciéndola de sí mismo y embelleciéndola con virtudes y prerrogativas, para hacerla digna Madre de su Hijo Jesús, dando comienzo así, la salvación prometida a toda la humanidad.
Y, por esta tan grandiosa generosidad de Dios, que se ha complacido en “elegir”
y exaltar de este modo a María, una criatura de nuestra raza y condición, y,
porque, también lo hará con cada uno de nosotros, hijos suyos por su propia
iniciativa, le damos gracias y alabamos
su nombre, cantando el salmo 97:
Cantad al
Señor un cántico nuevo,
porque ha
hecho maravillas.
En María, el poder y la
victoria de Dios alcanzan su culmen y esplendor. La fiesta de LA INMACULADA CONCEPCIÓN ,
desborda en todos los mortales júbilo, alegría y gozo, y es, fuente de fuerza y
esperanza en la lucha contra el pecado y el mal. En María, el sol de justicia
que nos trae la salvación, Jesucristo nuestro Señor, irrumpe, como un glorioso
amanecer e ilumina una creación nueva, la del Reino de Dios:
Su diestra
le ha dado la victoria,
su santo
brazo.
Gracias a le generosidad de
Dios con María y con toda la humanidad, y al
deseo del pueblo ferviente, el
ocho de Diciembre de 1854, pudo ser declarado dogma de fe, que, María, la Madre de Jesús, fue llena de
gracia ya desde el primer momento de su existencia y concebida sin pecado, en
vista a los méritos de su hijo Jesús, el Salvador.
El Señor da
a conocer su victoria;
revela a las
naciones su justicia:
se acordó de
su misericordia y su fidelidad
en favor de
la casa de Israel.
Y, del gozo de haber sido
salvados por Dios, participa, también, toda la creación que, gozosa, contempla y aclama a su creador
en alabanza de su gloria; por lo que, también, hace fiesta a MARÍA INMACULADA, LA MADRE DEL REDENTOR, y la
primera redimida de la humanidad, la que, con humildad, proclama agradecida la
grandeza del Señor, en el Magníficat, y lo ensalza porque “su misericordia llega a todos sus fieles de generación en
generación”:
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria
de nuestro Dios.
Aclamad al Señor tierra entera,
gritad,
vitoread, tocad.
Pero, la festividad de la INMACULADA CONCEPCIÓN ,
además de darnos alegría, paz. y optimismo, ha de despertar en todos nosotros,
en todos los cristianos, un gran amor filial hacia ella, la SEÑORA , y deseos de imitar
sus virtudes; sobre todo, su humildad, al sentirse “esclava del Señor”, su
agradecimiento, que le hizo decir: “se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador”
y más aun, su firme disponibilidad a los planes salvadores del Señor: “hágase
en mí según tu palabra” y, su honda fe receptiva, al acoger la PALABRA en sus entrañas,
para ofrecerla al mundo.
Y, porque, también nosotros
hemos sido “elegidos” desde la eternidad, para ser hijos de Dios, tenemos que
responder, generosamente, a las llamadas que el Señor nos hace constantemente,
con el fin, de ir venciendo el pecado y el mal de nuestro mundo, de manera que
pueda surgir la verdadera fraternidad entre los hombres de todos los pueblos,
lo que, sólo conseguiremos si, como María, sabemos hacer nacer a Jesús en
nosotros para ofrecerlo a los demás.
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