viernes, 23 de diciembre de 2016

Navidad-2016


NAVIDAD - MISA DEL DÍA


LOS CONFINES DE LA TIERRA HAN CONTEMPLADO
LA VICTORIA DE NUESTRO DIOS

Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.

Dios, siempre fiel a su  promesa de salvación, a través de los tiempos  ha ido desvelándola amorosamente, hasta quedar definitivamente realizada en su HIJO, CRISTO JESÚS, PALABRA ENCARNADA DEL PADRE, NACIDO DE MARÍA VIRGEN EN BELÉN, en condición pobre y humilde. Y, será Jesús, Dios y Hombre a la vez, carne de nuestra carne, quién la llevará a plenitud cuando aparezca  en su manifestación gloriosa.  Y en Él, “los  confines de la tierra han contemplado -y contemplarán- la victoria de nuestro Dios”

¡MISTERIO INMENSO DE AMOR!. Misterio, que acogemos con gozoso agradecimiento,   proclamando con júbilo  el salmo 97, uno de los himnos que cantaban los israelitas a Yahveh, Señor y Rey del Universo, reconociendo, así, sus obras salvadoras para con su pueblo. El orante lo entona con desbordante alegría, a la vez que, invita a la comunidad, reunida en asamblea litúrgica, a una alabanza festiva y profunda. Y, el gozo que les embarga, es debido, concretamente, a  la libertad que experimentan a su vuelta del exilio y por la alegría que sienten al poder restaurar la ciudad y su templo; motivos, estos, de esperanza y consolación para todos. Salvación y Victoria de Yahveh, su Dios  que, desde Israel, se extenderá a  las demás naciones, a las que, también,  revelará su justicia y misericordia,  y todos los pueblos podrán contemplar sus maravillas:
 
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo;

el Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en  favor de la casa de Israel.

               Con sentido de universalidad y llevado de una  fe viva y profunda, el salmista orante, invita, también, a toda la tierra,  a dar una respuesta de alabanza agradecida,  con himnos y aclamaciones vibrantes, al  Rey y Señor de todo el orbe:                 
         
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera,
gritad, vitoread, tocad.

Tocad la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas
aclamad al Rey y Señor.
                    
               Nuestro “cántico nuevo”, en los tiempos últimos y plenos que vivimos, es para  el DIOS QUE  NACE  NIÑO  Y POBRE EN UN PESEBRE, pero, que es esperado,  acogido y amado con cariño por sus padres María y José. Es alabado por los ángeles y arcángeles que, a la vez, le cantan con voz sublime y celestial: “GLORIA A DIOS EN EL CIELO Y PAZ A LOS HOMBRES QUE AMA EL SEÑOR” y,  también, es  adorado  por unos sencillos  pastores, que le ofrecen todo cuanto tienen.

¡MISTERIO INMENSO DE AMOR! El que nace hombre, el que se hace como  uno de nosotros, es EL DIOS Y EL REY DE LA VIDA, porque lo abarca todo con su sabiduría, su misericordia y su poder. Y,  su  Reinado no tendrá fin,  pues, sus características son  la paz,  la justicia y la rectitud. “Es el Sol que nace de lo alto” para  ser “Luz de las naciones”,  para hacernos “criaturas nuevas” de una humanidad nueva,  dándonos poder para ser hijos de Dios y hermanos de todos los hombres; y así, transportarnos a su luz admirable, cuando tenga lugar  la recapitulación de todo lo creado en Él, porque, aparecerá  en gloria y majestad. Y será, entonces, cuando de manera  plena y acabada,  “LOS CONFINES DE LA TIERRA CONTEMPLARÁN LA VICTORIA DE NUESTRO DIOS”.


VILLANCICO DE LAS MANOS VACIAS


Yo tenía
tanta rosa de alegría,
tanto lirio de ilusión,
que entre mano y corazón
el Niño no me cabía...
Dejé las rosas primero.
Con una mano vacía
-noche clara y alba fría-
me eché a andar por el sendero.

Dejé los lirios después.
Libre de mentiras bellas,
me eché a andar tras las estrellas
con sangre y nieve en los pies.
Y sin aquella alegría,
pero con otra ilusión,
llena la mano y vacía,
cómo Jesús me cabía
-¡y cómo me sonreía!-
entre mano y corazón.

José María Pemán

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