SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
(misa de la vigilia)
LEVÁNTATE, SEÑOR, VEN A TU
MANSIÓN
VEN CON EL ARCA DE TU PODER
Por Mª Adelina Climent
Cortés O P.
Cantemos
y exultemos a MARÍA, QUE, HOY, SUBIÓ AL CIELO, RADIENTE COMO LA AURORA, atraída
por la fuerza resucitadora y pascual de su hijo Cristo Jesús, para quién, Dios,
la hizo su morada, “ARCA DE LA NUEVA
ALIANZA” y que, al ser coronada en la gloria como REINA, también recibe los
títulos de Madre de la Esperanza, Puerta del Cielo y Señora nuestra.
Para ensalzar a esta
Madre, engalanada y radiante de blancura y
belleza en el cielo, le rezamos el salmo 131, considerado como un “salmo
de peregrinación” o “Salmo de las subidas”. También se le designa como “salmo
litúrgico” y “salmo real” (título, este último, debido al juramento que David
hace al Señor, y a la promesa, por parte de éste, de darle un descendiente) Es, además, uno de los “Cánticos de Sión”. El salmo tiene su origen
en la época de la monarquía.
El salmista, peregrino, recuerda tiempos y momentos importantes de la historia de Israel, en un
momento en que, resurge la fe en
Yahveh, y en torno al Arca de la Alianza, hasta movilizar los deseos de salir en su búsqueda:
Oímos que estaba en Efrata,
la encontramos en el Soto de
Jaar:
entremos en su morada,
postrémonos ante el estrado de
sus pies.
El Señor es invitado a ser trasladado, cuando se le dice: “Levántate,
Señor, ven a tu mansión, ven con el arca de tu poder” y, Yahveh, complace a su
pueblo, ya que, tampoco puede defraudar al rey David, su
representante, que había jurado
construirle un templo para su morada. Por lo que, se organiza la procesión del
traslado, como un acto litúrgico:
Que tus sacerdotes se vistan de
gala,
que tus fieles vitoreen.
Por amor a tu siervo David,
no niegues audiencia a tu
Ungido.
El Arca, signo de la presencia salvadora de Yahveh, entra en Jerusalén,
donde quedará permanentemente instalada
en su mansión:
Porque el Señor ha elegido a
Sión,
ha deseado vivir en ella:
“Esta es mi mansión por siempre;
aquí viviré porque lo deseo”.
El Arca de la Alianza, considerada como signo de la Iglesia, cuyo centro
lo ocupa María, ha sido definitivamente, y, para siempre, introducida en el
cielo. Es el cuerpo glorificado de María, Virgen y Madre, que, aceptando con
amor la palabra de Dios, pudo engendrar a su hijo Jesús, promesa de salvación
para toda la humanidad.
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