jueves, 9 de noviembre de 2017

Fiesta de la Basílica de Letrán


DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE LETRÁN

EL CORRER DE LAS ACEQUIAS
ALEGRA LA CIUDAD DE DIOS

Por Mª Adelina Climent Cortés. O.P.



                    El amor a Dios nos lleva a cantar su Gloria en su belleza, bondad y hermosura. Es lo que hace la liturgia en nombre de LA IGLESIA, MORADA DE DIOS ENTRE LOS HOMBRES. Y, para contemplar su gloria y majestad en La Eucaristía de la fiesta de LA DEDICACIÓN DE  LA BASÍLICA DE LETRÁN, símbolo de una presencia y un referente de comunión, cantamos el salmo 45, uno de los denominados “Salmos de Sión” y también “Cantos a Jerusalén” por ser la ciudad de David y el lugar del Templo. Siendo, el salmo, una de las obras maestras del salterio por su rico contenido y bonita expresión.

                    El salmo proclama y confiesa la seguridad que experimenta el pueblo, por la presencia de Yahveh en Sión, concretamente en el Templo, al experimentar que, con su permanencia serena y firme, defiende y protege en todo momento. Con semejante auxilio, los fieles se sienten seguros aunque hubiera, de nuevo, un  caos y cataclismo universal. Creyendo, a la vez, que el Dios que habita con ellos es “EL TODO PODEROSO”

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.

Por eso no tememos aunque tiembla la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.

                    Hasta las aguas mansas alegran y pacifican La Ciudad de Dios. Como afirma el profeta Ezequiel: “VI QUE MANABA AGUA DEL LADO DERECHO DEL TEMPLO Y HABRÁ VIDA DONDE QUIERA QUE LLEGUE LA CORRIENTE”. Pues, no se trata de la humilde fuente de Siloé, sino de un río poderoso que lo llena todo  de vida. Es Yahveh, en medio de ella, quien la va renovando y transfigurando cada día,  pues, solo desde el lugar de su presencia, puede venir la salvación y regeneración del pueblo.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada-

Teniendo a Dios  en medio, no vacila,
Dios la socorre al despuntar la aurora.

                    Reconocimiento agradecido a la suficiencia de Dios, que protege con la paz a su pueblo escogido, Jacob, siendo a la vez el Señor del universo, y el constructor de La Humanidad; el que nos acompaña en toda ocasión y al que,  en su plena venida,  cantaremos su inmenso poder y sabiduría.
        
El Señor de los ejércitos esta con nosotros
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra.

                                                                                                                                                                                  
                    Jesucristo al purificar el templo de Jerusalén,  con la expulsión de los mercaderes,  en prueba de su autoridad afirma: “Destruid  este templo y en tres días lo levantaré”

                    Afirmando con este gesto, que el NUEVO TEMPLO, el sitio verdadero para encontrarse con Dios,  es su cuerpo entregado, muerto y resucitado. Pasando sus seguidores a ser, también, TEMPLOS DE DIOS, lugar privilegiado de encuentro con Él, al estar sustentados sobre el cimiento único, del que JESUCRISTO, ES LA PIEDRA ANGULAR.

                    Dejando que el Espíritu habite en nosotros, estamos construyendo, como PIEDRAS VIVAS, el edificio del TEMPLO  VIVO  que es JESUCRISTO, lugar del testimonio y de la profesión de la fe de todos los creyentes, por lo que, el culto que en él se ofrece es, EN ESPIRITU Y VERDAD, capaz de conducirnos a participar de su Gloria en el Reino Celeste.




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