sábado, 29 de diciembre de 2018

Fiesta de la Sagrada Familia



DOMINGO DE LA SAGRADA FAMILIA – C

DICHOSOS LOS QUE VIVEN EN TU CASA, SEÑOR

Por S. Mª Adelina Climent Cortés OP.


                    Jesús, la misericordia entrañable y encarnada del Padre Celestial, en brazos de María, su Madre, y bajo la custodia de José, su padre adoptivo, forman LA SAGRADA FAMILIA cuya festividad litúrgica celebramos este Domingo después de La Natividad del Señor. 

                    Modelo  admirable y digno de imitación el que contemplamos hoy como pequeña Iglesia domestica de la que irradian las virtudes propias de una perfecta convivencia, como son el amor cariñoso, la cordialidad afable, el servicio, la confianza, el respeto mutuo…

                    A JESÚS, MARÍA Y JOSÉ, alabamos hoy en esta liturgia eucarística y dominical con el salmo  83. Salmo, que tiene su origen en la época de la monarquía, por lo tanto anterior al Exilio.
  
                    Este salmo, es un canto real de acceso al santuario.  Y, es el Rey, en persona, el que lo declama y reza, pues quiere vivir y ejercitar su poder personal y político desde la cercanía de Dios, en su santo nombre, y teniendo en cuenta su voluntad. Deseos, todos ellos, muy en sintonía con el querer de Jesús de UCUPARSE EN LAS COSAS DEL PADRE, como nos relata el evangelio de Lucas.

                      Expresa el Rey, que la dicha suprema para él es vivir en la casa del Señor, morar junto a El. Descansar y tener sus delicias con su Dios y Señor. Compartir su vida y gozar de su bondadosa amistad:

¡Que deseables son tus moradas,
Señor de los ejércitos!
Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo.

                    Así, el salmista rey, considera dichosos a los que se dedican en todo momento a bendecir al Señor Yahveh, cantando sus alabanzas, pues allí  encuentran paz, fuerza y consuelo para vivir y actuar correctamente:

Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en Ti, su fuerza,
al preparar su peregrinación.

                    Y, con vehemente confianza, suplica a su Dios Yahveh, que le conceda lo que tanto desea para realizar con acierto su tarea, de gran responsabilidad, por ser el rey del pueblo:

Señor de los ejércitos, escucha mi súplica;
atiéndeme, Dios de Jacob.
Fíjate, oh Dios, en nuestro Escudo,
mira el ostro de tu Ungido.

                    De igual manera que este real personaje, en su difícil quehacer, busca ser fiel a su Dios y Señor, para cumplir con rectitud su misión gubernativa, de la misma manera y como preludio al evangelio de hoy, cuenta el primer libro de Samuel, que Ana, la madre del pequeño Samuel, fiel y agradecida a Dios, porque al pedirle un hijo se lo concedió, cuando lo destetó subió al templo del Señor, de Siló y presentó al Niño a Elí  diciendo:

                    “Este niño es lo que yo pedía. El Señor me ha concedido mi petición. Por eso se lo cedo al Señor de por vida,  para que sea suyo”

                     También, narra Lucas en el Evangelio que,  cuando Jesús cumplió doce años,  subió a Jerusalén para la fiesta de La Pascua y se quedó en el Templo con los maestros, escuchándoles y haciendo preguntas, y que, cuando sus padres, angustiados, le preguntaron, por qué has hecho esto con nosotros, respondió:

                    “NO SABÍAIS QUE DEBÍA ESTAR EN LA CASA DE MI PADRE”

                    Y, Jesús, que bajó a Nazaret y siguió bajo la autoridad de María y José, creciendo en sabiduría estatura y gracia ante Dios y ante los hombres, sobre todo vivió siempre, como el piadoso israelita del salmo, en fidelidad absoluta a su Padre Dios, que le animaba y fortalecía constantemente en su divina misión redentora y salvadora de la humanidad.
  
                    Episodios, todos ellos, que nos invitan a buscar en la oración, una intimidad amorosa con Dios, para vivir en profunda fidelidad a su santa voluntad, ya que siempre se muestra fiel y dispuesto a ayudarnos en todo momento con el fin de que realicemos nuestra vocación personal y comunitaria según su divino querer, pues, siempre redundará en bien de los demás y para mayor gloria suya.

                    Que Jesús, María y José, La Sagrada Familia de Nazaret, nos ayuden a ser fieles en el costoso peregrinar,  de cada día, buscando siempre agradar a nuestro Señor y Padre Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario