SANTIAGO, APÓSTOL
Patrono de España
OH DIOS, QUE TE ALABEN LOS
PUEBLO,
QUE TODOS LOS PUEBLOS TE ALABEN.
Por Mª Adelina Climent
Cortés O. P.
Como fruto de la bondad de Dios, todos estamos
llamados a su alabanza, ya que, el Señor,
en Cristo Jesús, nos ha bendecido con toda clase de
bendiciones espirituales y celestiales. Gracias y dones de Dios, que culminan
sobre todo en la persona de Cristo
Jesús, resucitado y vivo entre nosotros. Esta
bendición de Dios, la más universal
y salvadora, abarca a todos los pueblos, incluidos los gentiles, y, también, a
los emigrantes y forasteros; porque es, para cuantos “BUSCAN A DIOS CON SINCERO
CORAZÓN” y por encima de todo lo demás.
Y, con el salmo 66, damos
gracias a Dios por los bienes que nos otorga, y, le pedimos, nos siga concediendo sus múltiples
gracias, las que tiene destinadas
para todos aquellos que, acogiéndolas
con amor, las hacen suyas para siempre.
Celebramos, hoy, junto con la presencia del
Resucitado entre nosotros, el MARTIRIO
DEL APÓSTOL SANTIAGO, uno de los más fieles amigos de Jesús, y también, SU PRIMER TESTIGO, ya que: “EL REY HERODES
HIZO PASAR A CUCHILLO A SANTIAGO, HERMANO DE JUAN”.
Dentro del grupo de los primeros seguidores de
Cristo Jesús, EL APÓSTOÑ SANTIAGO, por su martirio, es, como fruto y primicia de su Resurrección Gloriosa; y
signo y victoria de la fuerza y la energía
pascual, que va transformando lo viejo y caduco de nuestro mundo, en lo que
será la nueva y eterna creación, la que hará aflorar, hasta su plenitud, la misma realidad del Reinado de Dios, su vida gloriosa.
Y, con el salmo 66, que es
un himno de acción de gracias por los beneficios que Yahveh concedía a Israel,
su pueblo, para su alimento y cuidado, en
las nuevas cosechas del año;
queremos agradecer, también, a Dios, el DON DEL MARTIRIO DEL APÓSTOL
SANTIAGO, pues, según recuerda la
tradición, predicó a Cristo Jesús en España, desde Barcelona, pasando por
Zaragoza y llegando hasta Galicia, a donde, más tarde, fue trasladado su cuerpo. Por lo que, se
puede decir, que, gracias a él, se conserva viva, en nuestra nación, la fe
cristiana, y que, el amor y la devoción de todos los españoles
a su SANTO PATRONO, sigue fresca y pujante
en el corazón de la gente sencilla, que desea, al mismo tiempo, que su
bendición y protección nunca les abandone:
El Señor tenga piedad y nos
bendiga,
ilumine su rostro sobre
nosotros:
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
Cantamos, también, con
exultante gozo y alegría el salmo 66, porque es Dios quien nos alegra y
gobierna con sus bendiciones, dándonos con ellas, lo suyo propio, lo mejor que
tiene, ya que somos sus hijos. Y, con ello quiere, que sus mismos bienes, los gocemos los hombres y
nos sirvamos de ellos para nuestra
felicidad. Pues, esta manera tan perfecta y acabada de hacer las cosas Dios, solo
es propia de Él, ya que, siempre obra
según su justicia y rectitud, por ser lo que más y mejor define su
santidad:
Que canten de alegría las
naciones,
porque riges el mundo con
justicia,
riges los pueblos con rectitud,
y gobiernas las naciones de la
tierra.
La bendición de Dios y su
bondad, es lo que hace fecundas las
obras de nuestras manos y, sobre todo,
lo que da fuerza y energía a la tierra
hasta hacerla florecer y dar sus hermosos frutos, como respuesta de alabanza continua
a su excelso Creador. Y, si hoy
cantamos a Yahveh con gozo y alegría que, ”La tierra ha dado su fruto”,
haciendo estallar la fuerza de la creación en nuestro beneficio, también se
puede celebrar, con agradecimiento, que la sangre de los mártires, la de
SANTIAGO APÓSTOL, sea semilla de nuevos cristianos en toda la Iglesia, lo que
hará posible abrir nuevos caminos de
vida, de verdad y de salvación universal:
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor nuestro
Dios.
Que Dios nos bendiga; que le
teman
hasta los confines del orbe.
Más, con el salmo 66,
seguimos pidiendo a Dios Padre, que, por los méritos de SANTIAGO APÓSTOL, nos
vaya enriqueciendo con nuevas
bendiciones: que nos conceda, beber, también,
el CÁLIZ DE CRISTO JESÚS, es
decir, poder ser testigos de su Resurrección gloriosa, como fruto de una
amistad sincera con Él, la única que nos puede llevar a un seguimiento
testimonial.
Pidamos, también, poder asimilar la
universalidad de la salvación, que se canta y manifiesta en el salmo 66, y que,
desde luego, sigue viva en todos
aquellos que, desde diferentes lugares de la tierra, hacen el “CAMINO DE
SANTIAGO” con el sacrificio y la austeridad que requiere, guiados por la fe de
seguir los caminos del santo, que son los caminos liberadores que inició Cristo
Jesús con la fuerza evangélica de su Resurrección Gloriosa.
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