jueves, 22 de junio de 2017

Sagrado corazón de Jesús


EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - A

LA MISERICORDIA DEL SEÑOR DURA SIEMPRE,
PARA LOS QUE CUMPLEN SUS MANDATOS.

Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.


                    Dios es Amor y tiene CORAZÓN. Un corazón humano, de carne, y grande; lleno de misericordia y compasión para con todas sus criaturas... Su voluntad es volcarse hacia el ser humano, en generosa gratuidad, hasta enviar al mundo a su propio Hijo, Jesucristo, con el fin de rescatarle del pecado, y de la esclavitud en que vivía sumido.

                    Este amor misericordioso de Dios Padre, se nos muestra, en la solemnidad que celebramos hoy, en el CORAZÓN DE CRISTO JESÚS, su HIJO, repleto de  afecto divino, y, de ternura entrañable, para con toda la humanidad, la que desea transformar en su Reinado de Amor y de Paz.

                    A este Dios amantísimo, que nos muestra tanta bondad, hondura y generosidad, en su Hijo Cristo Jesús, le contemplamos, admirados y agradecidos, cantando el salmo 102. Hermoso poema, de los tiempos del posexílio, en el que, se bendice a Yahveh, se le da gracias, y se le celebra, por su gran amor y fidelidad hacia el hombre y todo lo creado:  

Bendice, alma mía, al Señor
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.

                    Y, porque, Yahveh, el Señor, se enamoró apasionadamente de Israel, su pueblo, y lo eligió entre los demás, aún siendo el más pequeño de todos; será siempre, para todo israelita, el Dios fiel y leal a su Alianza de Amor pactada con su heredad, pues,  en su entrega incondicional, solo sabe  acoger, perdonar y salvar:                    

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
Él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura.

                    La justicia de Yahveh, porque es fruto de su gran amor, se convierte en misericordia y compasión para cuantos le invocan y confían en Él: el Dios de Israel, es un Dios clemente y misericordioso, un Dios, que, porque tiene corazón, es, siempre, el primero en amar, y, el que, olvida con prontitud,  toda ofensa e ingratitud:

El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos,
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel.

                    La bondad de Yahveh, experimentada y orada por el salmista, hace que brote de sus labios, una de las alabanzas más sinceras, sublimes y bellas. Alabanza agradecida, que engendra confianza, consuelo y paz.
                                    
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestros pecados,
ni nos paga según nuestras culpas.

                    Pero, solo, desde la sencillez y la humildad, se nos puede revelar el amor inmenso de Dios en Cristo Jesús, hasta poder creer y vivir de este amor, en comunión de vida con Él y con los hermanos. Y, es el mismo Cristo Jesús el que nos dice, mostrándonos, desde La Cruz, su corazón herido, pero lleno de amor: “VENID A MÍ TODOS LOS QUE ESTÁIS CANSADOS Y AGOBIADOS Y, YO, OS ALIVIARÉ.   CARGAD CON MI YUGO Y APRENDED DE MÍ, QUE SOY MANSO Y HUMILDE DE CORAZÓN, Y ENCONTRARÉIS VUESTRO DESCANSO. PORQUE MI YUGO ES LLEVADERO Y MI CARGA LIGERA.


                     Y, desde esta dulce y sincera invitación de Jesús, nuestro principal quehacer, ha de ser amarle  como Él nos ama; con el corazón abierto, hasta poder amar a todos, cada vez más y mejor, es decir, sin límite alguno... También, vivir sinceramente agradecidos, por sentirnos tan queridos por Él. Agradecimiento que ha de llevarnos a  una constante adoración y alabanza a este, nuestro excelso y gran Señor: Misterio de Amor, de Unidad,  y de Comunión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario