domingo, 4 de febrero de 2018

Domingo V del T.O.-ciclo B


DOMINGO V DEL T. ORDINARIO - B

ALABAD AL SEÑOR QUE SANA
 LOS CORAZONES QUEBRANTADOS

Por Mª Adelina Climent Cortés  O P.

             
                    Si nuestro Dios nos sana  y restablece,  y, si con su poder crea  el universo,  es sin duda “Alguien”  muy digno de alabanza, al  que debemos siempre amor y agradecimiento. Es lo que hace el salmo 146, y también, a lo que nos invita.

                    Estamos ante un poema que pertenece a la serie de los “salmos  aleluyáticos”, de la época  posterior al exilio. Tiene características de himno,  y los versos escogidos para la celebración eucarística dominical, son un canto gozoso al Dios que libera y salva  a Israel de la  esclavitud del destierro y lo reúne en  la ciudad de Jerusalén después de restaurarla:

Alabad al Señor que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel.

                    Comienza el salmo con una invitación alegre y gozosa a la alabanza acompañada de música armoniosa; es decir, a una alabanza propia de un corazón unísono, en sintonía siempre con el espíritu, y repleto de sentimientos humanos y divinos, como son el amor, la bondad, la sinceridad, la ternura. Se trata, pues, de alabar a Dios desde una fe vivida y cantada:  auténtica oración, capaz  de expresar a Dios lo más íntimo y hondo del ser, lo que no se puede decir con palabras.

                    Pero, Yahveh, no solo libera y salva, sino que sana y está cerca de los que sufren, penetra en sus vidas y las conforta, despertando en ellos una profunda  fe y esperanza:

Él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.

                    Y, si nuestro Dios tiene virtud para curar y restablecer, es porque, su poder, es grande y excelso, capaz de saber y conocerlo todo;  es el Creador del Universo:

Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre.
                                         Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
                                                                                                 
                    De nuevo, el salmista, se fija en cómo Dios actúa con los hombres, a los que dirige  su atención y amor, y, a los que, también, corrige cuando es mala su conducta:

El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados.

                    Los humildes, los pobres, son los que siempre son fieles a  Yahveh, y sin desanimarse nunca ante lo adverso, mantienen firme su esperanza en lo que ha de venir, en las promesas anunciadas por los profetas a Israel,  aunque vivan en completa servidumbre y olvido. Por eso  son amados por Yahveh con predilección.

                    Dios nos libera,  también ahora, en la persona de Jesús, nuestro Salvador, y con la fuerza de su palabra que es verdad y vida. Él,  siempre y en todo momento, se acercaba a los hombres de su tiempo, (y también lo hace ahora con nosotros), para conocer sus necesidades, aliviarlas y curarlas, como nos lo narra el evangelio. Y, porque, su liberación siempre es Salvación, curaba  los cuerpos  de los enfermos y sanaba los espíritus que yacían en tinieblas, a los que infundía  esperanza y deseos de trascendencia

                     Más, Jesús, que de madrugada se marchó al descampado y se puso a orar, cuando Simón y sus compañeros le dijeron: - “TODO EL MUNDO TE BUSCA”, les respondió: “VAYÁMONOS A OTRA PARTE, A LAS ALDEAS CERCANAS, PARA PREDICAR TAMBIÉN ALLÍ, QUE PARA ESO HE VENIDO”  


                     Y, estas son, precisamente,  las señales del Reino  que inaugura  Jesús; el Reino que ya ha comenzado y está entre nosotros. El Reino que, también, los cristianos, unidos a Jesús y en su seguimiento, tenemos que llevar a plenitud, eliminando de nuestro mundo el pecado, el odio, la guerra, la pobreza extrema...  con el fin de hacerlo más fraterno y armonioso, mas humano y habitable, ya que, solo así, todos los hombres podremos aceptar la invitación del salmo, de alabar a nuestro Dios armoniosamente al son de una música nueva y buena.

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