DOMINGO XXXI
DEL T. ORDINARIO - C
TE ENSALZARÉ, DIOS MIO, MI REY
Por Mª Adelina Climent Cortés O.P.
Al Dios que nos perdona siempre porque nos ama y comprende, al Dios que
existe y es eterno, al que todo lo puede y,
en el que creemos y confiamos; le alabamos, ensalzamos y bendecimos su
poder y su amor, con el salmo l44.
Este salmo, de los tiempos del posexílio, es un himno que canta la
grandeza, el poderío de Yahveh y,
también, su amor inmenso para con su pueblo y todo el universo, porque,
su reinado es eterno y su gobierno dura por todas las edades. Y, relata la oración agradecida de un creyente
que, por vivir en un ambiente de incredulidad, ha de expresar su fe en medio de serias dificultades; siendo, precisamente,
esta situación, la que despierta su
fervor y hace que aumente su confianza en Yahveh, al que se dirige siempre con
fuerza y entusiasmo:
Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey,
bendeciré tu nombre por siempre
jamás.
Día tras día te bendeciré,
y alabaré tu nombre por siempre
jamás.
El salmista, invita a los demás fieles, a que celebren con él esta inmensa grandeza de Yahveh, cantando con
alegría su fidelidad, fruto de sus promesas de salvación; y teniendo en cuenta,
además, su clemencia, su misericordia
y todas sus bondades, con las que
envuelve de ternura las cosas, y a todas sus criaturas
El Señor es clemente y
misericordioso,
lento a la cólera y rico en
piedad,
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas.
Todas las obras han de dar gracias a Yahveh, y todos los fieles han de
bendecir su nombre y proclamar las maravillas que realiza a favor de todos los
suyos, porque, es un Rey y Señor, que revela siempre su justicia a las naciones,
y su gobierno es eterno:
Que todas tus criaturas te den
gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu
reinado,
que hablen de tus hazañas.
Y, porque, el Señor es bondadoso y fiel en todo lo que hace, apoya
también, y sobre todo, a los más débiles y desvalidos, a los que esperan
siempre en su misericordia:
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a
caer,
endereza a los que ya se doblan.
También, Yahveh, el Dios de Israel y el de todos los pueblos, sigue
actuando para nosotros en la persona de Cristo Jesús, buscando acrecentar
nuestra fe a pesar de la increencia que
nos rodea en la cultura que vivimos. Y,
sigue siendo el Dios, que siempre nos mira con atención y amor, buscando nuestra cercanía y amistad; el que,
desea hacerse huésped en el corazón de cada uno de los creyentes, invitándonos
a tener una mayor intimidad y un diálogo profundo con Él.
Y, vemos a Jesús, en la lectura evangélica, pedirle a Zaqueo, jefe de
publicanos y rico, hospedarse en su casa, sabiendo que se le consideraba
pecador. Zaqueo, contento le hospedó en su casa y dijo al Señor: “Mira la mitad
de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado,
le restituyo cuatro veces más” Jesús le
contestó:
“HOY HA SIDO LA SALVACIÓN DE ESTA CASA; TAMBIÉN ESTE ES HIJO DE ABRAHÁN.
PORQUE EL HIJO DEL HOMBRE HA VENIDO A BUSCAR Y A SALVAR LO QUE ESTABA PERDIDO”.
También, es el Dios, que sabe perdonar siempre nuestra ingratitud y
desdén, el que nos salva y justifica; y el que, exige nuestra amistad y
correspondencia, es decir, nuestra sincera conversión.
Por lo que, nuestro vivir, ha de ser un acoger con gratitud sus dones de
salvación, desde la fe y el gozo de
nuestra esperanza, para transmitirlos a
nuestro mundo, y para que, la ternura y la misericordia de Dios, que llena el
universo entero, sea reconocida y estimada por los que, le desconocen, y así,
puedan experimentar lo bueno y compasivo que es; siempre fiel a sus promesas de
salvación.
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