DOMINGO
XVIII DEL T. ORDINARIO - C
SEÑOR, TÚ HAS SIDO NUESTRO REFUGIO
Por Mª Adelina Climent Cortés O.P.
Se nos exhorta a vivir como verdaderos cristianos, como auténticos hijos
de Dios, sin poner nuestra atención en
la vanidad de las ilusiones humanas que pueden apartarnos de lo esencial
de Dios, como es, el amor que nos tiene
en su Hijo Cristo Jesús, hecho vida y entrega para los demás.
El salmo 89 nos ayuda, hoy, a reflexionar sobre todo aquello, que
verdaderamente es importante para el hombre, y,
a descubrir los valores eternos que hay en nosotros y en la vida. Ya que,
por encima de todo lo que nos pueda parecer
valioso en el presente, está el amor que en todo momento nos tiene Dios, y que, ha de hacernos vivir siempre en
continuo agradecimiento
El salmo 89, es una meditación sapienzal que infunde seguridad y
confianza. También está considerado como una “lamentación colectiva”. Es un
poema que nos ayuda a reflexionar sobre la brevedad de la vida humana, a veces
tan fugaz y pecaminosa, y en la eternidad de Dios, en permanente fidelidad
a sus promesas salvadoras. Pero, lo que para nosotros puede ser un problema, nunca lo es pera Dios, dueño del tiempo y de las vidas, es
decir, de todo lo creado. Y, así obra
cuando le conviene, y en el momento más oportuno para nosotros...
Incluso, cuando todo nos parece que está perdido y nos falla la esperanza, de
pronto brilla la luz de la salvación de Dios, que nunca nos abandona, ya que,
El Señor, es siempre nuestro refugio, en el que podemos vivir confiados y
alegres.
Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: “Retornad,
hijos de Adán”
Mil años en tu presencia
son un ayer, que pasó,
una vela nocturna.
Dios, es más que nuestra vida, y sus leyes nos superan. Lo que en el
tiempo caduca cuando cumple su fin,
Dios, con solo quererlo y amarlo, puede hacer florecer la naturaleza de
colorido y belleza, ya que, toda la creación es obra de sus manos y está al
servicio de su fin, que es su misma gloria y la de todos los humanos, pues,
Dios, siempre quiere y busca nuestra felicidad y sobre todo nuestro bien
espiritual.
Los siembras año por año,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca.
El hombre, siempre siente inquietud y
desea cambiar sus convicciones con el fin de poder agradar a Dios, aunque, algunas veces le cuesta...
Pero, en su interior siempre insiste. Poder ver y contemplar el rostro de Dios
es su mayor deseo; de tal manera que, esta búsqueda constante, va integrando su
persona hasta hacerla más humilde y necesitada, más centrada en lo esencial, contando
siempre con la ayuda de Dios:
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos.
Y, el salmista sigue intercediendo, quiere estar desde la mañana saciado
de Dios, para que, todo el día y toda su vida sea un continuo gozar en su
presencia, realizando sus obras de misericordia y bondad.
Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
Y, como punto final: que este poema, tan bonito, alentador y lleno de
confianza, nos ayude, a todos, a vivir siempre agradecidos a Dios y desprendidos
de los bienes de este mundo que no deben
seducirnos, como nos lo recuerda Cristo Jesús, el Mesías de los pobres, en el
Evangelio:
-“MIRAD: GUARDAOS DE TODA CLASE DE CODICIA. PUES AUNQUE UNO ANDE
SOBRADO, SU VIDA NO DEPENDE DE SUS BIENES”
Pero si debemos realizar sin
nunca cansarnos, las obras de bondad, practicando la misericordia con los
hermanos más necesitados, los más queridos y amados de Él.
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