viernes, 5 de abril de 2019

Domingo V de Cuaresma- C



DOMINGO V DE CURESMA - C

EL SEÑOR HA ESTADO GRANDE CON NOSOTROS
Y ESTAMOS ALEGRES

Por Mª Adelina Climent Cortés O.P.
  
                     Saber y experimentar que el Señor ha estado grande con nosotros, es haber notado y probado que ALGO NUEVO SE ESTÁ REALIZANDO EN NOSOTROS Y EN TODA LA CREACIÓN; un comienzo de “VIDA NUEVA” que lo transformará todo en plenitud y eternidad. Y, esto, hay que cantarlo, proclamarlo y darlo a conocer con gozo.

                    Así lo hace el salmo 125, que, mirando con alegría la vuelta del exilio de Israel, canta con entusiasmo la bondad creadora y  salvadora de Yahveh. Y, a esta  alegría gozosa del pueblo, nos unimos en oración y alabanza al Dios Bueno, como meta y felicidad de nuestras vidas.

                    Este salmo de peregrinación, es un  jubiloso “canto de las subidas”, con una súplica confiada y de acción de gracias a Yahveh, por sus intervenciones salvíficas  para con Israel, su pueblo elegido, entre las que destaca,  la gesta maravillosa y  liberadora del exílio babilónico, seguida de la restauración de la ciudad de Jerusalén con su Templo:

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

                    Los gentiles, también comentaron, admirados, el evento salvífico de Yahveh para con su pueblo, reconociendo, de esta manera, su grandeza y poderío, por lo que, esto fue, un motivo más, de alegría y felicidad para Israel:

Hasta los gentiles decían: “El Señor
ha estado grande con ellos”.
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

                   Así, la fe en Yahveh y en su salvación, se convierte en una súplica sincera, porque, si Dios ha estado siempre de parte de sus fieles, de igual manera lo seguirá estando, hasta que cambie definitivamente la suerte del pueblo, y quede transformado  lo árido y  seco en fértil y florido, con la alegría y el gozo que da el esforzado trabajo del campo, cuando produce los frutos dorados apetecidos:
           
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas,
cosechan entre cantares.

Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
                 

                    El paso de la esclavitud de Israel en el destierro de Babilonia, a la libertad,    y su retorno a la patria amada, es figura de la salvación gozosa, que experimentamos los cristianos con el agua regeneradora del bautismo que, de pecadores nos convierte en verdaderos hijos de Dios. Salvación, que se nos concede en  Cristo Jesús, por  su muerte y resurrección gloriosa:

                    “Jesús dijo a la mujer: -TAMPOCO YO TE CONDENO. ANDA Y EN ADELANTE NO PEQUES MÁS”

                    Este evento, si que ha  cambiado definitivamente nuestra suerte, y de esto  deberían, admirarse, también,  los no creyentes, hasta  reconocer la grandeza de un Dios que, con su amor y donación, destruye la  muerte y el pecado que nos  esclavizan y separan de su  bondadosa  misericordia; y que, en cambio, nos conduce a un camino seguro de  conversión, donde es fácil encontrar su salvación y su gracia, EL AGUA FECUNDA QUE HARÁ GERMINAR NUESTRAS VIDAS, hasta dar frutos de buenas obras, y de bendición eterna      

                    Que nuestro vivir sea, pues, un estar alegres con el Señor, por los cambios que realiza   en nosotros... Y, un cantar agradecidos las salvaciones históricas, que van transformando  nuestro mundo, donde Dios  ha inaugurado ya “LA VIDA NUEVA del Reino, que todos llevaremos a plenitud, mediante las obras de conversión que realicemos en nosotros mismos, y que tanto  beneficiarán a toda  la humanidad, hasta poder llegar a decir con el salmista: Verdaderamente ¡qué contentos estamos! porque Dios ha estado grande con nosotros y lo estará siempre.

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