CRISTO REY: "Vengo pronto"
EL SEÑOR ES MI PASTOR, NADA ME FALTA
Por
Mª Adelina Climent Cortés O.P.
Como hizo Israel en otros
tiempos, nos alegramos y gozamos de tener un DIOS, REY DEL UNIVERSO Y SEÑOR DE LA HISTORIA. Un Dios
que, en su soberanía, es, a la vez, tan cercano, amable y compasivo con
nosotros, sus hijos, que se nos manifiesta como Pastor Bueno, guiando a su
rebaño, y nos acompaña con su ternura y amor, en el dificultoso caminar hacia
la meta prometida. Es, también, el mismo Dios que, al final de la Historia , regresará como
Juez de vivos y muertos, y nos examinará de la misericordia y el amor que
hayamos tenido para con los demás, lo que dará la medida de la recompensa que gozaremos en su REINO ETERNO Y
GLORIOSO.
Y, con gozo y agradecimiento,
celebramos a nuestro DIOS, REY Y SEÑOR
de todo lo creado, y, lo hacemos, cantando con amor y gratitud su protección
solícita, bondadosa y acogedora, para con los hombres de todos los pueblos, con el salmo 22. Un rico y hermoso poema que, con encanto conmovedor, describe a Yahveh, el
Dios de Israel, como el Pastor solícito, del pueblo, al que guía siempre con
fidelidad y dulzura, como también lo hace con nosotros, de manera que nada nos
pueda faltar:
El Señor es mi pastor,
nada me falta:
en verdes praderas me hace
recostar.
Con decires sublimes de
sabor y vida pastoril, canta el salmista a su Dios y Señor, Yahveh, y le
recuerda las atenciones que siempre tiene con Israel, su pueblo escogido,
mientras le conduce apaciblemente hacia las fuentes de aguas vivas, que
renuevan y rejuvenecen, porque calman toda sed de vida y de amor:
Me conduce hacia fuentes
tranquilas,
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
En el camino, lleno de
atenciones y amorosos cuidados por parte de Yahveh, no puede faltar la mesa
preparada, que invita y acoge a la intimidad y al descanso, junto con el
alimento que nutre la fe y fortalece la comunión de vida; también, con la
alegría del vino que embriaga y da felicidad:
Preparas una mesa ante mí
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
Y, sería nada lo dicho, sin
la presencia y compañía amorosa del Pastor Bueno, que desbordando misericordia por doquier,
con el afecto y fuego de su corazón,
infunde seguridad, da valentía y lo inunda todo de felicidad, hasta despertar
el gran deseo de querer estar siempre
gozando con Él:
Tu bondad y tu misericordia me
acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del
Señor,
por años sin término.
Y, Cristo Jesús, El buen
Pastor, es el que nos sigue conduciendo, con dulzura, hacia las praderas verdes de su amor. Hace su camino
con nosotros, con todos los hombres, y su
gesto es acogedor y sonriente. Nos cuida
y alimenta en todo momento con la verdad de su Palabra evangélica y con
el pan y el vino eucarísticos; Y, también, se goza cuando nos alienta en el fiel empeño de seguirle y
llegar hasta la meta que nos convoca, porque estamos invitados a sus bodas, las
que tendrán lugar en Reino con toda la humanidad; al banquete eterno y a la vida que nunca
acabará porque, siempre en Dios, cabe más felicidad.
Que CRISTO JESÚS, REY DEL
UNIVERSO, SEÑOR DE LA HISTORIA ,
el que, venciendo a la muerte ha resucitado para siempre: nuestro Buen Pastor,
nuestro Hermano Mayor y Primicia de la humanidad, el que lo será todo en todos, y nos seguirá
bendiciendo hasta abrir, a la humanidad entera, las puertas de su REINO GLORIOSO,
que, también es, el REINO DEL PADRE DIOS.
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