sábado, 6 de junio de 2015

CUERPO Y SANGRE DE CRISTO - B


SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO - B



ALZARÉ LA COPA DE LA SALVACIÓN

Por Mª Adelina Climent Cortés  O. P.


                  Celebramos, hoy, al Dios Amor y Don de Salvación, en el pan compartido, su cuerpo entregado, y en el vino nuevo, su sangre derramada como precio caro de nuestro rescate. Es la fiesta del CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO JESÚS. Memorial de su Muerte y Resurrección. Misterio y Sacramento de Comunión. Pan de Vida Eterna y alimento sabroso que nos nutre y nos incorpora al Señor y a los hermanos. Prodigio excelso, que hoy veneramos y adoramos con fervor, alegría y esplendor, con muestras de agradecimiento sin fin...

                  Con  el  salmo 115,  himno  de  acción  de  gracias  a Yahveh,   que,  en  esta solemnidad del CUERPO Y SANGRE DEL SEÑOR, forma parte de las lecturas bíblicas  de la  Eucarística, se señala  la excelsa  grandeza y virtud de la Sangre de Cristo Jesús, significada en la copa rebosante de vino sabroso, ofrecida y derramada en sacrificio de expiación: ”NOS HAS COMPRADO CON TU SANGRE PRECIOSA, SEÑOR” y también: “NOS AMÓ Y SE ENTREGÓ POR NOSOTROS”.

                El salmo 115, con sentido profético, canta la gran generosidad de amor y de entrega, de CRISTO JESÚS, valiéndose de una fórmula ritual existente y del  gesto que la acompaña, expresión de una ofrenda sacrificial. Verdadera alabanza espiritual,  la que brota de un corazón  sincero y comprometido, en gratitud  a Yahveh,  que siempre salva y regenera:

Alzaré la copa de la salvación
invocando tu nombre, Señor

                  El nombre del Señor, lo que mejor le define es: Amor, Bendición y Gratuidad, cualidades que se manifiestan en la entrega de su Hijo Cristo Jesús, el que, con  su sangre redentora sella el pacto de la Nueva y Eterna Alianza, y que,  anulando las anteriores, tiene virtud para liberarnos de toda esclavitud y  ahuyentar de nosotros, para siempre, la muerte y el pecado. Sangre de Cristo Jesús,  también resucitadora y vivificadora, ofrecida en un cáliz rebosante de vida y de espíritu, que nos va transformando en auténticos hijos de Dios Padre y en herederos de su reino glorioso:
                 
Alzaré la copa de la salvación
invocando tu nombre, Señor

                    En agradecimiento, por tanta entrega y generosidad por parte del Señor Yahveh, el salmista, quiere cumplir sus promesas en presencia de todo el pueblo, es decir, en una alabanza litúrgica,  pública y solemne, de manera, que puedan unírsele otros fieles, para tributarle el debido reconocimiento por los muchos beneficios  recibidos de su grandeza y bondad:

Alzaré la copa de la salvación
invocando tu nombre, señor


                    Y, en esta fiesta del CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO JESÚS, en la que, después de comerle y beberle en LA EUCARISTÍA, se dejará contemplar  en la HOSTIA SAGRADA, sobre el altar, y  en la procesión  por  las  calles engalanadas de la ciudad, para así recibir nuestra gratitud por su cercanía y amistad, por haber querido dársenos como posesión nuestra, de toda la comunidad eclesial, ofreciendo siempre su amor y salvación, dejemos, también, que al mismo tiempo, brote de nuestro interior, esta  profunda y sencilla oración del salmo:

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?

ALZARÉ LA COPA DE LA SALVACIÓN
INVOCANDO TU NOMBRE, SEÑOR.


AMÉN. ALELUYA.

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