viernes, 24 de febrero de 2017

Domingo VIII del T. O.-C


DOMINGO VIII DEL T. ORDINARIO - A 

DESCANSA  SÓLO  EN  DIOS  ALMA  MÍA

Por Mª Adelina Climent Cortés.

                    Entrañables y conmovedoras las palabras que el profeta Isaías atribuye Dios hablando a su pueblo: “¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura, no conmoverse del hijo de sus entrañas? PUES, AUNQUE ELLA SE OLVIDE, YO NO TE OLVIDARÉ”.  Así, Dios, en su locura de amor, nos ama hasta el extremo, hasta amarnos, no solo como un padre, sino, también, como una madre, es decir, con entrañas maternas A este Dios que nos sorprende y deslumbra con su ternura y cariño, cantamos el salmo 61. Salmo sapiencial y meditativo, de confianza sin límites en el Señor, Yahveh, que afianza la fe y la seguridad del orante y de todo fiel cuando le invoca

                    Alabemos, pues, a este nuestro Dios, siempre tan amante y cercano a todos los hombres:
Sólo en Dios descansa mi alma,
porque de él viene mi salvación;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.

                    El salmista experimenta con gozo, que, en la medida que se abandona y descansa en su Dios, Yahveh, aumenta su fe y crece en esperanza y seguridad… Más, todo, es fruto de un don del mismo Dios y Señor, pues nunca se deja vencer en generosidad para los que, con humildad, le buscan sinceramente;

Descansa sólo en Dios, alma mía,
                                                  porque él es mi esperanza;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.

                    Este abandono en Dios, este vivir en Él y para Él, redunda en salvación y gloria para el salmista, porque lleva consigo una profundización en la fe, que el orante pregona con gozo y alegría a sus hermanos, a todo el pueblo de Israel, para que así, puedan experimentar la dicha de sentirse acogidos por Yahveh, siempre  fiel y leal, compasivo  para con todos los que le invocan:     

De Dios viene mi salvación y mi gloria;
él es mi roca firme,
Dios es mi refugio.
. Pueblo suyo, confiad en él
desahogad ante él vuestro corazón.

                    También Jesús, a todos los que intentamos seguirle, nos invita a confiar en  nuestro Padre Dios, pues, en su amor providente, se manifiesta defensor de los pobres, refugio de los débiles, esperanza de los pecadores. Un Padre, que  nos asiste y consuela en todas las necesidades y pruebas de la vida; que quiere, que pongamos el fundamento de nuestra existencia en  El y no en las riquezas de este mundo, pues, sólo Él, sabe lo que nos conviene y puede colmar los deseos  de nuestro  corazón.
                    
                    Así nos lo recuerda Jesús en el Evangelio de hoy  “Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, VUESTRO PADRE CELESTIAL LOS ALIMENTA. ¿No valéis vosotros más que ellos? Y fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan  Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos.  Y, ¿no hará mucho más por vosotros?  SABE VUESTRO PADRE DEL CIELO QUE TENÉIS NECESIDAD DE TODO ESO”.

                    Y, así, cobijados bajo el cuidado y la protección de Dios, nuestro Padre,  y siendo generosos con los más menesterosos, sabiendo que todo lo necesario se nos dará por añadidura; desde nuestra fe y sincero agradecimiento, hemos de trabajar, con afán y solicitud, en la construcción de su reino en la tierra, Reino  de Verdad, de Justicia y de Amor, con el fin de  mostrar al  mundo su misericordia y salvación para con todos los hombres. Solo así,  podremos decir con el salmista:


DE DIOS VIENE MI SALVACIÓN Y MI GLORIA

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