DEDICACIÓN
DE LA BASÍLICA DE LETRÁN
EL
CORRER DE LAS ACEQUIAS
ALEGRA
LA CIUDAD DE DIOS
Por Mª Adelina
Climent Cortés. O.P.
El amor a Dios nos lleva a cantar su Gloria en
su belleza, bondad y hermosura. Es lo que hace la liturgia en nombre de LA
IGLESIA, MORADA DE DIOS ENTRE LOS HOMBRES. Y, para contemplar su gloria y
majestad en La Eucaristía de la fiesta de LA DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE LETRÁN, símbolo de una
presencia y un referente de comunión, cantamos el salmo 45, uno de los
denominados “Salmos de Sión” y también “Cantos a Jerusalén” por ser la ciudad
de David y el lugar del Templo. Siendo, el salmo, una de las obras maestras del
salterio por su rico contenido y bonita expresión.
El salmo proclama y confiesa la seguridad que
experimenta el pueblo, por la presencia de Yahveh en Sión, concretamente en el
Templo, al experimentar que, con su permanencia serena y firme, defiende y
protege en todo momento. Con semejante auxilio, los fieles se sienten seguros aunque
hubiera, de nuevo, un caos y cataclismo
universal. Creyendo, a la vez, que el Dios que habita con ellos es “EL TODO
PODEROSO”
Dios es
nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso
defensor en el peligro.
Por eso
no tememos aunque tiembla la tierra,
y los
montes se desplomen en el mar.
Hasta las aguas mansas alegran y pacifican La Ciudad
de Dios. Como afirma el profeta Ezequiel: “VI QUE MANABA AGUA DEL LADO DERECHO
DEL TEMPLO Y HABRÁ VIDA DONDE QUIERA QUE LLEGUE LA CORRIENTE”. Pues, no se
trata de la humilde fuente de Siloé, sino de un río poderoso que lo llena
todo de vida. Es Yahveh, en medio de
ella, quien la va renovando y transfigurando cada día, pues, solo desde el lugar de su presencia,
puede venir la salvación y regeneración del pueblo.
El
correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el
Altísimo consagra su morada-
Teniendo
a Dios en medio, no vacila,
Dios la
socorre al despuntar la aurora.
Reconocimiento agradecido a la suficiencia de
Dios, que protege con la paz a su pueblo escogido, Jacob, siendo a la vez el
Señor del universo, y el constructor de La Humanidad; el que nos acompaña en
toda ocasión y al que, en su plena
venida, cantaremos su inmenso poder y
sabiduría.
El Señor
de los ejércitos esta con nosotros
nuestro
alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a
ver las obras del Señor,
las maravillas
que hace en la tierra.
Jesucristo al purificar el templo de Jerusalén, con la expulsión de los mercaderes, en prueba de su autoridad afirma: “Destruid este templo y en tres días lo levantaré”
Afirmando con este gesto,
que el NUEVO TEMPLO, el sitio verdadero para encontrarse con Dios, es su cuerpo entregado, muerto y resucitado.
Pasando sus seguidores a ser, también, TEMPLOS DE DIOS, lugar privilegiado de
encuentro con Él, al estar sustentados sobre el cimiento único, del que
JESUCRISTO, ES LA PIEDRA ANGULAR.
Dejando que el Espíritu habite en nosotros,
estamos construyendo, como PIEDRAS VIVAS, el edificio del TEMPLO VIVO
que es JESUCRISTO, lugar del testimonio y de la profesión de la fe de
todos los creyentes, por lo que, el culto que en él se ofrece es, EN ESPIRITU Y
VERDAD, capaz de conducirnos a participar de su Gloria en el Reino Celeste.
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