viernes, 7 de noviembre de 2014

Fiesta de la Dedicación de la Basílica de Letrán


DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE LETRÁN

VAMOS  A  LA  CASA  DEL  SEÑOR.
Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.


Que alegría cuando me dijeron:
“Vamos a la casa del Señor”

                    Así comienza el salmo 121; un canto muy conocido y que, ha de  llevarnos al regocijo espiritual y al agradecimiento. También, es un salmo de “peregrinación”, o de las “subidas”, de la época del posexílio. La cantaban los israelitas, una vez al año, cuando subían al TEMPLO,    MORADA    DE    YAHVEH    Y    TABERNÁCULO    DE    SU    GLORIA. Muy bonita manera de expresar, el pueblo, su profunda fe en el Dios, que siempre salva y se compadece, y de manifestar su amor entrañable a Jerusalén, la ciudad amada de todos. Aunque el camino era largo y dificultoso, el salmista expresa la alegría del comienzo y el gozo inmenso de la llegada:

Ya están pisando nuestros pies
Tus umbrales, Jerusalén.

                    El Salmo, conocido también como “Cántico de Sión”, sigue diciendo que, los israelitas, además de ir a Jerusalén, para alabar y bendecir a Yahveh en su templo y llenarse de gozo espiritual; suben, también, porque, es en la ciudad santa, donde se administra la justicia, que sólo es de Dios, pero, que hace participar de ella al pueblo, en la persona del Rey, ya que, todo fiel sabe, que, el que busca con sinceridad a Dios, ha de practicar la justicia y el derecho con el hermano y con todos los demás:

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.

                    La búsqueda de Dios y la justicia entre los hermanos trae la paz y las promesas de Yahveh con su salvación. Y, esto, es lo que encuentra todo israelita en Jerusalén, ciudad de paz: la paz y seguridad que Dios da; y esto, es lo que proclama el salmista con entusiasmo a los más próximos y a todo Israel:

Desead la paz a Jerusalén:
“Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de los muros,
seguridad en sus palacios”.

Por mis hermanos y compañeros
voy a decir: “La paz contigo”.
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

                      Recemos el salmo, nosotros y todos los cristianos, con la alegría y el entusiasmo que manifestaban los peregrinos; sabiendo que, con Cristo Jesús, paz y justicia de todos los redimidos, formamos la NUEVA   IGLESIA, de la que Él es la Cabeza y nosotros sus miembros; PIEDRAS   VIVAS   DEL   EDIFICIO ESPIRITUAL, desde donde mana la SALVACIÓN para todos los que deseen aceptarla. IGLESIA   UNIVERSAL, que, a su vez, es imagen de la JERUSALÉN   CELESTE, morada eterna del DIOS   VIVO y del esplendor de su gloria, y, hacia donde todos caminamos guiados por el Espíritu de Jesús, y donde Dios nos espera para compartir su gloria, que será gozo jubiloso y constante alabanza y bendición. 

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