sábado, 9 de junio de 2018

Domingo X del T.O.-B


DOMINGO X DEL T. ORDINARIO - B

DESDE LO HONDO A TÍ GRITO, SEÑOR

Por Mª Adelina Climent Cortés  O. P.


                    El Señor, en el que creemos y al que amamos, es un Dios que perdona siempre con generosidad, que se goza en disimular nuestras culpas y borrar nuestros pecados, que es fiel como nadie y que siempre nos mira con cariño y gratitud.

                    También, nosotros, correspondiendo a su gran misericordia y lealtad que definen tanto su manera de ser y de comportarse, generando siempre consuelo y esperanza, debemos bendecirle, con sincero agradecimiento, cantando el salmo 129.

                    Este salmo, tan conocido, rezado, y apreciado, tiene su origen en el período posterior al exilio de Babilonia.

                    Al poema, se le puede interpretar, como un reclamo vivo y profundo al Dios que perdona siempre y con gratuidad;  o como una súplica al Señor que, por su bondad, es confesado y amado por el fiel israelita y  todo el pueblo, pues, se le puede invocar con confianza, y, es digno de ser creído en todo momento.

                     Siempre que confesamos a Dios con sinceridad, buscando su amor y perdón o deseando contemplar su rostro, nuestra oración brota desde el interior de nuestro ser con fuerza y vehemencia: como queriendo conseguir de Él lo que tanto nos interesa y deseamos:

Desde lo hondo a ti grito, Señor:
Señor, escucha mi voz;
estén tus oído atentos
a la voz de mi súplica.

                     El orante salmista, está persuadido de que, sin el  perdón de Yahveh y sin la confianza en su inmensa bondad, el hombre no puede subsistir; ya que es incapaz, por si mismo, de superar su egoísmo y su inclinación al mal. Por lo que, este Dios, merece tanto ser admirado y  respetado:

Si llevas cuenta de los delitos, Señor
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón
y así infundes respeto.

                    Por eso quiere, el orante, reavivar su esperanza, fruto de su fe en el Dios, que siempre escucha y complace. El único que puede colmar los deseos de luz y verdad de su alma y de toda la existencia humana,  haciendo que, en la noche de la culpa brille la claridad radiante de su Palabra:

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.

                    Y no solo el orante, también es todo Israel el que espera su salvación, como  el centinela la aurora, sabiendo que, solo el Mesías Redentor, puede hacer realidad La Nueva Alianza querida y anunciada por los profetas. La Vida Nueva, que llevará a plenitud CRISTO JESÚS, EL MESÍAS SALVADOR, que sin ser conocido era ya  esperado:

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

                    Efectivamente, es Cristo Jesús, el que realizará La Nueva Alianza y la llevará a plenitud con su entrega amorosa, redimiendo el universo con su muerte y resurrección y haciendo  amanecer el día sin ocaso, la aurora luciente de la mañana. Lo que experimenta, también, el pecador, cuando se siente acogido y perdonado por el Dios, que lo llena todo con su misericordia infinita.

                    Pero, hemos de querer ese perdón amoroso de Dios y procurarlo con todo el corazón. Así lo insinúa Jesús en el evangelio de este domingo, cuando nos asegura que, quien blasfema contra el ESPÍRITU SANTO no tendrá perdón jamás: CARGARÁ CON SU PECADO PARA SIEMPRE. Indicando, que, este pecado no tiene perdón, precisamente, porque no hay arrepentimiento en el que lo comete, ni generosa voluntad de sincera conversión.


                    Agradezcamos a Jesús, en esta Eucaristía, el regalo mejor de su infinita bondad y  misericordia al invitarnos a su Mesa para comer su Santísimo Cuerpo, y la generosidad de su continuo perdón y cercanía, siéndole gratos en todo momento,  superando la inclinación al mal que hay en todo ser humano y ofreciéndole nuestro amor y fidelidad con la esperanza de gozar junto a Él en la felicidad del Paraíso Celeste. 

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