domingo, 12 de agosto de 2018

Domingo XIX del T.O. -B



DOMINGO XIX  DEL T. ORDINARIO - B

GUSTAD Y VED QUE BUENO ES EL SEÑOR

Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.

                                   
                    ¿Puede haber cosa más hermosa que cantar la bondad y el amor leal y misericordioso de Dios? Sin duda es lo mejor. Ensalcemos, pues,  al Dios, que siempre nos protege y nos da alimento y fuerzas en el camino de la vida que nos conduce a Él, hasta la salvación plena:

“Gustad y ved que bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él”

                  A saborear esta experiencia nos invita el salmo 33. Este salmo, en su primera parte, es   un hermoso poema y contiene una sincera y gozosa explosión de alabanza y  gratitud a Yahveh, por su acción salvadora.  El israelita lo canta, desde la alegría y el gozo, al sentirse inmensamente amado y favorecido por Yahveh en los momentos difíciles y duros de su vida. Y, es tanta su alegría que, al  no poderla  contener, estalla en bendiciones y alabanzas. Más, sintiéndose repleto  de dicha y consuelo,   invita a los fieles, que sabe  piensan  como él, a los humildes, a que se le unan  en esta oración de bendición y de acción de gracias:

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca
Mi  alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

                   Solo los sencillos, los que tienen un corazón pobre, saben  alegrarse ante  la grandeza  del Señor y pueden buscarle con ardientes deseos, con el fin de  ensalzar su nombre. Presencia y cercanía que logrará alejar de ellos toda preocupación:

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

                    Pero, sabe además el salmista,  que, el que tiene capacidad para gozarse en el Señor Yahveh, nunca lo lamenta, sino que se llena de felicidad, hasta el punto de que, su rostro y todo su ser,  quedan iluminados:

Contempladlo y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, el lo escucha
y lo salva de sus angustias.

                    Y, es tanta la solicitud de Yahveh por sus fieles, que, también se manifiesta en la presencia del mensajero divino, signo de su benevolencia con los hombres, a los que siempre quiere llenar de atenciones y cuidados;  así de bueno es el Señor:

El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles, y los protege.
                                         Gustad y ved que bueno es el Señor,
Dichoso el que se acoge a él.

                    Bonita frase, ésta,  referida a la bondad de Dios, sobre todo,  por el don de La Eucaristía.  San Pedro la cita cuando dice a sus fieles, después de haber participado en la mesa del Señor, tomando el  alimento de su Palabra y de su Cuerpo y Sangre: “Habéis saboreado lo bueno que es el Señor” (1 P 2,3.)   
              
                    Inmensamente bueno es Dios, porque, en La Eucaristía,  nos reúne para participar de  la presencia real de Cristo  Resucitado; ya que, Jesús,  hizo de su vida una entrega total de amor,  que culminó con su muerte en Cruz por nuestra salvación.

                    El mismo Jesús nos había dicho: “YO SOY EL PAN DE LA VIDA”, y, a continuación: “Y EL PAN QUE YO OS DARÉ ES MI CARNE, PARA LA VIDA DEL MUNDO”.
                

                    Este pan bajado del cielo, nos revela la misericordia del Padre, y, al comerlo, nos va transformando en Hijos suyos y en hermanos de todos los hombres, con Jesús, en unidad y en amor. También es presencia, alimento vivo, pan partido, que nos fortalece en el trabajo de ir construyendo el  mundo que Dios quiere, en justicia y paz; realidad presente de lo que será en plenitud el Reino de Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario