viernes, 10 de febrero de 2017

Domingo VI del T.O. -A


DOMINGO VI DEL T. ORDINARIO - A
  
DICHOSOS LOS QUE CAMINAN
EN LA VOLUNTAD DEL SEÑOR

Por Mª Adelina Climent Cortés  OP.

                   
                    Caminar en la voluntad del Señor es vivir en senderos de justicia y misericordia que conducen al gozo y, a la felicidad de La Vida Eterna.

                     Es nuestro Dios, el  que tanto nos ama y conoce todas nuestras obras, el que nos instruye y alienta por mediación de La Escritura, y el que, en su sabiduría, nos quiere conducir libremente  por el camino del bien y de la rectitud para que hagamos  siempre su voluntad. A este, nuestro Dios, le aclamamos y bendecimos cantando el salmo 118. Salmo, de la época del posexílio y de estilo sapienzal,  pero que, a la vez contiene otros géneros literarios. El autor orante, recita y ama la ley de su Dios Yahveh, fuente de felicidad, dicha  y alegría, para el hombre que la hace vida de su propia vida:

Dichoso el que con vida intachable
camina en la voluntad del Señor;
dichoso el que guardando sus preceptos
lo busca de todo corazón

                    Más, observar los decretos del Señor, cumplir sus consigas, es fruto de La Escritura, fuente de una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria:
 
                                                  Tú promulgas tus decretos
para que se observen exactamente;
¡ojalá esté firme mi camino
para cumplir tus consignas!

                    Por ser  inmensa la sabiduría del Señor Yahveh, y grande su bondad y poder, pues lo ve y lo abarca todo con amor y suavidad, el orante pide su valiosa ayuda, para poder cumplir y contemplar las maravillas de su volunta:

                                                 Haz bien a tu siervo: viviré
y cumpliré tus palabras;
ábreme los ojos y contemplaré
las maravillas de tu voluntad

                    Así, escogiendo libremente lo bueno, y siendo siempre responsables de nuestros actos, según la ley del Señor, aspiramos a la dicha del cielo, donde “ni el ojo vio, ni el oído vio, ni hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman”.

Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes
y lo seguiré puntualmente;
enséñame a cumplir tu voluntad
y a guardarla de todo corazón.

                    También, el evangelio de hoy nos muestra que Jesús, Palabra de Dios, el Verbo encarnado, el que nos revela mejor que nadie la voluntad del Padre, por ser el camino que conduce a Él, viene a perfeccionar y dar  sentido, por la fuerza de su GRACIA,  a los mandamientos de la ley.  Por lo que, la fe en Cristo Jesús y bajo el impulso del Espíritu, el cristiano, libremente, ha de aprender a escoger aquello que dará plenitud a toda su vida como hijo de Dios, y que le ayudará a conseguir la  salvación eterna, la dicha que nadie puede imaginar ni tampoco arrebatarle.

                    Por eso, la verdadera ley cristiana  es el  AMOR, pues, “AMAR ES CUMPLIR LA LEY ENTERA”: un amor a Dios sobre todas las cosas y a los hermanos, especialmente a los más pobres y necesitados, a los que más sufren. Y, esta es, una LEY interior que nos hace libres y nos capacita para ejercer la caridad:

                     “Si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano”


                    LEY, que ha de llegar a  ser la delicia de todos los hombres seguidores de Jesús, realizadores de su reinado de justicia y de paz en la tierra; tarea esta, que solo conseguiremos llevarla a  plenitud en comunión con Él desde la mesa eucarística del Pan y de La Palabra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario