viernes, 2 de agosto de 2019

Domingo XVIII del T. O.-C



DOMINGO XVIII DEL T. ORDINARIO - C

SEÑOR, TÚ HAS SIDO NUESTRO REFUGIO

Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.

                       
                    Se nos exhorta a vivir como verdaderos cristianos, como auténticos hijos de Dios, sin poner nuestra atención en  la vanidad de las ilusiones humanas que pueden apartarnos de lo esencial de Dios, como es, el  amor que nos tiene en su Hijo Cristo Jesús, hecho vida y entrega para los demás.

                    El salmo 89 nos ayuda, hoy, a reflexionar sobre todo aquello, que verdaderamente es importante para el hombre, y,  a descubrir los valores eternos que hay en nosotros y en la vida.  Ya  que, por encima de todo lo que nos pueda parecer  valioso  en el presente, está  el amor que en todo momento nos tiene  Dios, y que, ha de hacernos vivir siempre en continuo agradecimiento

                    El salmo 89, es una meditación sapienzal que infunde seguridad y confianza. También está considerado como una “lamentación colectiva”. Es un poema que nos ayuda a reflexionar sobre la brevedad de la vida humana, a veces tan fugaz y pecaminosa, y en la eternidad de Dios, en permanente  fidelidad  a sus promesas salvadoras. Pero, lo que para nosotros puede ser  un problema, nunca lo es pera Dios,  dueño del tiempo y de las vidas, es decir,  de  todo lo creado. Y, así  obra  cuando le conviene, y en el momento más oportuno para nosotros... Incluso, cuando todo nos parece que está perdido y nos falla la esperanza, de pronto brilla la luz de la salvación de Dios, que nunca nos abandona, ya que, El Señor, es siempre nuestro refugio, en el que podemos vivir confiados y alegres.

Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: “Retornad,  hijos de Adán”
Mil años en tu presencia
son un ayer, que pasó,
una vela nocturna.
                            
                    Dios, es más que nuestra vida, y sus leyes nos superan. Lo que en el tiempo  caduca cuando cumple  su fin,  Dios, con solo quererlo y amarlo, puede hacer florecer la naturaleza de colorido y belleza, ya que, toda la creación es obra de sus manos y está al servicio de su fin, que es su misma gloria y la de todos los humanos, pues, Dios, siempre quiere y busca nuestra felicidad y sobre todo nuestro bien espiritual.
                                     
Los siembras año por año,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca.

                    El hombre, siempre siente inquietud y  desea cambiar sus convicciones con el fin de poder agradar  a Dios, aunque, algunas veces le cuesta... Pero, en su interior siempre insiste. Poder ver y contemplar el rostro de Dios es su mayor deseo; de tal manera que, esta búsqueda constante, va integrando su persona hasta hacerla más humilde y necesitada, más centrada en lo esencial, contando siempre con la ayuda de Dios:

Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos.

                    Y, el salmista sigue intercediendo, quiere estar desde la mañana saciado de Dios, para que, todo el día y toda su vida sea un continuo gozar en su presencia, realizando sus obras de misericordia y bondad.

Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de  nuestras manos.

                     Y, como punto final: que este poema, tan bonito, alentador y lleno de confianza, nos ayude, a todos, a vivir siempre agradecidos a Dios y desprendidos  de los bienes de este mundo que no deben seducirnos, como nos lo recuerda Cristo Jesús, el Mesías de los pobres, en el Evangelio:

                    -“MIRAD: GUARDAOS DE TODA CLASE DE CODICIA. PUES AUNQUE UNO ANDE SOBRADO, SU VIDA NO DEPENDE DE SUS BIENES”      
 
                     Pero si debemos realizar sin nunca cansarnos, las obras de bondad, practicando la misericordia con los hermanos más necesitados, los más queridos y amados de Él.

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