DOMINGO DE LA SAGRADA FAMILIA - B
EL SEÑOR ES NUESTRO DIOS;
SE ACUERDA DE SU ALIANZA ETERNAMENTE
Por M. Adelina Climent Cortés O.P.
Navidad, es la oportunidad
de dar gracias a Dios, por su gran misericordia para con la Humanidad: El Hijo
de Dios se hace hombre en Jesús de Belén y habita entre nosotros. Y dentro de
La Navidad celebramos la fiesta de LA SAGRADA FAMILIA: la familia de JOSÉ,
MARÍA Y JESÚS, donde, el Niño, crecía en edad, sabiduría y gracia, delante de
Dios y de los hombres.
Y, porque, Jesús viene
como salvador y todos somos llamados a CONTEMPLAR SU GLORIA, en la eucaristía
de esta fiesta, de LA SAGRADA FAMILIA, le cantamos el salmo 104, un Himno de
acción de gracias a Dios Salvador, de la época del posexílico. Describe a Yahveh actuando en La Historia,
y, se le quiere celebrar, porque se
cree en Él y se reconoce su actuación y presencia en el pueblo.
El Salmo relata, con
claridad, la historia de la salvación en el Antiguo Testamento y, “puede ser la
expresión gozosa del Dios justo porque es fiel a su pueblo”:
EL SEÑOR ES NUESTRO DIOS,
SE ACUERDA DE SU ALIANZA ETERNAMENTE.
Agradece el salmista a su
Dios, Yahveh, sus intervenciones favorables a lo largo de la historia,
invitando a invocar su Nombre, para que se recuerden siempre con gozo y
alegría, pues nadie como Él es fiel a sus promesas, y lo será siempre, ya que
Israel, después del exilio, es como un pueblo que tiene que volver a tomar
posesión de su tierra, y reanimar la fe en un momento de enorme desolación:
Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
dad a conocer sus hazañas a los pueblos.
Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas.
Se nos invita a buscar y
gloriarnos en su Santo Nombre, que evoca, de manera admirable, sus
intervenciones salvíficas, Es fuente, además,
de poder y de bendición, pues confirma su grandeza y señorío universal.
La memoria cúltica en el templo, que en esto consiste el buscar continuamente
su rostro, hace actuales las maravillas del pasado
Gloriaros de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor.
Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro.
.
Y sigue diciendo el salmo,
que recordemos las maravillas y prodigios que hizo en el pasado, en la etapa
patriarcal, cuyos representantes son Abrahán y Jacob, cuando hizo su Alianza
con Israel, su heredad, al que guiaba, con fidelidad, en todas sus hazañas:
Recordad las maravillas que hizo,
sus prodigios, las sentencias de su boca.
¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
Alianza que, Yahveh,
mantendrá firme en toda ocasión (aunque el pueblo elegido nunca será fiel a su
cumplimiento) con el fin de introducirlo en la tierra prometida, comienzo de
otro dominio más amplio sobre los pueblos, de parte de la progenie de Abrahán:
Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac.
Esta salvación de Dios,
que canta el salmo, es anticipo de lo que plenamente queda realizado en el
Nuevo Testamento, donde Jesús, EL Verbo
Encarnado, inaugura La Nueva Alianza,
acogida por la humanidad en el Misterio de su Redención, su Muerte y
Resurrección. Alianza que genera
capacidad, para glorificar a
Dios, contemplando su gloria, acogiendo su paz y amor.
Mas, la fiesta de LA
SAGRADA FAMILIA, ejemplo y vínculo de unión para todos los que seguimos a
Jesús, nos mueve a pedir por LA
IGLESIA, la gran familia de la fe y de la misericordia de Dios, para que,
sabiéndonos hermanos todos, podamos salir al encuentro de los alejados, con el
fin de que nadie se sienta excluido, pues todos somos Hijos amados del Padre y
Herederos de su Gloria.
También nuestra oración,
ha de alcanzar a la inmensa familia humana, que es nuestra sociedad, para que
todos podamos vivir comprometidos en la construcción de un mundo mejor,
teniendo relaciones más fraternas y amistosas, acogiendo el amor y la paz de
Dios.
Y, también hemos de
recordar con agradecimiento, a nuestras familias, a la familia de cada uno de
nosotros, donde hemos crecido conociendo y amando a Dios, pues, conociendo y
amando el misterio del VERBO ENCARNADO, podemos profundizar en el nuestro, y
reconocer que estamos hechos a su imagen y semejanza, llamados a CONTEMPLAR SU
GLORIA.
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