viernes, 24 de mayo de 2019

Domingo VI de Pascua



DOMINGO VI DE PASCUA - C

OH DIOS, QUE TE ALABEN LOS PUEBLOS,
QUE TODOS LOS PUEBLOS TE ALABEN

Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.


                    La Salvación de Jesús es universal y LA VIDA NUEVA de su RESURRECCIÓN GLORIOSA es para todos los pueblos, razas, y civilizaciones.  El salmo 66, con sabia intuición, lo canta y celebra con alegría. Y, porque Jesús se nos ha manifestado, y, a todos nos ha llamado a la fe, nos unimos al salmista en oración y alabanza agradecida:

                    Este salmo es un himno de acción de gracias a Yahveh, que rige y gobierna con sabiduría y justicia a todos los pueblos, pues, su bendición se extiende desde Israel a todas las naciones, al universo entero; por lo que, el orante, entusiasmado y desde su profunda fe, quiere que todos los hombres le reconozcan y alaben como a Dios, y, que, al hacerlo, se sientan dichosos y agradecidos:

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

                    Pero, no solo Yahveh gobierna con poder y sabiduría el universo entero, sino que, además, lo hace con justicia y rectitud, que es lo suyo propio; y, esto es, precisamente, lo que hace que su salvación llegue a todos los pueblos y la puedan alcanzar todos los hombres, llamados a vivir en comunión su misma vida de santidad y de amor.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud,
y gobiernas las naciones de la tierra.

                    Y, el salmista, que reconoce y profundiza  el hecho salvífico y universal  de Yahveh, sigue invitando a todos los pueblos a una alabanza exultante, de bendición y de acción de gracias, al mismo tiempo que pide al Señor su benevolencia para todos, con el deseo de  que,  el orbe entero le respete y ame:

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

                    Y, todo esto que nos relata el salmo, como primicia y adelanto, empieza a ser realidad más plena con La Resurrección de Jesucristo, pues, su mensaje pascual y evangélico, tiene un destino universal que ha de ser anunciado a todo el orbe: Cristo Jesús, ha de reinar en todo el universo, que, ha de quedar  lleno de su presencia y, también, de la presencia del Padre Dios. Y, de manera más íntima y particular, Cristo Jesús, ha de reinar  en el interior de todos los creyentes, llamados a vivir en comunión con Él, y, a participar de su misma Vida.

                    Más, los cristianos, somos los llamados a hacer presente en nuestro mundo LA VIDA DEL RESUCITADO Y SU SEÑORÍO, dando a conocer, con la ayuda del  ESPÍRITU, su  mensaje de salvación, que es de amor, de esperanza y de paz.  Mensaje que hemos de hacer creíble con nuestro testimonio de vida, para que sea aceptado y amado:

                    Así, Jesús, para hacer visible su vida, nos pide que le amemos, que Él lo sea todo en nuestra existencia, nuestro único Señor; y que, nos amemos fraternalmente, para que, viéndonos, el mundo crea y se salve:

                    “-EL QUE ME AMA GUARDARÁ MI PALABRA Y MI PADRE LO AMARÁ, Y VENDREMOS A ÉL Y HAREMOS MORADA EN ÉL”

                    Es, este amor, el que hará visible su paz salvadora, la que nace de su vida entregada en La Cruz, y que habla al mundo de unidad, de respeto y colaboración,  de reconciliación: de no más guerra, y sí,  solidaridad y  fraternidad entre todos.

                    También, Jesús, en su mensaje de Pascua, nos comunica esperanza, seguridad de que se cumplirá en nosotros y en todo el mundo la victoria de su RESURRECCIÓN GLORIOSA; que todos entraremos a formar parte de su Reino Eterno, donde  nos está preparando un lugar para cada uno, junto al suyo, a la derecha del trono del Padre, en el cielo.

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