"Señor, ¿A quién vamos a acudir?
¡Sólo tu tienes palabras de vida eterna!"
DOMINGO XXI DEL T. ORDINARIO - B
GUSTAD Y VED QUE BUENO ES EL SEÑOR
Por Mª Adelina Climent
Cortés O P.
Se
nos invita, con gozo, a saborear y ver
lo bueno que es el Señor y a expresarle nuestro amor y agradecimiento en todo
momento:
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi
alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.
Con este fin,
cantamos y bendecimos sus bondades, con los versos finales del salmo 33,
alabando y admirando su grandeza desde
la sencillez y la humildad, actitudes que
le agradan y son de su gusto, sabiendo, además, que no admite a los que
no obran con sinceridad, desde una conducta correcta y religiosa:
Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Y sigue cantando el salmo la bondad de Dios, que,
siempre y en todo momento, está atento para ayudar, proteger y salvar a los que
sinceramente le invocan:
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
De nuevo insiste el salmista, dando a conocer los detalles de cariño y solicitud que su
Dios, Yahveh, siempre tiene con todos, pero, sobre todo, con los justos:
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor;
él cuida de todos sus huesos,
y ni uno sólo se quebrará.
Pero, en cambio, los que obran mal y odian a los
buenos, son reos de sus malas acciones y perecerán:
La maldad da muerte al malvado,
Y los que odian al justo serán castigados
Siendo fruto, todo esto, de la espiritualidad
yahvista, ya en parte superada, que presenta a Yahveh, Dios, como el que premia
y castiga, según sean buenas o malas
las acciones de sus fieles, es, por lo que el autor añadió para finalizar el
salmo, los versos siguientes:
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él.
Pero, es el Nuevo Testamento, el que nos muestra de manera más plena y
acabada a Dios, como Padre, lleno de bondad y misericordia, que, para nuestro bien, nos entregó generosamente a su Hijo Jesús,
el que, amándonos hasta el extremo, nos salvó a todos, justos y pecadores, haciéndonos hijos del mismo Dios.
Por eso, nos unimos a Simón Pedro, que hoy, en
el evangelio le dice: ”Señor, ¿a quién vamos a acudir? TU TIENES PALABRAS DE
VIDA ETERNA; nosotros creemos, y sabemos que eres el Santo consagrado por Dios
Esta ofrenda y sacrificio de Cristo Jesús, nuestro
Salvador, la hacemos presente como memorial, siempre que celebramos la
Eucaristía, sacramento del cuerpo entregado del Señor y de su sangre derramada
en rescate por todos nosotros. Misterio de fe, por el que asimilamos su
presencia real resucitada. Misterio de comunión que nos fortalece y alimenta y
que nos va configurando con éste amable y bondadoso Jesús, que nos hace
hermanos suyos e hijos de Dios. Y al que aplicamos, precisamente por este
memorial y sacramento, los versos más preciosos y luminosos del salmo:
Gustad y ved que bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él
No hay comentarios:
Publicar un comentario