DOMINGO
XVI – T. ORDINARIO -B
EL SEÑOR ES MI PASTOR, NADA ME FALTA
Por
Mª Adelina Climent Cortés O.P.
“El Señor es mi Pastor, nada me falta”. Hermosa
oración con la que, los cristianos, nos dirigimos a Cristo Jesús, nuestro Buen
Pastor; el Pastor Bueno y Bello que
da su vida por las ovejas; el que
siempre las cuida, regala y conduce hacia una vida más feliz y plena
-como no lo puede hacer otro pastor- ya que, solo Él, las conoce y ama
debidamente, al mismo tiempo que se deja conocer y amar por cada una de ellas.
Esta oración, tan conocida y apreciada por todos, es el salmo 22, de David, y configurado
definitivamente en la época anterior al exilio. Está considerado como uno de
los poemas más bellos, y, también, como verdadera obra de
arte, por medio de la cual el orante expresa a Yahveh los sentimientos
profundos de su fe. Tiene en cuenta la profecía de Jeremías: “suscitaré a David
un vástago legítimo: hará justicia y derecho en la tierra”.
Profecía
que se hace realidad en Cristo Jesús, el Buen Pastor, que, ante una multitud de
gente “SINTIÖ LASTIMA DE ELLOS PORQUE ANDABAN COMO OVEJAS SIN PASTOR; Y SE PUSO
A ENSEÑARLES CON CALMA”. En cambio, su generosidad y su amor entregado le
llevarán a morir por todos nosotros,
para darnos vida con su resurrección
gloriosa.
En
verdes praderas me hace recostar.
Me
conduce hacia fuentes tranquilas
y
repara mis fuerzas.
Es tanta la solicitud del Pastor por sus ovejas,
que las reúne en un lugar ecológico, donde se da la armonía y el equilibrio de la naturaleza; donde las conforta con
los pastos de su enseñanza y con el alimento de su palabra; donde las recrea y deleita con el agua que alegra,
fertiliza y da vida; donde les da
sosiego con su presencia y seguridad: “VENID VOSOTROS SOLOS A UN SITIO A
DESCANSAR”.
Me
guía por el sendero justo,
por
el honor de su nombre.
Aunque
camine por cañadas oscuras,
nada
temo, porque tú vas conmigo:
Tu vara y tu cayado me sosiegan.
Y, es tanta su familiaridad, la confianza que nos
da sin merecerlo, solo porque así se lo exige su honor, que, hasta podemos
hablarle de “tú” como al mejor de los amigos.
Y, es que, en realidad, se
comporta como un compañero fiel, que
nos guía por el camino recto de la vida, siempre atento y solícito ante las dificultades que encontramos cada
día.
Preparas
una mesa ante mí
enfrente
de mis enemigos;
me
unges con aceite la cabeza
y mi
copa rebosa
Mesa divina y adornada, manjar exquisito y
abundante, fruto de un amor y de una entrega sin límites, que crea comunión,
con gestos de consideración y de distinción. Eucaristía que integra y enseña a
compartir y crear el Reino, implantando
la justicia y el derecho en la tierra: “Y LO LLAMARÁN CON ESTE NOMBRE:
EL SEÑOR NUESTRA JUSTICIA“. ( Jr. 23, 6)
Tu
bondad y tu misericordia me acompañan
todos
los días de mi vida,
y
habitaré en la casa del Señor
por
años sin término
Es todo un anhelo de gozo en esperanza, despertado en nosotros por la
cercanía del Señor, por su gran bondad y misericordia, que nos enciende en
deseos de participar en el festín de las Bodas del Cordero, en el banquete eterno, donde contemplar la
luz del rostro de Dios será nuestro premio definitivo. Vida eterna en posesión,
la misma vida de Dios
No hay comentarios:
Publicar un comentario