miércoles, 24 de diciembre de 2014

NAVIDAD- B

La Natividad del Señor
HOY NOS HA NACIDO UN SALVADOR:
 EL MESÍAS, EL SEÑOR.

Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.


                    Himno jubiloso y gozoso a la GLORIA Y REALEZA DE DIOS, es el salmo 95, de David. Pertenece a la época del posexílio y de esta es su teología. Se le considera, también, como un canto de entronización del Rey. Y, la buena noticia que el autor pregona y que invita a anunciar a todo el universo es: EL REINADO DEL  SEÑOR, SU SALVACIÓN.

                    Si el sentirse libre nos llena de contento y el canto nos mueve al júbilo;  y si, con la libertad se recupera el gozo de poseer otra vez lo que se tenía por valioso y estimado, (como fue para el pueblo de Israel, el regresar a su tierra y patria después del exílio), es cuando, la alegría del corazón irrumpe en un cantar nuevo; y es, también, cuando, por la fuerza del entusiasmo, se puede invitar a otros pueblos, a la naturaleza, y a toda la creación, a unirse al canto en la alabanza a Dios, para bendecir su nombre y proclamar su victoria, desde una fe viva y profunda y con sentimientos de agradecimiento y amor:

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.

Proclamad día tras día su victoria,
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.

                    La maravilla que canta el salmista, la que hay que contar a todas las naciones, y por la que se entona “un cántico nuevo”, es, porque Dios se ha dignado acordarse otra vez de su pueblo, les acompaña en todo momento haciendo camino con ellos, y, porque, actúa siempre, con benevolencia y con la fuerza de su poder; y todo esto, equivale a empezar otra vez de nuevo, con ilusión; a comenzar una nueva creación... Por lo que, el salmista, continúa y finaliza de manera jubilosa:

Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque.

Delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra.

                    El orante salmista invita de nuevo a la creación, a regocijarse y a cantar, porque intuye que, también esta: “vive en la esperanza de ser liberada de su esclavitud” Y, así, queda Dios convertido en Señor de toda la Historia, Luz de los pueblos, Rey de toda la creación; es el que llega e inaugura el REINADO ESCATOLÓGICO, el que hace los cielos nuevos y la tierra nueva...

                    Y, en esta NOCHE BUENA, en la que una Luz nos brilla, y disipa para siempre las tinieblas del mundo, el salmo 95 nos ayuda a regocijarnos y a cantar un cántico nuevo lleno de ternura y amor, ya que, “ha aparecido la gracia de Dios que trae la salvación para todos los hombres” y, también, porque Dios realiza la maravilla más grande de todas las maravillas: el HACERSE HOMBRE SIN DEJAR DE SER DIOS. Es la conmemoración del NACIMIENTO DEL VERBO ENCARNADO DE MARÍA SANTÍSIMA; el que ES NUESTRO SALVADOR, MESIA Y SEÑOR... El que llega como Príncipe de la Paz y con ella trae la justicia y el derecho; el que se hace nuestro hermano y nos hace hijos de Dios... Es la celebración del NACIMIENTO DE JESÚS, evento sublime, tan gozoso, pobre y sencillo, que fue anunciado a los pastores: “Hoy en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador”, y, tan excelso y glorioso, que, los Ángeles desde el cielo, entonaron el más sublime canto de alabanza:

“GLORIA A DIOS EN EL CIELO Y EN LA TIERRA PAZ
A LOS HOMBRES QUE AMA EL SEÑOR”.

                   Si Jesús ha llegado y sigue llegando en todo momento a nosotros, amémosle con cariño, acojámosle con amor, porque es carne de nuestra carne y gloria plena de Dios.




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