SE
ALEGRA MI ESPÍRITU EN DIOS MI SALVADOR
Por
Mª Adelina Climent Cortés O.P.
Expresión de alegría y
regocijo la de MARÍA, en el canto del MAGNÍFICAT, cuando visita a su prima
Isabel, con el fin de servirla y compartir juntas el gozo por los hijos que
esperan, después de ser María alabada y bendecida por la anciana. Canto
agradecido el de María, anunciador de la buena noticia de salvación que lleva en
su corazón, fecundado por el Espíritu de Dios, al que, en estos momentos alaba y bendice:
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se
alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
El Magníficat, es un
cántico profético y de acción de gracias, formado con citas y alusiones al
Antiguo Testamento, sobre todo al “Canto de Ana”, la madre de Samuel, y, que,
se reza como un salmo. Es, también, un fiel reflejo del mensaje de alegría y de paz del profeta Isaías, que desbordando
de gozo en el Señor, anuncia la feliz restauración de su pueblo, después del
exilio de Babilonia.
Con el gozo de llevar en su
seno al Hijo de Dios, y, con la alegría inmensa de sentirse, por su
misericordia, la Madre
del Salvador, María, en el Magníficat, expresa el anhelo y la esperanza de todo
un pueblo hecha oración y lágrimas en los salmos, que ansía ser visitado por el
que “hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos”, proclamando,
así, el tiempo de gracia y de misericordia. Y, también, expresa María, su
propio agradecimiento al Señor:
Porque ha mirado la humillación de su esclava.
María, ha visto que Dios se
ha fijado en la situación de humildad y pobreza en que vivía, y que, por eso
mismo, el que lo puede todo, ha tenido a bien colmarla de sus bendiciones:
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque
el poderoso ha hecho obras grandes por mí
.
Efectivamente, Dios
considera a María dichosa, precisamente por su pequeñez, pues desea que, la
salvación fecunde y tome vida en el camino de la sencillez y de la humildad, en
el que se ha encarnado su Hijo, el Verbo divino, el Mesías esperado; el que
nacerá de sus propias entrañas y el que, con su amor y sufrimiento, realizará
la redención del género humano y la iniciación del Reino de Dios, que, Él
mismo, anunciará y llevará a feliz cumplimiento. Por eso sigue exclamando
María:
Su
nombre es santo,
y
su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
Misericordia, que Dios
quiere derramar, sobre todo, en los más
pobres y pequeños, escogidos con predilección para el Reino, y, ensalzados y
llamados benditos, porque, en ellos, Dios hará realidad que todos los pueblos
sean salvados:
A
los hambrientos los colma de bienes
y
a los ricos los despide vacíos.
Y, lo mismo ha hecho Dios
con María. La ha colmado y ensalzado hasta llenarla de salvación y misericordia
a favor de su pueblo, que vivía en la espera y de la esperanza. Por lo que, María,
prosigue en alabanza agradecida a Dios, en nombre de los suyos:
Auxilia a Israel su siervo,
acordándose
de su misericordia.
Que, a ejemplo de María,
los que admiramos su pequeñez y al mismo tiempo su excelsitud, podamos llenarnos
de gozo en el Espíritu y cantar
alabanzas a Dios con su misma alegría, mientras esperamos al Salvador. Y, como
Ella,
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