sábado, 3 de enero de 2015

Domingo II de Navidad -B



DOMINGO II DE NAVIDAD
LA PALABRA SE HIZO CARNE
Y ACAMPÓ ENTRE NOSOTROS

Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.


                    Israel, al ver resplandecer la luz del Señor y reconocer su gloria en “Sión” la ciudad de todos amada,  gozoso al contemplar  que “su belleza es su Dios” y que todos los pueblos caminarán a su encuentro, le invita a cantar con entusiasmo:

Glorifica al Señor, Jerusalén,
alaba a tu Dios, Sión.

                    Así comienza el salmo 147,  poema hímnico de alabanza y acción de gracias a Dios. Es de los tiempos que siguieron al exílio y canta la alegría de la reconstrucción de Sión, la ciudad del Señor. Más, Dios, la restaura por su amor y fidelidad a la Alianza establecida con el pueblo y lo hace con la fuerza de SU PALABRA que, con su gran eficacia realizará su obra al vivificarla y fortalecer su fe, para que pueda descubrir el sentido verdadero de la vida; por lo que, también, este salmo es un himno a la PALABRA DE DIOS.

                    Narra el salmista algunos detalles de la restauración de la ciudad santa, a la que, Dios, le ha dado seguridad,  prosperidad; y la ha enriquecido con bendiciones de fecundidad:

Que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.

                    Y, para que estos deseos de bendición sean duraderos, le recuerda el salmista que, también Dios:

Ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina

                    El israelita del salmo, después de citar los bienes con los que Dios, con su divina providencia ha enriquecido a Jerusalén, introduce el tema de la Palabra que, con su fuerza y verdad, es liberadora y transformadora:

Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz.

                    Es una revelación de Dios, Creador del universo, el que, con su sabiduría  y la fuerza del Espíritu, da vida a toda la naturaleza  y llena el espacio de bella armonía: “Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho”. Revelación, también, de la Palabra, que, de modo especial acontece en Israel, unido más estrechamente a Dios con lazos de amor y fidelidad a sus promesas; y que, por lo tanto, es el único que, de verdad, puede aceptar y cumplir la ley, y todos sus mandamientos:

Anuncia su palabra a Jacob;
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.


                    EL MISTERIO DE NAVIDAD, que, con gozo celebramos estos días, nos revela que, LA PALABRA DE DIOS, JESUCRISTO, viene con la Gracia y la Verdad, es decir, con su SALVACIÓN para todos los hombres y pueblos que quieran recibirla: “La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros y hemos visto su gloria...” Es la PALABRA que es vida, luz y esperanza para quien la escucha. Es Palabra que quiere ser anunciada, proclamada y creída. Palabra constructora del Reino, que desea ser acogida con amor en lo más hondo del corazón de la persona, desde donde nos hace hijos de Dios y nos va envolviendo en su gloria... ya que, también, es Palabra de Vida Eterna.






















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