DOMINGO
III DE ADVIENTO - C
“QUÉ
GRANDE ES EN MEDIO DE TI EL SANTO
DE ISRAEL”
Por Mª Adelina Climent Cortés O.P.
Se nos invita al gozo y a la alegría ante la cercanía del nacimiento del
Señor Jesús, que nos trae la paz, la
salvación y nos acerca el Reino. Y, es el Profeta Isaías el que nos dice:
Gritad jubilosos: “Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel”
Con gozo y gratitud, pues,
cantemos el oráculo de Salvación: Is. 12, 2-6, que, en forma de himno, alaba la grandeza de Dios,
glorifica su nombre y ensalza su santidad.
Israel lo cantaba, alabando y dando gracias a Yahveh, por la salvación
ya recibida de sus manos, al ser liberados de la opresión de Egipto, y,
también, por la alegría experimentada
al retorno del exilio, que hizo posible
la restauración de la ciudad santa y su templo. Episodio en
el que se pudo gozar de la paz,
del consuelo y de la seguridad, que, como agua, manan de las “FUENTES DE LA
SALVACIÓN”
El Señor es mi Dios y salvador;
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación.
El orante israelita, invita a la
comunidad a que tome parte en esta
alabanza de acción de gracias, de
manera gozosa y entusiasta, y, a pregonar con gritos de júbilo a todos los
pueblos y naciones, las obras salvadoras de Yahveh, para que puedan ser reconocidas
universalmente, junto con su grandeza y santidad:
Dad gracias al Señor,
invocad su nombre
contad a los pueblos sus hazañas.
Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
“Que grande es en medio de ti
el santo de Israel”.
Más, también nosotros sentimos alegría y gozo
desbordante, por LA PRESENCIA SALVÍFICA DE DIOS EN JESUCRISTO NUESTRO
SALVADOR. La cercanía de su nacimiento
nos conmueve, ya que, se nos presenta
frágil y vulnerable, en los brazos de María su Madre. Signo, este, que
descubre a toda la humanidad, que, su
venida salvadora no es ostentosa, sino
discreta y humilde y que, sobre todo,
es para los pequeños, los sencillos, los pobres y desvalidos, ya que, de
ellos es el reino de Dios; dándonos a entender, de este modo, que hemos de
hacer nuestra esta actitud, si queremos participar de su salvación.
Y, desde esta actitud salvífica y consoladora
de Dios, hemos de anunciar LA BUENA NOTICIA, colaborando y abriendo cauces en
los que pueda correr el agua de las fuentes de la salvación por todo nuestro mundo, como son los del amor, los de la paz, los de la justicia, concordia y
fraternidad, caminos que conducirán a que, todos los hombres, puedan conocer y cantar, con alegría y gozo, las
hazañas del Señor.
Misión difícil y costosa la de hacer ver a
todos LA SALVACIÓN DE DIOS, la de hacer presente su Reinado; pero, en tiempo de
sequía y desánimo, contamos con la fuerza de Cristo Jesús y su deseo de
aliviarnos, consolarnos y animarnos: “El que tenga sed que venga a mí y beba”
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