DOMINGO III DE PASCUA – C
TE ENSALZARÉ, SEÑOR, PORQUE ME HAS LIBRADO
Por Mª Adelina Climent Cortés O.P..
Es un gozo inmenso saber y
experimentar que EL RESUCITADO vive y está entre nosotros, en nuestras vidas.
Que en todo momento podemos sentir su cercanía, sus atenciones, sus cuidados.
Que podemos reconocerle en lo más entrañable y cotidiano que realizamos,
descubrirle con emoción y poder decir: “ES EL SEÑOR” sintiendo la inmensa
alegría de su proximidad y de su amor... Y, todo esto, debido a que, LA RESURRECCIÓN DEL
SEÑOR nos permite vivir en La
Vida Nueva que ha instaurado, la que nos hace Hijos de Dios
Padre, a todos los que, en Él, nos consideramos hermanos.
Y, si Dios, en LA RESURRECCIÓN DE
CRISTO JESÚS, nos da motivo de tanta alegría y gozo, al liberarnos de la
esclavitud del pecado y de la muerte en que vivíamos, ahora, nosotros,
agradecidos por su salvación, nos disponemos a proclamar el salmo 29, un canto
de alabanza y de acción de gracias, que rezó por primera vez un yahvista
enfermo y perseguido, pero que, recobró la vida cuando, estando muy grave,
Yahveh le libró de la afrenta de la muerte:
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado
que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste
mi vida del abismo,
me hiciste
revivir cuando bajaba a la fosa.
Contento y agradecido el
salmista por la intervención salvífica de Yahveh en su vida, invita a sus
amigos piadosos, los que siempre y en toda ocasión se muestran fieles al Señor,
a unirse a él en alabanza festiva y de acción de gracias, ya que, la bondad y
la compasión de Yahveh exceden, de manera incomparable, a sus momentos de
enfado:
Tañed para el
Señor, fieles suyos,
dad gracias a su
nombre santo;
su cólera dura
un instante,
su bondad, de
por vida.
El salmista sigue
aclamándose a Yahveh, con la plena seguridad de que siempre y en todo momento
obtendrá su salvación. Y, esta experiencia de fe tan firme y nueva que ahora
tiene, ha de ser siempre para él, motivo de sincera alegría, de júbilo, y de
agradecimiento:
Escucha, Señor,
y ten piedad de mí,
Señor,
socórreme.
Cambiaste mi
luto en danzas,
Señor, Dios mío,
te daré gracias por siempre.
Y, así, y de esta manera, es La Vida Nueva que Dios crea para todos nosotros con
su PASCUA SALVADORA. Estamos llamados a una esperanza firme y fecunda que
debemos vivir en perenne gozo y alegría, ya que, nuestra meta no es la muerte
sino La Vida eterna, la gloria del
cielo con Cristo Jesús y junto a Dios Padre.
Nuestro quehacer, ahora, ha
de ser vivir y alimentar esta esperanza, fruto de nuestra fe, siendo en todo
momento testimonios creíbles de JESÚS RESUCITADO vivo y presente en medio de
nosotros, ante todos los hombres y en todo lugar; empeño que conseguiremos con
la fuerza del Espíritu y con el alimento de su Cuerpo y de su Palabra
evangélica:
Y, viviendo desde este
conocimiento amoroso con Jesús, ha de ocurrirnos, lo que a los discípulos,
cuando les dijo, como narra el Evangelio: -“Vamos, almorzad. NINGUNO DE LOS
DISCÍPULOS SE ATREVÍA A PREGUNTARLE QUIEN ERA, PORQUE SABIAN QUE ERA
EL SEÑOR”.
No nos cansemos, pues, de
ensalzar a nuestro Dios con gozoso agradecimiento, siguiendo y testimoniando a
JESÚS RESUCITADO, pues Él es, quién introducirá a toda la humanidad en la
gloria del Padre Dios, por toda la eternidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario