SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE
CRISTO - B
ALZARÉ LA COPA DE LA SALVACIÓN
Por Mª Adelina Climent
Cortés O. P.
Celebramos, hoy, al Dios Amor y Don de Salvación, en el pan compartido,
su cuerpo entregado, y en el vino nuevo, su sangre derramada como precio caro
de nuestro rescate. Es la fiesta del CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO JESÚS.
Memorial de su Muerte y Resurrección. Misterio y Sacramento de Comunión. Pan de
Vida Eterna y alimento sabroso que nos nutre y nos incorpora al Señor y a los
hermanos. Prodigio excelso, que hoy veneramos y adoramos con fervor, alegría y
esplendor, con muestras de agradecimiento sin fin...
Con el salmo 115, himno de
acción de gracias
a Yahveh, que, en
esta solemnidad del CUERPO Y LA SANGRE DEL SEÑOR, forma parte de las
lecturas bíblicas de La Eucarística, se señala la excelsa
grandeza y virtud de La Sangre de Cristo Jesús, significada en la copa
rebosante de vino sabroso, ofrecida y derramada en sacrificio de expiación:
”NOS HAS COMPRADO CON TU SANGRE PRECIOSA, SEÑOR” y también: “NOS AMÓ Y SE
ENTREGÓ POR NOSOTROS”.
El salmo 115, con sentido profético, canta la gran generosidad de amor y
de entrega, de CRISTO JESÚS, valiéndose de una fórmula ritual existente y del gesto que la acompaña, expresión de una
ofrenda sacrificial. Verdadera alabanza espiritual, la que brota de un corazón
sincero y comprometido, en gratitud
a Yahveh, que siempre salva y
regenera:
Alzaré la copa de la salvación
invocando tu nombre, Señor
El nombre del Señor, lo que mejor le define es: Amor, Bendición y
Gratuidad, cualidades que se manifiestan en la entrega de su Hijo Cristo Jesús,
el que, con su sangre redentora sella
el pacto de La Nueva y Eterna Alianza, y que,
anulando las anteriores, tiene virtud para liberarnos de toda esclavitud
y ahuyentar de nosotros, para siempre,
la muerte y el pecado. Sangre de Cristo Jesús,
también resucitadora y vivificadora, ofrecida en un cáliz rebosante de
vida y de espíritu, que nos va transformando en auténticos hijos de Dios Padre
y en herederos de su reino glorioso:
Alzaré la copa de la salvación
invocando tu nombre, Señor
En agradecimiento, por tanta entrega y generosidad por parte del Señor
Yahveh, el salmista, quiere cumplir sus promesas en presencia de todo el
pueblo, es decir, en una alabanza litúrgica,
pública y solemne, de manera, que puedan unírsele otros fieles, para
tributarle el debido reconocimiento por los muchos beneficios recibidos de su grandeza y bondad:
Alzaré la copa de la salvación
invocando tu nombre, señor
Y, en esta fiesta del CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO JESÚS, en la que,
después de comerle y beberle en LA EUCARISTÍA, se dejará contemplar en la HOSTIA SAGRADA, sobre el altar, y en la procesión por las calles engalanadas de la ciudad, para así
recibir nuestra gratitud por su cercanía y amistad, por haber querido dársenos
como posesión nuestra, de toda la comunidad eclesial, ofreciendo siempre su
amor y salvación, dejemos, también, que al mismo tiempo, brote de nuestro
interior, esta profunda y sencilla
oración del salmo:
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
ALZARÉ LA COPA DE LA SALVACIÓN
INVOCANDO TU NOMBRE, SEÑOR.
AMÉN. ALELUYA.
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