SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA VIRGEN
TE FUNDARÉ UN LINAJE
PERPETUO
Por Mª Adelina Climent Cortés O.P.
Siempre, la misericordia de
Dios y su fidelidad se derraman en promesas, que abren esperanzas de salvación
a la humanidad. Realidad cantada y orada en el salmo 88:
Cantaré eternamente las misericordias
del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las
edades.
Porque dije: “Tu misericordia es un
edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu
fidelidad”.
En esta fidelidad constante
de Dios, fruto de su alianza con Israel, siempre renovada, se irá cumpliendo su promesa
salvadora, hasta que alcance total plenitud en su Hijo, Cristo Jesús, por su entrega y amor al Padre y a los hombres.
Y, la alianza sellada con
David, es una Alianza eterna a favor de todos los hombres, y, va dirigida a
JOSÉ, su descendiente, que la hará realidad y vida, desposándose con la VIRGEN MARÍA :
Sellé una alianza con mi ungido,
jurando a David mi siervo:
“Te fundaré un linaje perpetuo
edificaré tu trono para todas las edades”
Así, el hijo anunciado, el
descendiente de David, cuyo trono durará siempre, es la personificación del
futuro Mesías, el Hijo de Dios, el Salvador, promesa acabada del Padre, don de
su infinito amor, que será conocido, como hijo de María y de José, con el
nombre: Jesús de Nazaret, y que, al mismo tiempo, es fruto del Espíritu Santo.
Él me invocará: “Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora”.
Le mantendré eternamente mi favor
y mi alianza con él será estable.
Sólo, Cristo Jesús, es
perpetuo y hace que todo lo demás sea duradero y eterno. Su reino será el del
cielo, el de la eternidad; el reino, también, de todos sus seguidores y, el
reino que ha de ser por todos conocido, porque es el Reino de nuestro Padre
Dios.
Este misterio de amor y
comunión con Dios, ha sido posible, además, por la respuesta de fe y de humilde
obediencia, de José, a los designios de Dios, vividos con responsabilidad y
entereza de ánimo, desde su silenció y el sufrimiento que siempre acompaña a
las obras grandes, y, también, desde una confianza plena en las bondades de
Dios. Por eso, nosotros, con toda la humanidad, acompañando a JOSÉ, EL ESPOSO
DE MARÍA, al que agradecemos su ejemplaridad, demos alabanza al Padre, cantando
los mismos versos del salmista:
Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
Anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
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