DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO
CERCA ESTA EL SEÑOR DE
LOS QUE LO INVOCAN
Por Mª Adelina Climent
Cortés O.P.
Es un gozo grande, poder
reconocer y admirar la trascendencia de Dios junto con su bondad y cercanía;
experimentar su poder y su amor, que, tan a las claras, se manifiesta en sus
bondades con todas las criaturas y en su actuar cordial y cariñoso con
nosotros, los hombres, hijos suyos, tan entrañablemente amados... Y, porque su
manera de ser y de actuar es tan paternal, generosa, gratuita, que llega a superarnos
en todo, no ha de extrañarnos que, también, nos sorprenda en extremo. Es
lo que nos recuerda el mismo Señor, por el profeta Isaías: “Como el cielo es más alto
que la tierra, mis caminos son más altos que los vuestros, mis planes, que
vuestros planes”.
A este Dios tan
excepcional, que nos sobrepasa en bondad, justicia y generosidad; con
admiración y agradecimiento le alabamos cantando el salmo l44, un poema
hermoso, que ensalza a Yahveh en su
realeza universal y perpetua, y que, de modo tan admirable, ejerce desde su poder y su amor;
valores, en los que, asienta precisamente, su grandeza y excelsitud, la que el salmista admira, alaba y bendice en
todo momento:
Día tras día te
bendeciré, Dios mío,
y alabaré tu nombre por
siempre jamás.
Grande es el Señor y
merece toda alabanza,
es incalculable su
grandeza.
Desde una fe sincera y
profunda, el salmista, pasa a describir con gozo y entusiasmo, las cualidades
propias que ha de tener todo rey, que se
precia de ser justo y bueno; por lo que, Yahveh, ha de poseerlas en grado
excepcional, pues, ejerce su gobierno, no solo sobre Israel, su pueblo, sino
que, su reinado, glorioso, universal y perpetuo, abarca a todos las naciones;
que, también, habrán de alabarle y
ensalzarle:
El Señor es clemente y
misericordioso,
lento a la cólera y
rico en piedad;
el Señor es bueno con
todos,
es cariñoso con todas
sus criaturas.
El comportamiento bondadoso
y cariñoso de Yahveh, se manifiesta al salmista, y, a todo Israel, en su
justicia salvadora, en la fidelidad a sus promesas y en su misericordia con
todos, pero de manera especial con los que humildemente le invocan y acuden a Él
en sus dudas y necesidades:
El Señor es justo en
todos sus caminos,
es bondadoso en todas
sus acciones;
cerca está el Señor de
los que lo invocan,
de los que le invocan
sinceramente.
Y, puesto que el Señor nos
sigue bendiciendo y lo hará siempre, desde la trascendencia de su poder y con
la cercanía de su amor; su manera de actuar, ha de ser, para nosotros, una
invitación constante a proclamar la gloria y majestad de su reinado, con
nuestra alabanza de bendición y de acción de gracias.
Más, como el Señor sigue siendo justo en todos sus caminos y bondadoso en
todas sus acciones, su justicia ha de revelársenos en el modo misericordioso,
gratuito y bondadoso de su obrar, siendo para los que le invocamos y servimos
un derroche de gozo y felicidad
Este obrar, justo y misericordioso,
propio de Dios, lo hace suyo Cristo
Jesús, que se hizo hombre para hacer la voluntad del Padre y salvar a los
hombres. Y, si es verdad, que Cristo Jesús, nos admira por ser bondadoso y misericordioso con todos sus seguidores, no
ha de extrañarnos que su amor gratuito y su salvación, también sea para todos
los hombres, incluyendo a los pecadores y a los más pobres y alejados, pues
ellos son, precisamente por esto, sus predilectos, los más necesitados de su
ternura y de la ayuda solidaria de los más favorecidos.
Y, de esta manera de
actuar, tan gratuidad, justa y generosa, que caracteriza a Dios y a su Hijo,
Cristo Jesús, hemos de aprender todos los que somos y nos consideramos
cristianos, para que, también, nuestro corazón, pueda ser un derroche de amor y generosidad para con
los demás y, sobre todo, para con los más pobres y menos creyentes de nuestro entorno; de este
modo, conseguiremos fomentar, también, el espíritu de concordia, de paz y
de fraternidad que tanto necesita
nuestra sociedad
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