FIESTA DE LA CONVERSIÓN DE S. PABLO
ID AL MUNDO ENTERO
Y PROCLAMAD EL EVANGELIO
Por
Mª Adelina Climent Cortés O. P:
Es el Evangelio de la
bondad y de la misericordia de Dios, en su Hijo Jesucristo, el que hay que dar
a conocer a los vivientes del orbe
entero; porque, a este Dios, soberano y
creador de cuanto existe, todo el universo ha de alabarle y bendecirle, por su
gran fidelidad, lealtad, y sabiduría, para con nosotros
Y, puesto que, para todas
sus criaturas, el amor y la misericordia de Dios es gozo, alegría y plenitud de
vida, le celebramos, como al único Señor de La Historia, alabando su gloriosa y
divina majestad, en esta eucaristía de
LA FIESTA DE LA CONVERSIÓN DE SAN PABLO, cantando el salmo 116, un hermoso
himno, de alabanza y bendición, perteneciente a la época final del exilio,
cuando Israel logró descubrir lo mucho que había sido amado y protegido por
Yahveh, su Dios, como pueblo escogido por Él como heredad, durante el tiempo
que ha durado su historia, y, a pesar de haber sido infiel a La Alianza
establecida entre ambos..
También, después del
sufrimiento del exilio en Babilonia, Israel intuye mejor, que, si Dios ha sido
paciente, generoso y fiel, para con él, pueblo ingrato y pecador, salvándole en
toda ocasión y peligro, es porque, de la misma manera, pueden beneficiarse de su infinita misericordia,
los pueblos paganos y todo el universo, pues, su voluntad es, QUE TODOS LOS
PUEBLOS SE SALVEN Y LLEGUEN AL PLENO CONOCIMIENTO DE LA VERDAD
Así lo expresa el
invitatorio, la parte primera del salmo:
Alabad
al Señor, todas las naciones,
aclamadlo,
todos los pueblos
Porque, el Dios de Israel, Yahveh, siendo como es,
no puede obrar de otra manera, como bien lo
expresa el verso del cuerpo del salmo:
Firme
es su misericordia con nosotros,
su
fidelidad dura por siempre ¡ALELUYA!
Para nosotros, es Cristo Jesús, la misericordia
entrañable del Padre; el Verbo encarnado en las entrañas purísimas de María
Santísima, para nuestra redención y salvación; el que ha de instaurar el
Reinado de Dios en el mundo, y ser el Señor y soberano de todos los hombres y
pueblos. Y, es Jesús de Nazaret, el que, provocando el encuentro con Pablo, su
enemigo y perseguidor, lo convierte en su fiel testigo ante todos los hombres;
elegido APÓSTOL DE LOS GENTILES, para propagar su evangelio a todas las
naciones, haciendo brotar en el mundo la paz, la justicia y el amor.
Desde este maravilloso evento,
la vida, para Pablo, será CRISTO JESÚS, y su gran quehacer predicar el
Evangelio: “VIVO EN LA FE DEL HIJO DE DIOS, QUE, ME AMÓ HASTA ENTREGARSE POR
MÍ”, porque, pudo confesar, a la vez, que toda su fuerza, procedía de la gracia
de Dios que actuaba en él.
Y, si,
Cristo Jesús, se apareció a los once discípulos y les dijo: “ID AL MUNDO
ENTERO Y PROCLAMAD EL EVANGELIO A TODA LA CREACIÓN”, también a nosotros, a todos
los cristianos, no cesa de llamarnos a su seguimiento, para ser testigos
valientes de la fe que profesamos, pues nos ha elegido del mundo, para que
demos fruto y nuestro fruto permanezca.
Por tanto, nuestra gratitud a Dios, que, en
Cristo Jesús, nos ha elegido para ser sus hijos, ha de ser, la de aclamarle y
bendecirle en todo momento, haciendo que, también, otras personas se unan a
esta gozosa oración de alabanza, y redunde en
su mayor honor y gloria. Amén.
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