DOMINGO XI DEL TIEMPO
ORDINARIO
ES BUENO DAR GRACIAS AL
SEÑOR
Por Mª Adelina Climent
Cortés O P.
Es bueno dar gracias al Señor, al Dios que guarda fielmente la alianza
con Israel, su pueblo, al que ama y
protege en todo momento llevado de su gran misericordia y compasión. También
hay que darle gracias, porque quiere nuestra rectitud, que busquemos siempre su
justicia; pero, sobre todo hay que darle gracias, porque desea nuestra sincera alabanza. Y, un salmo
de oración, de acción de gracias y de alabanza, como es el 91, le cantamos hoy.
El salmo 91 es, además, un himno de gratitud a Yahvé con reflexiones
sapienzales; y, también, es un “canto para el sábado” uno de los que rezaban
los israelitas encargados de la liturgia y del servicio del templo. El
salmista, lo canta con entusiasmo y,
con la alegría y el gozo que se experimenta cuando se vive en la cercanía de
Dios y dedicados a su alabanza, desde el amanecer del día hasta su ocaso:
Es bueno dar gracias al Señor,
y tañer para tu nombre, oh Altísimo;
proclamar por la mañana tu
misericordia
y de noche tu fidelidad.
El salmo, pasa a describir la recompensa que tendrán los justos, los que
hacen de su vida una búsqueda en fidelidad al Dios de la Alianza, y, lo describe,
con imágenes vegetales muy expresivas.
El que es justo crece y se perfecciona hasta alcanzar la santidad que Dios
quiere para él:
El justo crecerá como palmera,
se alzará como cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro
Dios.
Y, como todo árbol cuidado y frondoso, no solo dará frutos en los años
de apogeo y juventud, sino que, también, los dará en la vejez, cuando toda obra buena y virtuosa lleva la dulzura y
madurez de una vida experimentada y vivida junto a Dios, proclamando su
justicia y su bondad:
En la vejez seguirá
dando fruto
y estará lozano y frondoso;
para proclamar que el Señor es justo
que en mi Roca no existe la maldad.
Más, el Justo por excelencia, para nosotros los creyentes, es Cristo
Jesús, que, junto al Padre y cumpliendo siempre su voluntad, ha crecido y se ha
fortalecido hasta dar su vida por amor en el árbol de la cruz, y en beneficio
de todos los hombres. Es el fruto de la salvación ofrecido y entregado
gratuitamente a la humanidad, ya que, todos podemos acogerlo y quedar salvos de
nuestros egoísmos y pecados.
Y, también nosotros, los que queremos hacer de nuestra vida un
seguimiento de Cristo Jesús, hemos de ser árboles sanos, altos y frondosos,
cargados de frutos de buenas obras, para que, los que lo deseen, puedan
descansar a la sombra de nuestra
santidad y saborearlos. Y, estos frutos deberán ser los de Dios y los de su Reino: amor, verdad, paz, paciencia, solidaridad, generosidad. A ello
nos invitó Cristo Jesús, cuando dijo a los que le seguían: “sed santos como
vuestro Padre celestial es santo” Y, sólo así, dando frutos de bondad y de
amor, podremos hacer de nuestras vidas una oración de alabanza a Dios, del que
procede toda santidad, proclamando y diciéndonos con entusiasmo: “Es bueno dar
gracias al Señor”
No hay comentarios:
Publicar un comentario