viernes, 23 de noviembre de 2018

Jesucristo Rey del Universo- ciclo B


DOMINGO XXXIV. T. ORDINARIO
CRISTO REY - B

EL SEÑOR REINA, VESTIDO DE MAJESTAD


Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.


                  Festejamos y celebramos a JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO y SEÑOR DE LOS PUEBLOS Y DE LA HISTORIA por siglos sin fin; al que “se le  dio poder, honor y reino; y todos los pueblos, naciones y lenguas le servirán”.
    
                  Los que pertenecemos a su REINO, que es distinto al reinado de los demás reyes, porque no es político ni de este mundo, sino, que es un Reino “de verdad y de vida, de santidad y de gracia, de justicia, de amor y de paz”,  le aclamamos y  alabamos con el salmo 92.

                  Este salmo, pertenece al grupo de los salmos “litúrgicos” y tiene  características de himno en su núcleo primitivo, también está considerado, como uno de los salmos que se rezaban en la “entronización” real de Yahveh como Dios y Señor de Israel, rito que copiaron los israelitas de los pueblos paganos vecinos y lo sacralizaron. Comienza con un grito victorioso de júbilo y  reconocimiento:
                                                                                                                                                      
El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder.
                 
                  Israel, que, llevado de su fe,  ha visto siempre en Yahveh  al Rey Eterno, capaz de gobernar a  los pueblos con equidad y  firmeza  por su  fuerza y poderío, lo entroniza cada año en su Templo, donde le ofrece el culto de alabanza debido, sabedor de que, éste, su Dios,  siempre le protege y salva de toda amenaza y opresión:

Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.
                  
                  Pues, Yahveh, en su trascendencia, está por encima del cosmos, al que   gobierna y sostiene dentro de un orden justo,  con la eficacia creadora de su Palabra, expresión de su voluntad y sabiduría. Y, más aun, se desborda en el hombre, al que da firmeza y seguridad... Trascendencia, la de Yahveh, que, en su morada, donde se asienta su trono y  su gloria, se manifiesta en La  Santidad de su Nombre y en la oración de los fieles, para su adorno  y embellecimiento:
                                    
           Tus mandatos son fieles y seguros,
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término
                             

                En el Nuevo Testamento el reinado de Dios se manifiesta en Cristo Jesús, Palabra eterna del Padre y Señor de todo lo creado. Él, mismo,  lo afirmó cuando dijo a Pilato: -“Tú lo has dicho, YO SOY REY”. Pero su reinado no es poderoso, como el de un rey político, sino, que, Cristo Jesús, nos rige desde la humildad, el servicio, y el amor, pues, su corona fue de espinas y su cetro la cruz,  con  la que nos liberó y salvó. Además,  su única  pretensión fue “SER TESTIGO DE LA VERDAD”, la que dejó plasmada en el evangelio, como Buena Noticia para la humanidad.         

                 Y, nosotros, los seguidores de Jesús, el Señor y el “Príncipe de La Paz”, también  estamos destinados a ser “un pueblo de reyes y de sacerdotes” con el fin de hacer realidad en nuestro mundo, la verdad que Él vivió con su entrega  amorosa, y que enseñó con su ejemplo, ya que “pasó haciendo el bien”.


                 Y vivir en La Verdad, es vivir en la búsqueda incansable de Dios, y en el  amor fraterno, estando  siempre atentos a las necesidades de los demás;  y, que, también lleva consigo el esfuerzo de construir la paz desde un vivir justo y santo,  contando, en todo momento, con  la gracia de Dios, que nunca puede fallar. Más, solo con estos valores, se podrá conseguir el mundo mejor, que ha de ser  transformado en  Reino de Dios, cuando todo quede recapitulado bajo el señorío de CRISTO JESÚS, REY Y SOBERANO DE LA GLORIA ETERNA.

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