DOMINGO XXX DEL T. ORDINARIO - B
EL SEÑOR HA ESTADO GRANDE CON NOSOTROS
Y ESTAMOS ALEGRES
Por Mª Adelina Climent Cortés O.P.
Estamos contentos y alegres por haber
descubierto los caminos de Dios, que son luz y felicidad -y también
purificación- para los que transitan
por ellos. Son los caminos en los que
Dios nos conduce y acompaña, COMO UN PADRE LO HACE CON SU HIJO, a la dicha de
La Salvación plena. Experiencia, esta, sublime y salvadora, que nos lleva a
ser agradecidos y a vivir confiados.
Con el salmo 125 queremos dar gracias a Dios
por su salvación y por el gozo que ella nos proporciona. Está considerado como
“un salmo de peregrinación”; como un “canto de las Subidas” y, también, como un
“salmo de acción de gracias y de confianza”. Es de la época del posexílio y
tiene en cuenta las enseñanzas de los profetas de este tiempo: “LOS GUIARÉ
ENTRE CONSUELOS A TORRENTES DE AGUA, POR CAMINO LLANO”.
En la primera parte del poema, el salmista
recuerda y hace recordar la aflicción vivida en el destierro, a la vez que,
exhorta a la alegría y al regocijo por la liberación salvadora de Yahveh, que
fue gozo y plenitud de vida.
Alegría, que ha de ayudarles, desde una fe sincera y profunda, a superar las dificultades que se les
van presentando y que siempre surgirán,
hasta que sea realidad acabada la
restauración de Jerusalén y de su Templo: Alegría grande y gozosas, de
la que también participaron los pueblos vecinos y que, a Israel, le llevó a
reconocer de nuevo la grandeza del Señor, y, a devolverle el honor, que había perdido ante ellos,
cuando aconteció el castigo:
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
La boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
“El Señor ha estado grande con ellos”.
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
De esta experiencia religiosa y consoladora,
que ha vivido Israel, brota en el salmista una súplica a Yahveh, para el
presente, en la que pide cambie de manera estable y segura la suerte de su
pueblo, convirtiendo su debilidad y pecado en fidelidad y lealtad a su Alianza;
y les otorgue, además, vivir en la espera
confiada de que, todo esfuerzo realizado, ahora, será alegría y
salvación para el futuro, cuando, con gozo y cantando, podrán recoger los
frutos sabrosos de vida y gloria conseguidos:
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas,
cosechan entre cantares
Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
También nosotros, todos los cristianos, con
este salmo, damos gracias a Dios por la alegría y confianza que nos ha dado en
su Hijo Jesucristo, el que ha cambiado, definitivamente, nuestra condición de
pecado, la de todos los hombres, en gracia y vida de salvación. Y, porque,
con su entrega y amor, nos ha abierto
un camino por el que, nos conduce y acompaña hasta la gloria del Padre.
Y Jesús, caminando con los hombres, se nos
manifiesta como luz, paz, alegría, amor; es el que cura en todo momento nuestra
vulnerabilidad y ceguera y nos abre a la luz de la fe, para que, caminemos con
alegría en su seguimiento, con el fin de que vivamos su misma entrega de bondad
y generosidad:
Por eso curó al ciego que estaba al borde del
camino. Éste “al oír que era Jesús Nazareno empezó a gritar: - HIJO DE DAVID, TEN
PIEDAD DE MÍ. Jesús, acercándose le dijo. –Que quieres que haga por ti. El
ciego le contestó: –MAESTRO QUE PUEDA VER. Y Jesús le dijo: – ANDA TU FE TE HA
SALVADO. Y RECOBRÓ LA VISTA
Pero, no solo nos lleva a la luz de la
salvación, sino que, también quiere, que todos los cristianos seamos LUZ
SALVADORA para la humanidad que camina en sombras de muerte, por el egoísmo,
las guerras, y todas las injusticias que padece, y así, podamos convertir nuestro mundo en caminos
de gozo y alegría, de resurrección y gloria.
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