La Natividad del Señor
HOY NOS HA NACIDO UN SALVADOR:
EL MESÍAS, EL SEÑOR.
Por
Mª Adelina Climent Cortés O.P.
Himno jubiloso y gozoso a la GLORIA Y REALEZA DE DIOS,
es el salmo 95, de David. Pertenece a la época del posexílio y de esta es su
teología. Se le considera, también, como un canto de entronización del Rey. Y,
la buena noticia que el autor pregona y que invita a anunciar a todo el
universo es: EL REINADO DEL SEÑOR, SU
SALVACIÓN.
Si el sentirse libre nos
llena de contento y el canto nos mueve al júbilo; y si, con la libertad se recupera el gozo de
poseer otra vez lo que se tenía por valioso y estimado, (como fue para el
pueblo de Israel, el regresar a su tierra y patria después del exílio), es
cuando, la alegría del corazón irrumpe en un cantar nuevo; y es, también,
cuando, por la fuerza del entusiasmo, se puede invitar a otros pueblos, a la
naturaleza, y a toda la creación, a unirse al canto en la alabanza a Dios, para
bendecir su nombre y proclamar su victoria, desde una fe viva y profunda y con
sentimientos de agradecimiento y amor:
Cantad
al Señor un cántico nuevo,
cantad
al Señor toda la tierra;
cantad
al Señor, bendecid su nombre.
Proclamad
día tras día su victoria,
Contad
a los pueblos su gloria,
sus
maravillas a todas las naciones.
La maravilla que canta el
salmista, la que hay que contar a todas las naciones, y por la que se entona
“un cántico nuevo”, es, porque Dios se ha dignado acordarse otra vez de su
pueblo, les acompaña en todo momento haciendo camino con ellos, y, porque,
actúa siempre, con benevolencia y con la fuerza de su poder; y todo esto,
equivale a empezar otra vez de nuevo, con ilusión; a comenzar una nueva
creación... Por lo que, el salmista, continúa y finaliza de manera jubilosa:
Alégrese
el cielo, goce la tierra,
retumbe
el mar y cuanto lo llena;
vitoreen
los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen
los árboles del bosque.
Delante
del Señor, que ya llega,
ya
llega a regir la tierra.
El orante salmista invita
de nuevo a la creación, a regocijarse y a cantar, porque intuye que, también
esta: “vive en la esperanza de ser liberada de su esclavitud” Y, así, queda
Dios convertido en Señor de toda la
Historia , Luz de los pueblos, Rey de toda la creación; es el
que llega e inaugura el REINADO ESCATOLÓGICO, el que hace los cielos nuevos y
la tierra nueva...
Y, en esta NOCHE BUENA, en
la que una Luz nos brilla, y disipa para siempre las tinieblas del mundo, el
salmo 95 nos ayuda a regocijarnos y a cantar un cántico nuevo lleno de ternura
y amor, ya que, “ha aparecido la gracia de Dios que trae la salvación para
todos los hombres” y, también, porque Dios realiza la maravilla más grande de
todas las maravillas: el HACERSE HOMBRE SIN DEJAR DE SER DIOS. Es la
conmemoración del NACIMIENTO DEL VERBO ENCARNADO DE MARÍA SANTÍSIMA; el que ES
NUESTRO SALVADOR, MESIA Y SEÑOR... El que llega como Príncipe de la Paz y con ella trae la
justicia y el derecho; el que se hace nuestro hermano y nos hace hijos de
Dios... Es la celebración del NACIMIENTO DE JESÚS, evento sublime, tan gozoso,
pobre y sencillo, que fue anunciado a los pastores: “Hoy en la ciudad de David,
os ha nacido un Salvador”, y, tan excelso y glorioso, que, los Ángeles desde el
cielo, entonaron el más sublime canto de alabanza:
“GLORIA
A DIOS EN EL CIELO Y EN LA
TIERRA PAZ
A
LOS HOMBRES QUE AMA EL SEÑOR”.
Si Jesús ha llegado y sigue
llegando en todo momento a nosotros, amémosle con cariño, acojámosle con amor,
porque es carne de nuestra carne y gloria plena de Dios.
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