DOMINGO
VIII DEL T. ORDINARIO - A
DESCANSA SÓLO EN DIOS ALMA MÍA
Por
Mª Adelina Climent Cortés.
Entrañables y conmovedoras
las palabras que el profeta Isaías atribuye Dios hablando a su pueblo: “¿Es que
puede una madre olvidarse de su criatura, no conmoverse del hijo de sus
entrañas? PUES, AUNQUE ELLA SE OLVIDE, YO NO TE OLVIDARÉ”. Así, Dios, en su locura de amor, nos ama
hasta el extremo, hasta amarnos, no solo como un padre, sino, también, como una
madre, es decir, con entrañas maternas A este Dios que nos sorprende y
deslumbra con su ternura y cariño, cantamos el salmo 61. Salmo sapiencial y
meditativo, de confianza sin límites en el Señor, Yahveh, que afianza la fe y
la seguridad del orante y de todo fiel cuando le invoca
Alabemos, pues, a este nuestro Dios, siempre tan
amante y cercano a todos los hombres:
Sólo
en Dios descansa mi alma,
porque
de él viene mi salvación;
sólo
él es mi roca y mi salvación,
mi
alcázar: no vacilaré.
El salmista experimenta
con gozo, que, en la medida que se abandona y descansa en su Dios, Yahveh,
aumenta su fe y crece en esperanza y seguridad… Más, todo, es fruto de un don
del mismo Dios y Señor, pues nunca se deja vencer en generosidad para los que,
con humildad, le buscan sinceramente;
Descansa
sólo en Dios, alma mía,
porque él es mi
esperanza;
sólo
él es mi roca y mi salvación,
mi
alcázar: no vacilaré.
Este abandono en Dios,
este vivir en Él y para Él, redunda en salvación y gloria para el salmista,
porque lleva consigo una profundización en la fe, que el orante pregona con
gozo y alegría a sus hermanos, a todo el pueblo de Israel, para que así, puedan
experimentar la dicha de sentirse acogidos por Yahveh, siempre fiel y leal, compasivo para con todos los que le invocan:
De
Dios viene mi salvación y mi gloria;
él
es mi roca firme,
Dios
es mi refugio.
.
Pueblo suyo, confiad en él
desahogad
ante él vuestro corazón.
También Jesús, a todos los que intentamos seguirle, nos invita
a confiar en nuestro Padre Dios, pues,
en su amor providente, se manifiesta defensor de los pobres, refugio de los
débiles, esperanza de los pecadores. Un Padre, que nos asiste y consuela en todas las necesidades y pruebas de la
vida; que quiere, que pongamos el fundamento de nuestra existencia en El y no en las riquezas de este mundo, pues,
sólo Él, sabe lo que nos conviene y puede colmar los deseos de nuestro
corazón.
Así nos lo recuerda Jesús
en el Evangelio de hoy “Mirad a los
pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, VUESTRO PADRE
CELESTIAL LOS ALIMENTA. ¿No valéis vosotros más que ellos? Y fijaos cómo crecen
los lirios del campo: ni trabajan ni hilan
Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de
ellos. Y, ¿no hará mucho más por
vosotros? SABE VUESTRO PADRE DEL CIELO
QUE TENÉIS NECESIDAD DE TODO ESO”.
Y, así, cobijados bajo el
cuidado y la protección de Dios, nuestro Padre, y siendo generosos con los más menesterosos, sabiendo que todo lo
necesario se nos dará por añadidura; desde nuestra fe y sincero agradecimiento,
hemos de trabajar, con afán y solicitud, en la construcción de su reino en la
tierra, Reino de Verdad, de Justicia y
de Amor, con el fin de mostrar al mundo su misericordia y salvación para con
todos los hombres. Solo así, podremos
decir con el salmista:
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