sábado, 19 de septiembre de 2015

Domingo XXV del Tiempo Ordinario -B


DOMINGO XXV DEL T. ORDINARIO - B

EL SEÑOR SOSTIENE MI VIDA

Por Mª Adelina Climent Cortés  O. P.


               “El Señor sostiene mi vida”  Grito de afirmación, de confianza y de fe profunda  en el Dios de La Vida, que siempre salva  cuando  se le invoca, como lo confirma el  salmista  orante desde su misma experiencia.

                Estamos ante el salmo 53, considerado como una oración de “lamentación individual” aunque posteriormente, en el culto litúrgico, se le dio  sentido comunitario. La manera de expresar el orante sus deseos ante Dios,  hace, del salmo, una plegaria sentída.y viva. Y, aunque evoca situaciones de los tiempos de la monarquía, cuando  David fue perseguido por Saúl, pertenece a la época del exílio. Comienza con una invocación a Yahveh en forma de “oráculo” dirigido a su nombre y a su poder:

Oh Dios, sálvame por tu nombre,
sal por mí con tu poder.
Oh Dios, escucha mi súplica,
atiende a mis palabras.
                 
                  Los hombres que viven alejados de Dios, sin considerar  su bondad y  su amor porque no creen en él,  no pueden actuar correctamente, por lo que,  pronto, se convierten en enemigos de aquellos que tienen por justos, ya que  solo  la presencia de éstos, les resulta molesta e incómoda, pues son una denuncia constante a su mal comportamiento; y tanto es así, que, hasta desean aniquilarlos: “lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura, para comprobar su moderación y apreciar su paciencia” (Sabiduría 2, 17-20)  Y esto mismo es,  lo que le pudo ocurrir al israelita orante:

Porque unos insolentes se alzan contra mí,
y hombres violentos me persiguen a muerte
sin tener presente a Dios.

                 Pero, el amor de Dios, supera siempre  todo mal y vence todo odio; es salvación,  liberación y vida para el humilde y oprimido que le invoca:

Pero Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.

                 Y, esta seguridad que experimenta el salmista orante, fruto de su profunda fe   en Yahveh, le mueve a  desear vivir siempre para alabarle y bendecirle:
                  
Te ofreceré un sacrificio voluntario
dando gracias a tu nombre que es bueno.


                  Este salmo se aplica a Cristo Jesús, el justo por excelencia; el que siempre tuvo un comportamiento digno y ejemplar para todos; el que, con su modo de actuar, defendía la justicia y el derecho de los pobres y afligidos,  hasta conseguir la liberación de todos los oprimidos. Y, esta manera de ser, no gustaba a los responsables del orden público y del bien de todos los ciudadanos, por lo que,  lo persiguieron hasta condenarlo a muerte de cruz. Pero Dios lo resucitó y lo glorificó a su derecha, desde donde sigue viviendo con nosotros, infundiéndonos  valor y vida. Así lo comunicó Jesús a sus discípulos:

                    -“EL HIJO DEL HOMBRE va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará
               
                     Y, así como fue perseguido el salmista y sobre todo Cristo Jesús, también lo seremos nosotros, los que nos consideramos cristiano y queremos vivir como vivió Jesucristo, nuestro maestro, haciendo el bien a los demás. Ya que, ser profetas de la evangelización, trabajar para el Reino de Dios, siempre resulta molesto a los intereses egoístas de algunos, y, en ocasiones, puede originar persecución y hasta muerte.


                   Son ejemplo de ello, los muchos misioneros y personas comprometidas, que, generosamente, entregan su vida por la causa del Reino. Pero, en ésta entrega al bien de los demás, aportando redención y salvación a nuestro mundo, siempre tendremos  la seguridad de que, Dios, salva nuestra vida con su Amor, porque  es superior a todo sufrimiento y muerte y hará que, esta, nuestra vida, sea plena y gozosa, junto con la suya, en la gloria eterna del cielo.

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