LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR
EL
SEÑOR ES EL REY DE LA GLORIA
Por Mª
Adelina Climent Cortés O.P.
La presencia de Dios, con
su poder y su gloria, ha de ser siempre cantada, alabada y bendecida. Es lo que
hacía Israel, cuando, después de ganar las batallas a los pueblos vecinos,
trasladaba el arca de La
Alianza que contenía LA GLORIA DE DIOS, entre cantos de victoria y de
triunfo, al Templo de Jerusalén donde quedaba entronizada. A esta época
pertenece el salmo 23, un himno invitatorio, que, jubilosamente, cantaban los
israelitas en honor de Yahveh, Rey de La Gloria , después de una procesión y antes de
llegar al santuario, para la celebración litúrgica de alabanza y reconocimiento
a su Santo Nombre:
¡Portones, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria!
Es una manera simbólica de
hablar, para indicar que, ante la grandeza de Dios y su esplendorosa gloria,
las puertas del santuario quedan estrechas y han de ensancharse para que, toda
la creación, el cosmos entero, se convierta en templo sagrado donde Dios pueda
habitar, bendecir y consolar a sus fieles, dirigiendo, con su bondad y poder,
la vida de cada uno de ellos y la historia de toda la humanidad..
El salmista, en un breve diálogo, se hace una
pregunta a la que responde enseguida:
¿Quién es ese Rey de la gloria?
-El Señor, héroe
valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.
Y, después de otra
aclamación a la gloria y majestad de Dios que llena todo el universo, el orante
se hace otra pregunta idéntica a la anterior:
¿Quién es ese Rey de la gloria?
-El Señor, Dios de los Ejércitos:
él es el Rey de la gloria.
Es una manera de declarar,
solemnemente, los motivos por los que se canta con júbilo y se ensalza con
solemnidad al Dios del santuario, Señor y Rey de La Gloria : por ser
considerado: “Héroe valeroso” y “Señor, Rey de los Ejércitos. Títulos propios y
muy estimados por la cultura de entonces.
Más, hoy, celebramos la fiesta de LA PRESENTACIÓN DEL
SEÑOR EN EL TEMPLO, al que, también acompañamos en procesión, con la luz de las
candelas encendidas y con cantos de aclamación y agradecimiento, porque le
consideramos LUZ DE LAS NACIONES Y SALVACIÓN DE TODOS LOS HOMBRES.
Jesús es presentado, igual
que todos los primogénitos de Israel, como un hombre cualquiera, en brazos de
María, su madre, acompañada por su esposo José; con el fin de ser consagrado al
Señor y, para cumplir, María, con el rito de purificación, igual que hacían
todas las mujeres, todas las madres. Y, Jesús, al ser presentado al Padre, es, a su vez, ofrecido a los hombres por
medio de Simeón y Ana que lo acogen en brazos,
para salvación y gloria del
pueblo de Israel; salvación que ha de extenderse a todos los pueblos. Y,
celebración, que, a su vez, es un anticipo del misterio pascual, en el que se
anuncia el sufrimiento salvador de Cristo Jesús y se vislumbra La Luz Gloriosa de su
Resurrección.
Fiesta entrañable, La de La Presentación de Jesús
en el Templo, que nos señala el lugar donde reside como LUZ GLORIOSA QUE
ILUMINA A LAS NACIONES, y que es bendición, amor, y salvación para todo el que,
con fe, busca, ora y ama.
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