FIESTA
DEL BAUTISMO DEL SEÑOR- B
SACARÉIS
AGUAS CON GOZO
DE
LAS FUENTES DE LA SALVACIÓN
Por
M. Adelina Climent Cortés O.P.
Con la fiesta del BAUTISMO DEL SEÑOR se cierra el tiempo litúrgico de Navidad,
en el que hemos podido contemplar le belleza y ternura del Niño Dios en brazos
de sus padres María y José. Hoy, se nos
manifiesta ya adulto, al comienzo de su vida pública, abandonándose a la
voluntad del Padre.
Al contemplar a Dios revelándose en el Jordán y
mostrando a Jesús como su HIJO AMADO, le alabamos, con el salmo
responsorial de La Eucaristías,
cantando con alegría y gozo, el jubiloso Himno de acción de gracias a Dios
Salvador, con el que finaliza la primera parte del libro de Isaías (12, 2-6):
SACARÉIS AGUAS CON GOZO DE LAS FUENTES DE LA SALVACIÓN
Se canta, con agradecimiento a Yahveh, el
Señor, por su fidelidad y salvación, al
regreso del exilio de Babilonia, cuando la restauración del país, junto
con la reconstrucción del Templo, llenaba de esperanza y gozo a todo israelita,
pues, se reconocía al mismo tiempo, que, de su compromiso y lealtad a La
Alianza les venía la ayuda y protección que necesitaban.
El
Señor es mi Dios y Salvador:
confiaré
y no temeré,
porque
mi fuerza y mi poder es el Señor,
él
fue mi salvación.
Y
sacaréis aguas con gozo
de
las fuentes de la salvación,
Estos grandes portentos realizados por Yahveh,
el Señor, no solo hay que cantarlos y agradecerlos, sino proclamarlos con
júbilo, para que los demás pueblos, al conocer tan grandes hazañas, puedan
rendir el homenaje debido a su Santo Nombre:
Dad
gracias al Señor,
invocad
su nombre,
contad
a los pueblos sus hazañas,
proclamad
que su nombre es excelso.
Y,
siendo, El Señor Yahveh, fuente inmensa de bondad y esperanza, por los portentos realizados en su pueblo,
hay que gritar, anunciándolos, no solo
a los pueblos vecinos, sino a toda la tierra, pues su salvación ha de llegar
hasta los confines del mundo, para que todos puedan reconocer, con júbilo, su
poder y santidad:
Tañed
para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas
a toda la tierra,
gritad
jubilosos, habitantes de Sión:
“Qué
grande es en medio de ti
el
Santo de Israel”.
También, el Señor, por boca de Isaías
(55,1-9), primera lectura de la liturgia de La Palabra, en la misa de hoy,
dice:”Inclinad el oído, venid a mí, escuchadme y viviréis. Sellaré con vosotros
alianza eterna, perpetua e irrevocable, la promesa de fidelidad y salvación que
aseguré a David”, ahora extendida a toda la comunidad de Israel y a todos los
pueblos de la tierra.
Más, será, Jesús de Nazaret, el Verbo
Encarnado, el Hijo de Dios, el que hará perpetua esta ALIANZA, llevándola a su
plenitud en su MISTERIO REDENTOR.
Es, en el Jordán, donde Juan proclama: “Detrás
de mi viene el que puede más que yo” Y también: “yo os he bautizado con agua, ÉL OS BAUTIZARÁ CON ESPÍRITU SANTO”
Y, después de ser Bautizado se oyó la voz del
Padre: “TÚ ERES MI HIJO AMADO, MI PREFERIDO”
Comienza, pues, Jesús, su vida pública,
asumiendo el espíritu de conversión del pueblo a su Dios y anunciando la venida
del REINO: reino de paz, de justicia y de amor
También nosotros, los que hemos recibido este
sacramento, al convertirnos por el Bautismo en Hijos de Dios, debemos escuchar
y acoger con amor y gratitud la voz del Padre que, con tanta ternura nos dice,
lo que dijo a su Hijo Jesús, al que debemos proclamar ante todos los hombres,
anunciando La Buena Nueva, su Palabra Evangélica que nos lo revela, como
CAMINO, VERDAD y VIDA, a toda La Humanidad, llamada a Glorificar a Dios con
amor y agradecimiento.
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