viernes, 1 de febrero de 2019

Presentación de Jesús en el Templo



LA  PRESENTACIÓN  DEL  SEÑOR


EL SEÑOR ES EL REY DE LA GLORIA

Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.


                    La presencia de Dios, con su poder y su gloria, ha de ser siempre cantada, alabada y bendecida. Es lo que hacía Israel, cuando, después de ganar las batallas a los pueblos vecinos, trasladaba el arca de La Alianza que contenía LA GLORIA DE DIOS, entre cantos de victoria y de triunfo, al Templo de Jerusalén donde quedaba entronizada. A esta época pertenece el salmo 23, un himno invitatorio, que, jubilosamente, cantaban los israelitas en honor de Yahveh, Rey de La Gloria, después de una procesión y antes de llegar al santuario, para la celebración litúrgica de alabanza y reconocimiento a su Santo Nombre:

¡Portones, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria!

                    Es una manera simbólica de hablar, para indicar que, ante la grandeza de Dios y su esplendorosa gloria, las puertas del santuario quedan estrechas y han de ensancharse para que, toda la creación, el cosmos entero, se convierta en templo sagrado donde Dios pueda habitar, bendecir y consolar a sus fieles, dirigiendo, con su bondad y poder, la vida de cada uno de ellos y la historia de toda la humanidad..

                    El salmista, en un breve diálogo, se hace una pregunta a la  que responde enseguida:

¿Quién es ese Rey de la gloria?
-El Señor, héroe  valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

                    Y, después de otra aclamación a la gloria y majestad de Dios que llena todo el universo, el orante se hace otra pregunta idéntica a la anterior:


¿Quién es ese Rey de la gloria?
-El Señor, Dios de los Ejércitos:
él es el Rey de la gloria.

                    Es una manera de declarar, solemnemente, los motivos por los que se canta con júbilo y se ensalza con solemnidad al Dios del santuario, Señor y Rey de La Gloria: por ser considerado: “Héroe valeroso” y “Señor, Rey de los Ejércitos. Títulos propios y muy estimados por la cultura de entonces.

                    Más, hoy, celebramos la fiesta de LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR EN EL TEMPLO, al que, también acompañamos en procesión, con la luz de las candelas encendidas y con cantos de aclamación y agradecimiento, porque le consideramos LUZ DE LAS NACIONES Y SALVACIÓN DE TODOS LOS HOMBRES.

                    Jesús es presentado, igual que todos los primogénitos de Israel, como un hombre cualquiera, en brazos de María, su madre, acompañada por su esposo José; con el fin de ser consagrado al Señor y, para cumplir, María, con el rito de purificación, igual que hacían todas las mujeres, todas las madres. Y, Jesús, al ser presentado al Padre,  es, a su vez, ofrecido a los hombres por medio de Simeón y Ana que lo acogen en brazos,  para salvación y gloria del  pueblo de Israel; salvación que ha de extenderse a todos los pueblos. Y, celebración, que, a su vez, es un anticipo del misterio pascual, en el que se anuncia el sufrimiento salvador de Cristo Jesús y se vislumbra La Luz Gloriosa de su Resurrección.

                    Fiesta entrañable, La de La Presentación de Jesús en el Templo, que nos señala el lugar donde reside como LUZ GLORIOSA QUE ILUMINA A LAS NACIONES, y que es bendición, amor, y salvación para todo el que, con fe, busca, ora y ama.

No hay comentarios:

Publicar un comentario