viernes, 3 de febrero de 2017

Domingo V del T.O.- A


DOMINGO V DEL T. ORDINARIO - A
  
EL JUSTO BRILLA EN LAS TINIEBLAS COMO UNA LUZ

Por M. Adelina Climent Cortés O.P.


                    La maravillosa promesa salvadora de Dios, exige una respuesta de fidelidad por parte del hombre y un compromiso de vivir en justicia, es decir, en el fiel cumplimiento de los mandatos de la ley, y en la práctica del amor misericordioso, sobre todo, con los más pobres y sencillos, que son los más amados de Dios y los que, con seguridad, poseerán su Reino. Y, esta respuesta que Dios espera de todo hombre, la decimos cantando el salmo 111, con el fin de alabar y glorificar su Nombre.
                    Estamos ante un poema que tiene su origen  en los comienzos del exílio y que, con  estilo sapiencial, elogia la firmeza y lealtad de la vida del justo que, llevado de la amistad  con su Dios, Yahveh, participa de su misma bondad compasiva, hasta llegar a transformarse en luz que brilla en lo alto sobre toda oscuridad, y que ilumina, con su claridad, la vida de todos los demás. Lo mismo anuncia el profeta Isaías, cuando anima  a sus oyentes a obrar justamente con los más menesterosos, precisamente, en los momentos de suma dificultad y desánimo que atravesaba el pueblo de Dios: “ENTONCES ROMPERÁ TU LUZ COMO UNA AURORA”

En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.
Dichoso el que se apiada y presta
y administra rectamente sus asuntos.

                    La bendición de Yahveh está sobre el justo, que solo desea vivir en su amor y cercanía,  y buscando su apoyo y fortaleza, para poder expresar su fe en todo lo que hace, sin temor a lo adverso y dificultoso. Y, porque su comportamiento es honrado, sereno y ejemplar, es admirado por los demás, que siempre le recordarán  con cariño:

El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.
No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.

                    Sigue cantando el salmo, la gran dicha  que experimenta el justo, por tener un corazón generoso y solidario con los más pobres y necesitados, con los que reparte  de lo suyo propio, pudiendo participar, así, de la misma bondad salvadora de Yahveh y de su gran misericordia con los más desposeídos:

Su corazón está seguro, sin temor,
reparte limosna a los pobres,
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente sin dignidad.
                  
                    Para nosotros, los cristianos, el Justo por excelencia es Cristo Jesús, nuestro salvador, que pudo decir ante sus seguidores: “YO SOY LA LUZ DEL MUNDO. EL QUE ME SIGA NO CAMINARÁ EN LAS TINIEBLAS; SINO QUE TENDRÁ LA LUZ DE LA VIDA”. Y, que, también, en otra ocasión se atrevió decir a sus seguidores: “VOSOTROS SOIS LA LUZ DEL MUNDO”, ya que, al igual que Él, estamos llamados a anunciar la buena noticia de la salvación a los pobres y a ser testigos de su Evangelio.

                    Pero, este deseo de Jesús, solo  llegará  a ser realidad, si como fruto de nuestro  vivir cotidiano, en justicia y verdad, logramos que nuestra fe, sea un compromiso auténtico con los más débiles y desvalidos, con los que más necesitan la ayuda de todos, con los que mejor podemos ejercitar nuestra misericordia como auténticos hijos de Dios, llamados  a ser perfectos y a participar de su bondad.

                    Y, tomar partido por los más pobres, por los que pasan hambre, es estar dispuestos a vivir en solidaridad con ellos, repartiendo de lo propio; es decir, de lo que nos sobra, que es mucho, y, también, de lo que nos hace falta, pero no tanto como a ellos,  que carecen de lo esencial hasta no tener con qué vestirse y  poder morir de hambre.


                    Y, solo cuando actuemos así, seremos, como Jesús, luz para el mundo, porque “ENTONCES ROMPERÁ TU LUZ COMO LA AURORA”, la luz salvadora de Dios que hay en nosotros, y que, transformará   nuestro mundo en su futuro Reinado.

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