EL
SEÑOR HA ESTADO GRANDE CON NOSOTROS
Y
ESTAMOS ALEGRES
Por
Mª Adelina Climent Cortés O.P.
Estamos contentos y alegres por haber
descubierto los caminos de Dios, que son luz y felicidad -y también
purificación- para los que transitan
por ellos. Son los caminos en los que
Dios nos conduce y acompaña, COMO UN PADRE LO HACE CON SU HIJO, a la dicha de La
Salvación plena. Experiencia, esta, sublime y salvadora, que nos lleva a
ser agradecidos y a vivir confiados.
Con el salmo 125 queremos dar gracias a Dios
por su salvación y por el gozo que ella nos proporciona. Está considerado como
“un salmo de peregrinación”; como un “canto de las Subidas” y, también, como un
“salmo de acción de gracias y de confianza”. Es de la época del posexílio y
tiene en cuenta las enseñanzas de los profetas de este tiempo: “LOS GUIARÉ
ENTRE CONSUELOS A TORRENTES DE AGUA, POR CAMINO LLANO”.
En la primera parte del poema, el salmista
recuerda y hace recordar la aflicción vivida en el destierro, a la vez que,
exhorta a la alegría y al regocijo por la liberación salvadora de Yahveh, que
fue gozo y plenitud de vida.
Alegría, que ha de ayudarles, desde una fe sincera y profunda, a superar las
dificultades que se les van presentando
y que siempre surgirán, hasta que sea realidad acabada la restauración de Jerusalén y de su Templo:
Alegría grande y gozosas, de la que también participaron los pueblos vecinos y
que, a Israel, le llevó a reconocer de nuevo la grandeza del Señor, y, a
devolverle el honor, que había perdido
ante ellos, cuando aconteció el castigo:
Cuando
el Señor cambió la suerte de Sión,
nos
parecía soñar:
La
boca se nos llenaba de risas,
la
lengua de cantares.
Hasta
los gentiles decían:
“El
Señor ha estado grande con ellos”.
El
Señor ha estado grande con nosotros,
y
estamos alegres.
De esta experiencia
religiosa y consoladora, que ha vivido Israel,
brota en el salmista una súplica
a Yahveh, para el presente, en la que pide cambie de manera estable y segura la
suerte de su pueblo, convirtiendo su debilidad y pecado en fidelidad y lealtad
a su Alianza; y les otorgue, además, vivir en
la espera confiada de que, todo esfuerzo realizado,
ahora, será alegría y salvación para el futuro, cuando, con gozo y cantando,
podrán recoger los frutos sabrosos de vida y gloria conseguidos:
Que
el Señor cambie nuestra suerte,
como
los torrentes del Negueb.
Los
que sembraban con lágrimas,
cosechan
entre cantares
Al
ir, iba llorando,
llevando
la semilla;
al
volver, vuelven cantando,
trayendo
sus gavillas.
También nosotros, todos
los cristianos, con este salmo, damos gracias a Dios por la alegría y confianza
que nos ha dado en su Hijo Jesucristo, el que ha cambiado, definitivamente,
nuestra condición de pecado, la de
todos los hombres, en gracia y vida de
salvación. Y, porque, con su entrega y
amor, nos ha abierto un camino por el que, nos conduce y acompaña hasta
la gloria del Padre.
Y Jesús, caminando con
los hombres, se nos manifiesta como luz, paz, alegría, amor; es el que cura en
todo momento nuestra vulnerabilidad y ceguera y nos abre a la luz de la fe,
para que, caminemos con alegría en su seguimiento, con el fin de que vivamos su
misma entrega de bondad y generosidad:
Por eso curó al ciego que estaba al borde del
camino. Éste “al oír que era Jesús Nazareno empezó a gritar: - HIJO DE DAVID, TEN
PIEDAD DE MÍ. Jesús, acercándose le dijo. –Que quieres que haga por ti. El
ciego le contestó: –MAESTRO QUE PUEDA VER. Y Jesús le dijo: – ANDA TU FE TE HA
SALVADO. Y RECOBRÓ LA VISTA
Pero, no solo nos lleva
a la luz de la salvación, sino que, también quiere, que todos los cristianos
seamos LUZ SALVADORA para la humanidad que camina en sombras de muerte, por el
egoísmo, las guerras, y todas las injusticias que padece, y así, podamos convertir nuestro mundo en caminos
de gozo y alegría, de resurrección y gloria.
Pero, no solo nos lleva
a la luz de la salvación, sino que, también quiere, que todos los cristianos
seamos LUZ SALVADORA para la humanidad que camina en sombras de muerte, por el
egoísmo, las guerras, y todas las injusticias que padece, y así, podamos convertir nuestro mundo en caminos
de gozo y alegría, de resurrección y gloria.
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